El 2 de febrero de 2016, hace ahora ocho años, fue desmontado el monumento a Onésimo Redondo, fundador de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS) y dirigente falangista vallisoletano, que había presidido el cerro de San Cristóbal de la ciudad durante casi 55 años. Concluían así casi nueve años de polémicas desde la aprobación de la Ley de Memoria Histórica por el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero en 2007, que obligaba al desmantelamiento de todos los monumentos de exaltación a la dictadura franquista, pero a cuya aplicación se había resistido hasta entonces el alcalde popular Javier León de la Riva (1995-2015).
Se trataba de un memorial que consistía en dos pedestales que aupaban la figura del propio Onésimo haciendo el saludo fascista, rodeado de un obrero, un estudiante, un campesino y un combatiente, y con el yugo y las flechas, símbolo de Falange Española, en lo alto del mismo. Un monumento muy reconocible en la ciudad y que podía observar cualquier persona al entrar en la ciudad con su coche, aunque llevaba años en un considerable estado de abandono.
El monumento había sido inaugurado el 25 de julio de 1961, en un solemne acto al que acudió el dictador Francisco Franco en persona, conmemorando con el 25 aniversario de la muerte de Onésimo Redondo en 1936, y que congregó a 60.000 personas, entre ellos unos 20.000 falangistas, en lo alto del cerro vallisoletano, situado a cinco kilómetros de la ciudad. El entonces arzobispo de la diócesis de Valladolid, el doctor García Goldáraz, llevó a cabo la bendición del monumento, de 31 metros de altura, y después pronunciaron discursos el gobernador civil y el ministro de Agricultura, seguidos del ministro secretario general del Movimiento Nacional y del propio Franco.
El desmontaje del monumento, en cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica aprobada por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en 2007, tardó varios años en llegar tras las tensiones entre el Ayuntamiento de Valladolid y el Ejecutivo, que se intensificaron en el verano de 2015, tras la llegada a la Alcaldía del socialista Óscar Puente. Poco después de tomar el bastón de mando el nuevo Gobierno municipal de izquierdas, el entonces concejal de Urbanismo, Manuel Saravia, de Valladolid Toma la Palabra (VTLP), coalición capitaneada por Izquierda Unida en la ciudad, envió una carta al entonces ministro de Industria, el popular José Manuel Soria, para informarle de que se estaba incumpliendo la Ley de Memoria Histórica.
Según las previsiones, la desinstalación debía de llevarse a cabo en junio de 2015 tal y como se encontraba recogido en la contratación de las obras, que habían sido cerradas en el plazo de un mes, y a las que se destinó un presupuesto total de 108.546 euros para cumplir la norma que obligaba a la eliminación de símbolos y nombres franquistas. El día 2 de febrero de 2016, finalmente, trabajadores de la empresa Construcciones y Desmontes Ribera Navarra fueron los encargados de vallar el recinto y de instalar las casetas de obra para desmontar las cinco esculturas que componían el monumento.
En apenas seis horas, los operarios desmontaron una a una las cinco esculturas que conformaban el monumento y, previamente, la figura del yugo y las flechas, que ya se encontraba muy deteriorada por los actos de vandalismo de los años previos. El grupo escultórico, cuyo peso es de seis toneladas, fue trasladado de forma temporal a un almacén del Ministerio de Cultura ubicado en Alcalá de Henares, y, finalmente, al Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca, en el que se encuentra a día de hoy.
El fundador del fascismo español
Onésimo Redondo es considerado el fundador del primer grupo fascista español. Nacido el 16 de febrero de 1905, después de pasar una infancia entre campos y viñedos en su Quintanilla de Abajo natal (hoy Quintanilla de Onésimo) se trasladó a Valladolid en 1919 –con solo 14 años– tras lograr una beca para cursar estudios de Bachillerato en el Colegio Nuestra Señora de Lourdes, donde recibe una educación religiosa que marcaría su pensamiento. En el otoño de 1921, tras graduarse en el colegio se matricula en Derecho en la Universidad de Valladolid y se presenta a las oposiciones para Auxiliar del Ministerio de Hacienda. En diciembre de 1922 fue destinado a la Tesorería de Hacienda de Salamanca y se muda a la ciudad del Tormes.
