La ciudad de Valladolid se convirtió en un auténtico infierno durante la mañana del 8 de abril de 1937, hace ahora 87 años. A las 12:30 del mediodía, un avión republicano se presentó sobre la ciudad, sobrevolándola a escasa altura, y lanzó 700 kilos de bombas sobre la ciudad, que acabaron con la vida de 40 personas, entre ellas 12 niños que salían de la escuela, y provocaron un total de 65 heridos. Un duro golpe para una ciudad que llevaba casi un año sufriendo habituales bombardeos por parte de la aviación republicana, aunque ninguno tan mortífero como el de aquel 8 de abril.
La ciudad del Pisuerga había caído en manos de las tropas rebeldes el mismo 18 de julio de 1936, convirtiéndose pronto en uno de los buques insignia de la nueva España sublevada y, por tanto, en uno de los principales objetivos del asedio de la aviación gubernamental. De hecho, fue la sexta ciudad del país más bombardeada de la retaguardia durante la guerra civil, con hasta nueve ataques que causaron un total de 183 fallecidos. El bombardero que atacó la ciudad aquel 8 de abril de 1937 era un Tupolev SB 2 Katiuska, un aparato de fabricación soviética, que llevaba los colores de la bandera rojigualda para no causar alerta en su incursión en el espacio aéreo de la ciudad.
El principal objetivo del ataque era la estación de ferrocarril de la ciudad, con el propósito de cortar las conexiones con esta importante ciudad del bando insurrecto, pero una de las bombas golpeó a un edificio de viviendas de la calle de la Estación. Posteriormente, el avión dejó caer otro artefacto explosivo en la calle Joaquín Costa, al actual calle Dos de Mayo, destrozando otro edificio. Además, también bombardeó edificios en la calle de Miguel Íscar, la Academia de Caballería, donde se encontraba el cuartel general de Falange, y la fábrica de harinas de La Magdalena.
El sangriento ataque segó la vida de 40 personas en la ciudad que fueron enterradas en el Cementerio de El Carmen de la ciudad, mientras los más de 60 heridos, algunos de ellos de extrema gravedad, sin llegar a conocerse cuantos de ellos murieron finalmente, se repartieron entre el Hospital Militar y el antiguo Hospital Provincial. Un bombardeo que perturbó la vida cotidiana de Valladolid y contribuyó a aumentar aún más el pánico que ya tenía la población a posibles ataques de los republicanos desde que estalló la guerra.
El terror de dos años de bombardeos en Valladolid
En aquellas jornadas se vivía un auténtico terror a los bombardeos de la aviación gubernamental y, de hecho, la ciudad del Pisuerga fue la sexta ciudad de la retaguardia más bombardeada, después de Córdoba, Palma de Mallorca, Granada, Ávila y Sevilla. Desde que el golpe de Estado contra la II República triunfó en la ciudad, el mismo 18 de julio de 1936, esta se había convertido en uno de los principales blancos de la ira de las tropas republicanas, al ser uno de los centros neurálgicos del bando sublevado.
En aquellos meses, el ruido de sirenas en la ciudad era aterrador y, súbitamente, familias enteras bajaban a los sótanos de los edificios para ponerse a salvo. Junto a los refugios improvisados en los bloques de pisos, las autoridades proyectaron otros en lugares céntricos como la Plaza Mayor o la plaza de la Fuente Dorada, mientras los vallisoletanos costeaban la construcción del aeropuerto de Villanubla para hacer frente a los aviones republicanos.
En total, se produjeron nueve bombardeos en la capital y 11 en seis localidades de la provincia. El primero de ellos, solo un mes después del triunfo del golpe de Estado en la ciudad, el 1 de agosto de 1936, se produjo a las 8:30 de la mañana y dejó 30 muertos y 120 heridos. El segundo el 3 de agosto, con bombardeos por la mañana y por la tarde, con 12 horas de diferencia, con el resultado de 29 fallecidos y 126 heridos.
El 5 de agosto, en otro ataque de la aviación republicana, se produjeron 25 muertos y 110 heridos y el 23 de septiembre, a las 12:30 del mediodía, una bomba acabó con la vida de dos personas, produciendo un total de 130 heridos. El 8 de abril de 1937, hace ahora 87 años, un avión acabó con la vida de 40 vallisoletanos e hirió a 65, siendo el bombardeo más duro que sufrió la ciudad en la guerra, y ese mismo mes, el día 21, las bombas volvieron a caer sobre la ciudad en un ataque que golpeó la estación de ferrocarril, el centro farmacéutico y edificios de las calles de la Cadena y de la Lora. Ocho civiles murieron en aquel ataque, enmarcado en la sangrienta primavera de 1937.
Solo un mes después, el 21 de mayo, otro avión provocó 15 muertos y 60 heridos, al día siguiente otro bombardeo acabó con la vida de siete personas e hirió a otras 20 y el 16 de agosto murió una mujer y hubo cinco heridos en otro ataque. El 25 de enero de 1938, finalmente, y cuando las tropas republicanas comenzaban a perder la guerra civil española, se produciría el último ataque aéreo gubernamental sobre la ciudad, con un total de 14 personas muertas y 170 heridas.
Aquel ataque provocó importantes destrozos en edificios de las calles Gamazo y Manuel Sánchez, en bloques de la carretera de Madrid, en la Fábrica de Harinas y también en la Inspección de la Guardia Civil. Dos días después, los sublevados respondieron al ataque republicano sobre Valladolid con un violento raid sobre Barcelona que provocó 150 muertos y 500 heridos. Casi dos años de bombardeos en la capital vallisoletana en mitad de una sangrienta y fratricida guerra que terminaron pagando aquellos que eran menos culpables de la misma: los civiles.