José Miguel Inaraja de la Calle, bodeguero y agricultor vallisoletano, ha fallecido este lunes, 12 de febrero, a los 77 años en Valladolid, como ha comunicado la Denominación de Origen Toro a través de sus redes sociales.

Siempre que hay una pérdida dentro de la Denominación de Origen Toro es una pena. Es una pérdida importante pero el proyecto está garantizado gracias a la labor de sus tres hijos que continuarán con la labor que venía haciendo su padre”, asegura, en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León, Rubén Gil Alfageme.

Él es el director general de la DO Toro y también el vicepresidente de la Ruta del Vino de Toro, que nos atiende para confirmar que, en el año 1983, José Miguel Inaraja de la Calle, agricultor vallisoletano, adquirió la finca Monte la Reina en Toro rehabilitándola para hacer realidad lo que hoy todos conocemos como El Castillo Monte la Reina.

En sus inicios fue la residencia familiar hasta que 20 años más tarde decidió construir el precioso complejo que hoy podemos disfrutar. Fue unos años antes cuando la familia Inaraja decidió dedicarse también a la viticultura.

Gracias al auge de la Denominación de Origen Toro y a la proyección de dichos caldos en el mercado internacional se plantaron las primeras viñas en la Finca de Monte la Reina. Años más tarde, tras vender las uvas a otras bodegas de la DO, apostaron por su propio proyecto, no solo al construir su bodega para la elaboración de sus propios vinos, siendo su añada primera en 2004, sino que se embarcaron en el bonito y nuevo concepto del enoturismo.

Construyeron su restaurante que pasa por ser uno de los más grandes de la provincia de Zamora. Cuenta con unos jardines de ensueño, para ofrecer algo que jamás se había visto en la zona. Ahí, la casa familiar se convirtió en posada donde hoy mismo nos podemos alojar.

“Compró la finca, inmensa, dedicada a la agricultura, después puso viñedos, hizo bodega y restaurante rehabilitando el castillo como posada real. Es una persona, como empresario, muy activo. Trabajaba en muchos negocios”, añade Rubén Gil.

También destaca la inversión que José Miguel hizo en la Do de Toro “en su bodega” que estaba “volcada en la exportación” porque siempre se centró en vender esos vinos de toro “al exterior” y “en los últimos años apostó mucho por el enoturismo”.

Confío en su proyecto en tres patas “como bodega, restaurante con celebraciones de bodas, bautizos y comuniones y con el castillo como alojamiento de calidad” todo dentro de las más de 1.000 hectáreas de finca con las que cuenta el lugar.

La capilla ardiente se ha instalado este martes 13 de febrero en el tanatorio El Salvador antes de su incineración en el mismo lugar.

 

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