Allí vivió el golpe de Estado del general Miguel Primo de Rivera, en septiembre de 1923, y apoyó el pronunciamiento, aunque por ese entonces seguía más centrado en sus estudios y en su trabajo que en la acción política. Durante esos años profundiza en autores que se convirtieron en referentes de su pensamiento político como José Ortega y Gasset o Marcelino Menéndez Pelayo, empieza a tomar conciencia de los problemas del campo castellano y entra en contacto con la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP), incrementándose su implicación política.
En 1926 solicitó la excedencia en su puesto de funcionario, finalizó sus estudios de Derecho y regresó a Valladolid. Al año siguiente trata de aprobar las oposiciones de para la Abogacía del Estado para mejorar su posición, algo que no consigue y que le sume en un profundo desánimo. Poco después vivirá una experiencia que marcará profundamente su ideario y su vida: se traslada a la ciudad alemana de Manheim para realizar un lectorado en la universidad.
Durante su estancia en el país germano se fijó con interés en el auge que estaba logrando por aquel entonces en el país el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP) de Adolf Hitler, cuyos postulados influyeron notablemente en la configuración del pensamiento político de Onésimo. Tras regresar a Valladolid, a finales de 1928, funda un bufete de abogados para temas civiles y de Hacienda, algo que compagina con la realización del servicio militar.
En 1929 se muda a la Acera de Recoletos (entonces Avenida de Alfonso XIII) de Valladolid y poco después se incorpora al Sindicato de Cultivadores de Remolacha de Castilla La Vieja, siendo nombrado secretario de la organización. Con el sindicato viajó por gran cantidad de municipios de Castilla e hizo labores de captación de nuevos miembros y de propaganda, participando en labores de construcción de acequias para la irrigación en zonas rurales que carecían de estas. Poco después, conoce a la joven Mercedes Sanz Bachiller, con la que comienza un noviazgo que se convertiría en matrimonio en febrero de 1931.
La proclamación de la Segunda República, el 14 de abril de 1931, le llevó a dar salto definitivo del sindicalismo a la política, desvinculándose por completo de los grupos católicos conservadores con los que había tenido relación al considerarles anclados en el liberalismo burgués. En junio de 1931 funda el semanario 'Libertad', que tuvo desde el inicio una línea editorial filofascista y filonazi –llegando a reproducir escritos literales de Adolf Hitler– y desde el que lanzó contundentes arengas contra el marxismo, el capitalismo internacional y los judíos. Onésimo había tomado como referencia el semanario madrileño 'La Conquista del Estado', que había fundado solo tres meses antes el intelectual fascista Ramiro Ledesma Ramos.
De las Juntas Castellanas a las JONS
En julio de 1931 fundó las Juntas Castellanas de Actuación Hispánica (JCAH), el primer grupúsculo protofascista de la historia de España, si bien incluía las características particulares del pensamiento de Onésimo, con una influencia del catolicismo y el agrarismo. El 10 de octubre de 1931, las JCAH se fusionaron con el grupo madrileño de Ramiro Ledesma conformando las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS), el primer grupo que asumió el nacionalsindicalismo como ideología.
Esta nueva teoría política defendía la creación de un Estado totalitario y corporativista –sin parlamentarismo ni partidos políticos– en el que los empresarios y trabajadores se mantuviesen unidos al servicio de la nación. Además, defendía la vía revolucionaria para conseguir sus objetivos y era decididamente antimarxista y anticapitalista, defendiendo la idea de la justicia social. El grupo asumió como emblema el yugo y las flechas, símbolo de los Reyes Católicos, y la "garra hispánica", creada por Ramiro Ledesma y que simbolizaba la recuperación de la "gloria imperial española".
