Eran las 17.30 horas de la tarde del pasado sábado, 24 de febrero. Una llamada alerta de que una mujer, brasileña, de 32 años y que tiene un hijo, intentaba quitarse la vida en el barrio de Las Delicias de Valladolid. Concretamente en la calle San José de Calasanz, en el número 2. Los vecinos de a zona tiemblan y esperan al desenlace del suceso.

Mientras tanto, dos agentes de la Policía Nacional y otros dos de la Policía Local acuden a la zona para sellar una actuación brillante y evitar que todo se tornara en desgracia, tras unos minutos de pánico y de miedo terrible.

EL ESPAÑOL de Castilla y León se cita con Luis Manuel Caballero. De 46 años, lleva, ni más ni menos, que 21 en el cuerpo, cuatro de ellos dentro del departamento de Seguridad Ciudadana. Nos atiende con la entereza de un hombre curtido en mil batallas.

La adrenalina es muy grande en el momento de la actuación. Luego, cuesta pensarlo, cuando llegas a casa. En este caso, el riesgo fue muy alto. Un error y nos habríamos ido abajo desde una cuarta planta. Pensábamos que no lo contábamos”, asegura nuestro entrevistado en el comienzo de este diálogo.

El aviso

Nos entró una llamada por el 112. La pareja de la chica a la que conseguimos rescatar. Nos decía que estaba hablando con ella y que creía que se iba a suicidar porque se estaba despidiendo. Actuamos lo más rápidamente posible para llegar hasta el lugar del aviso, prácticamente a la vez, tanto Policía Nacional como Policía Local”, afirma nuestro entrevistado.

Eran las 17.30 horas de la tarde del pasado sábado. Los cuatro agentes, dos de la Nacional y dos de la Municipal, buscaron la vivienda de la joven brasileña. No encontraron nada en los buzones por lo que tuvieron que ir preguntando, piso a piso para encontrar el lugar exacto en el que estaba la mujer.

Nos abrió la vecina del 4ºB para decirnos que en el 4ºC vivía una chica, pero no sabía si estaba allí o no. Llamamos a la puerta, pero no se escuchaba nada. No sabíamos si era porque no nos quería abrir. La vecina volvió a salir corriendo para decirnos que la chica se iba a tirar”, asegura el agente.

Luis Manuel al lado Jefatura superior de la Policía Nacional en Castilla y León en la calle Felipe II de Valladolid

Fue entonces cuando dos policías entraron a la casa de la mujer que se quería quitar la vida. La chica se encontraba en la ventana con una cuerda al cuello para posteriormente resbalar y quedar colgada de la misma. 

Un final feliz

“Desde mi posición, la contraria a la ventana, veía una pierna. Se escuchaba: “Se ha tirado, se ha tirado”. Pensé que la habíamos perdido, más desde una cuarta planta. Las compañeras aseguraban que se había quedado enganchada en el tercero”, explica nuestro entrevistado.

La joven brasileña de 32 años quedó colgada de la cuerda. “Colgaba de la cuerda y no sabíamos si se estaba asfixiando o no”, añade nuestro protagonista. Fue el momento en el que entraron al tercer piso, cuando la chica punteaba, desde el cuarto, con los pies en la ventana.

“Lo primero que hicimos fue engancharla entre dos compañeros para que no se nos cayera. También pensamos que, si se nos caía, todos nos íbamos abajo. Vimos que tenía hecho un nudo y no un lazo a la cuerda que es lo que salvó la vida a la joven, porque esto hizo que el cordaje se le quedara enganchado en la mandíbula y no en el cuello”, añade.

Finalmente, gracias a un trabajo conjunto exquisito, consiguieron salvar la vida a la joven. La tranquilizaron y la introdujeron en el portal para, después, ser trasladada a un centro hospitalario. “No entendía que había salvado la vida de casualidad”, explica Luis.

Jefatura Superior de la Policía Nacional de Castilla y León en la calle Felipe II de Valladolid

Actuaciones que, tristemente, se repiten con frecuencia

La adrenalina que sienten los policías en el momento es tremenda. Es cierto que es su trabajo y que están ya acostumbrados a abordar este tipo de situaciones, pero también son personas. “En un error nos habríamos caído todos abajo desde una cuarta planta”, añade Luis Manuel, para añadir que “casi no lo contamos”. 

“Nos preguntábamos cómo se le ocurría a una chica tan joven el querer quitarse la vida. Esta chica, si nosotros no estamos, ya no estaría con nosotros. Cada vez son más los intentos autolíticos a los que nos enfrentamos. Nos sorprende el hecho de que son personas, o muy jóvenes o mayores”, asegura nuestro entrevistado. Pero esta joven brasileña tenía un hijo, algo por lo que luchar.  Y, tan solo 32 años, tenía toda una vida por delante.

Ante cualquier problema, lo mejor es acudir al hospital, para abordar cualquier tratamiento psicológico sin tener que llegar a llamar al 112 o al 091 y sin tener que requerir la presencia policial en el último extremo.

Por suerte, en esta ocasión, todo quedó en un susto tras una rápida actuación policial conjunta sumamente brillante.

 

 

 

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