Pedrajas de San Esteban es una localidad vallisoletana que se ubica en la comarca de Tierra de Pinares, a una distancia de 44 kilómetros de la capital provincial. Es un municipio conocido por ser uno de los mayores productores de piñones de España. Allí, sobre todo al sur del pueblo, nos encontramos grandes zonas de pinares. Predomina el pino Albar y el Negral.
Una economía que gira, como no podía ser de otra manera, alrededor del piñón en una localidad que cuenta, en la actualidad y como informa el Instituto Nacional de Estadística (INE), con 3.382 habitantes. Allí, sus fiestas grandes se celebran el 28 de agosto y son en honor a San Agustín. Ese mismo mes, pero el día 3, celebran a San Esteban.
Seguro que son muchos los que pasan, durante esos festejos o, cualquier día de la semana, por el Bar Feliche, que se ubica en la Calle Real Vieja, 5. Allí se ubica un establecimiento hostelero con una gran tradición familiar que abrió sus puertas, nada más y nada menos que en el año 1958.
Ahora está al frente Ángel Arranz Martín que habla con EL ESPAÑOL de Castilla y León de toda la historia del lugar.
Un hombre al que le gusta lo que hace
Nuestro entrevistado nació en el Bar Feliche. Literalmente podríamos decir. Lo hizo hace 61 años. Ángel es el claro ejemplo del hostelero que disfruta ejerciendo en un complicado y sacrificado oficio. Se nota, a la legua, como diría aquel. Y espera hacerlo hasta que se jubile. Ahí llegará el problema de la continuidad que tantos negocios están padeciendo en los últimos tiempos.
“Soy un tío al que le gusta lo que hace. Amigo de sus amigos, familiar y muy querido. Así me siento yo, por lo menos. Nací aquí, en Pedrajas de San Esteban. Soy una persona muy feliz abriendo, cada día, el bar familiar que me ha visto nacer y crecer”, asegura nuestro entrevistado.
Tiene un hijo que juega al hockey y que va a la universidad. Concretamente lo hace en un club puntero de la ciudad del Pisuerga como es el CPLV. Costará convencer al pequeño para que coja las riendas del bar cuando su padre se jubile. El tiene su vida y se está formando. El tiempo dirá.
La historia del Bar Feliche
“El bar se abrió en el año 1958. Tiene una gran tradición familiar. Fue mi padre, junto a mi madre, los que abrieron sus puertas por primera vez. Mi padre falleció hace cuatro años, a los 98. Antes se llamaba Bar Feliche y yo, al coger las riendas en el año 1989 hice varias reformas y cambié el nombre a Café Feliche”, asegura Ángel.
Un establecimiento hostelero con 66 años de vida. “El más antiguo de Pedrajas”, como explica nuestro entrevistado, que se ubica cerca de la Plaza Mayor del pueblo, centro neurálgico del lugar y, como no puede ser de otra manera, un punto de encuentro único de reunión para charlar, para jugar la partida, o pasar un buen rato acompañado de gente.
“El negocio lo llevamos entre mi mujer Diana y yo. Los fines de semana, sobre todo en verano, contratamos a camareros puntuales los fines de semana para sacar el trabajo adelante. Abrimos a las 12.30 horas, cerrando los lunes, y hasta aquí viene mucha gente a tomar el vermú”, señala nuestro protagonista.
Deliciosas gambas rebozadas y calamares
“Hasta aquí viene todo el mundo para disfrutar del vermú y comer nuestras deliciosas gambas rebozadas y los calamares. También ofrecemos tostas y, todo el que quiera, puede venir por la noche para relajarse y tomarse una copa”, añade Ángel Arranz Martín, que saca adelante su negocio con mucho esfuerzo, cada día.
Además, en el bar se celebran conciertos de diferentes corrientes musicales y colabora con el Grupo Zarandaja de jotas, el 23 de abril, con un espectáculo de música castellana de esa que hay que cuidar y que, tristemente y poco a poco, parece caer en el olvido.
“El nuestro es un bar al que todo el mundo quiere. Los Quintos siempre pasan por aquí y nosotros trabajamos con todo tipo de gente de las más diversas edades. De los cero años a los 80. Somos el establecimiento hostelero más antiguo de Pedrajas de San Esteban. Estoy muy cómodo y espero seguir dando el mejor servicio hasta que me jubile”, finaliza nuestro protagonista.
Larga vida a esos bares de pueblo como el Feliche que sirven de punto de reunión y unión en la provincia de Valladolid.
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