Las JONS comenzaron a tomar impulso con su oposición frontal al Estatuto de Autonomía de Cataluña, que había sido aprobado en 1932, y en el mes de mayo, una manifestación jonsista celebrada en la ciudad de Valladolid contra el nuevo Estatuto se saldó con un muerto a manos de la Guardia de Asalto republicana. Onésimo apoyó el intento de golpe de Estado del general José Sanjurjo, en agosto de 1932, y, tras fracasar, tuvo que huir a Portugal, estableciéndose primero en Curia y después en Oporto, hasta 1933.
En octubre de 1933 vuelve a Valladolid, en un momento fundamental para la historia reciente de España. El día 29 de octubre, en Madrid, José Antonio Primo de Rivera –hijo del exdictador Miguel Primo de Rivera y editor de la revista 'El Fascio'– fundó Falange Española en Madrid, un nuevo grupo de inspiración nacionalsindicalista. Los contactos de las JONS con Falange fueron constantes durante los meses siguientes y desde el principio se habló de una posible fusión, que se terminó haciendo efectiva el 4 de marzo de 1934, en un acto celebrado en el Teatro Calderón de Valladolid que dio origen a Falange Española de las JONS.
La unificación con Falange y el inicio de la guerra civil
La creación del nuevo partido, y la posterior fundación de sus milicias, contribuyó de forma notable a un incremento de la violencia política en la calle, con choques habituales entre falangistas y socialistas o comunistas. En Valladolid, Onésimo Redondo fue el encargado de dirigir estas milicias, organizando las conocidas como "marchas deportivas", mientras se consolidaban organizaciones anexas al nuevo partido como el Sindicato Español Universitario (SEU), que comenzó a penetrar en las universidades españolas, o la Central Obrera Nacional-Sindicalista (CONS), que tenía como misión captar nuevos miembros en los centros de trabajo.
Durante el año 1935, Falange Española de las JONS incrementó su presencia callejera, en un clima de radicalización política cada vez mayor en la Segunda República, y comenzó a tejer cada vez mayores contactos con el exterior, recibiendo cuantiosa ayuda económica de la Italia fascista. El papel de Onésimo Redondo fue siendo cada vez más secundario en un partido ya controlado por José Antonio, y el vallisoletano se limitaba a llevar la batuta en la lucha del campo y de los agricultores y en las críticas a la reforma agraria de Manuel Azaña que, a su juicio, no había conseguido "librar al campesino" de su miseria.
Durante la segunda mitad del año el partido empezó a participar en conspiraciones para derrocar a la República, algo que se incrementó tras llegar al poder el Frente Popular en febrero de 1936. Finalmente, el 18 de julio de ese año se produjo el golpe de Estado, liderado por Emilio Mola y José Sanjurjo, y Falange Española de las JONS apoyó activamente el pronunciamiento. José Antonio había sido detenido y encarcelado en marzo de 1936, acusado de tenencia ilícita de armas, y el 20 de noviembre de 1936, ya iniciada la guerra civil, fue fusilado en la cárcel de Alicante.
El destino de Onésimo Redondo fue similar. El dirigente vallisoletano llevaba encarcelado desde el mes de marzo de 1936, acusado de conspirar contra la Segunda República, pero había sido liberado en julio tras producirse el golpe de Estado. Tras su puesta en libertad, dirigió a una columna de militantes falangistas que tenía Madrid como objetivo pero a su paso por el municipio segoviano de Labajos, tras confundir a un grupo de milicianos anarquistas con miembros del bando nacional, cayó abatido a tiros el día 24 de julio de 1936.
El 13 de junio de 1941, finalizada la contienda, sus restos fueron trasladados a un imponente mausoleo en el Cementerio del Carmen de Valladolid, donde aún descansan a día de hoy, y, al mes siguiente, se renombró a su localidad natal, Quintanilla de Abajo, como Quintanilla de Onésimo, nombre que mantiene en la actualidad. Además, se construyó un monumento conmemorativo en el lugar en el que fue abatido en Labajos. El 25 de julio de 1961, finalmente, se inauguró el monumento en su honor en el cerro de San Cristóbal que fue demolido el 2 de febrero de 2016, hace ahora ocho años, en aplicación de la Ley de Memoria Histórica.