El bar vallisoletano que cierra y ofrece un especial menú de jubilación en su adiós: “Es el mejor broche de oro”
El establecimiento hostelero pucelano bajará sus persianas en los próximos días para dejar un gran vacío en el corazón de muchos vallisoletanos
28 febrero, 2024 09:00Noticias relacionadas
José Fuentes Castro es, junto a su mujer Yolanda, el corazón del Bar-Restaurante Amador II. A sus 64 años, nuestro entrevistado nos cuenta su historia, unos días antes de que el establecimiento hostelero que se ubica en el conocido barrio de La Rondilla eche el cierre por última vez para que sus persianas no vuelvan a levantarse.
Nacido en Esparragosa de Lares, en la provincia de Badajoz, José es un currante nato. Lleva, ni más ni menos, que desde el año 1975 dentro del mundo de la hostelería. Casi 10 lustros, o lo que es lo mismo, 50 años. Casi nada. Y lo hace, todas las mañanas, con una sonrisa y dispensando el mejor trato a sus clientes.
Sin embargo, toca jubilarse. José cuenta ya los días para que, a finales de marzo, su negocio sea historia, eso sí, dejando un gran recuerdo en la capital vallisoletana. Charlamos con él de todo. De su vida. Del antes, y de lo que va a hacer ahora.
La brillante historia de José en el mundo de la hostelería
“Me considero una persona normal. Un hombre sencillo, trabajador y amante de sus amigos y de su familia, y que ha trabajado a lo largo de todos estos años en el mundo de la hostelería. En 1975 estuve de camarero en la Cafetería Australia, que se ubicaba en la calle Democracia. Pasé por dos bares más y después estuve un tiempo en una fábrica de confecciones antes de ir a cumplir con el servicio militar”, cuenta José Fuentes Castro, en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León.
Fue en el año 1980 cuando comenzó en la Marisquería El Puerto para, años más tarde, concretamente en el 1986, ponerse al frente del Restaurante Amador II. Ya estaba abierto, desde el año 1985, cuando nuestro entrevistado toma las riendas del negocio, hace casi ya 40 años, ni más ni menos.
Un negocio en el que, en la actualidad, son tres los trabajadores del negocio, con el propio José y su mujer Yolanda a la cabeza. Llegaron a ser hasta cinco los empleados que en el local que se ubica en la calle Soto, 57, del barrio de La Rondilla.
“Empezamos muy bien. Venía con buen cartel de la Marisquería El Puerto. Conseguimos atraer a mucha gente del centro al barrio de La Rondilla. Al empezar todo iba muy bien. Empezamos ofreciendo marisco fresco con las gambas cocidas como plato estrella. Eran de Huelva. Las nécoras, el buey de mar… todo buenísimo”, asegura nuestro entrevistado.
Un lugar para disfrutar del marisco y un especial menú de jubilación
Sin embargo, con la llegada de la crisis del año 2008 que se prolongó durante casi una decena de primaveras y la estocada definitiva de la pandemia del coronavirus, el Amador II también notó el golpe como otros muchos negocios del mundo hostelero que tuvieron que cerrar sus puertas por no poder hacer frente a los gastos.
“Cierro el 31 de marzo. Estaremos también en el mes de abril para recibir a gente y acabar con todos los papeleos. Poco a poco la cosa ha ido a menos, pero yo cierro por jubilación. Me da pena después de tantos años de trabajo aquí, pero hay que jubilarse”, asegura José Fuentes.
Sin embargo, tanto él como Yolanda, quieren irse a lo grande. Bajar las persianas, por última vez, con la satisfacción del trabajo bien hecho. Por ello, y como todos los años, va a desarrollar las jornadas del marisco que este año tendrá un menú de jubilación para chuparse los dedos por 30 euros.
“Es el mejor broche de oro para decir adiós. El menú consta de unos aperitivos de empanada de zamburiñas y langostinos. Después una tosta de sardina ahumada con mermelada de tomate, pata de pulpo, una nécora por persona, dos gambones, dos cigalas, camarón cocido y un plato principal con arroz caldoso de bogavante y nécora”, asegura nuestro protagonista.
Por si fuera poco, también hay segundo plato a elegir entre rodaballo a la gallega y medallones de ternera rellenos de foie y salsa de pimienta. Un menú de quilates para el adiós.