A lo largo de un día, centenares o miles de personas recorren sus pasillos. Es uno de los puntos neurálgicos de la ciudad del Pisuerga. Tan simple como relevante para la vida de los pucelanos. El Mercado del Val se ha erigido como un auténtico baluarte de la sociedad vallisoletana, que durante casi siglo y medio de vida lleva siendo la despensa de Valladolid. El lugar perfecto donde disfrutar de las compras más básicas para nuestro día a día, pero también para socializar con su rica y variada oferta de restauración. Fue en diciembre de 1882 cuando se firmó el acta provisional de entrega al Ayuntamiento, pero, aunque tampoco hay documentos fidedignos que lo atestiguen, algunas pistas hacen indicar que fue en febrero del 83 cuando se abrió al público por primera vez. Ahora hace 141 años.
Los agudos de las dulzainas y las bombas borradores anunciaban aquel momento a los vecinos aledaños de la zona que el Mercado del Val abría sus puertas al público después de años para su construcción. Así se recuerda en el libro 'Tal día como hoy. Calendario histórico de Valladolid', de Roberto Delgado.
La felicidad era patente entre vendedores y compradores, que por fin veían culminada aquella obra que tanto había dado que hablar. Forjado en hierro, confiriendo al lugar de una personalidad única por su estructura totalmente industrial absolutamente innovadora para la época, e inspirado en el barrio parisino de Les Halles, el Val es el mercado más antiguo de Valladolid.
De planta rectangular y 112 metros de longitud, aglutina en su interior a decenas de vendedores de producto fresco que hacen las delicias en las mesas de los vallisoletanos. A lo largo de su historia ha ido sufriendo diversas remodelaciones, con el objetivo ir adaptándose a los tiempos y mantener viva la llama de este punto tan importante en la vida de los vecinos.
A los pies de la icónica iglesia de San Benito, el proyecto del arquitecto Joaquín Ruiz Sierra sufrió su primera remodelación en 1900, cuando se desmontó la gran cúpula central. Posteriormente, en 1982, coincidiendo su centenario (en 1882 fue cuando la construcción se finalizó), se llevó a cabo la primera gran rehabilitación, restaurándolo por completo.
Ya en el siglo XXI, esta obra del XIX fue desmantelada y vaciada en su interior en 2014. Únicamente permaneció en pie la estructura, llevándose a cabo una nueva actuación en materia de restauración para lavarle la cara por completo y adaptarse así a los nuevos tiempos.
La última inauguración se produjo en 2016 y esta es la que dejó al Mercado del Val tal y como lo conocemos en nuestros días. Con esta última remodelación, se introdujeron puestos de comida, charcuterías, encurtidos, fruterías, pescaderías, queserías, panaderías y bares, renovando y aumentando por completo la oferta de este lugar tan emblemático.
Su esencia, eso sí, permanece impasible al paso del tiempo. Y eso es lo que da al Mercado del Val una identidad propia. Lugar de encuentro de vecinos, pero también de turistas, ya que se ha convertido en un reclamo para el visitante por su particular belleza arquitectónica.
Además, en su última remodelación también se creó el ágora del Mercado del Val. Un espacio para el encuentro de comerciantes y clientes que quieran aprender, compartir y disfrutar del mercado y sus actividades relacionadas con la gastronomía, la cultura y la alimentación saludable.
Un corazón de vida de los vallisoletanos y visitantes que a día de hoy late más que nunca, siendo un punto de encuentro de ocio, disfrute y también para hacer más fácil, rico y apetecible el día a día de los vecinos. El Mercado del Val, el más antiguo de la ciudad del Pisuerga, sopla las velas en su 141 cumpleaños desde su apertura al público.