Los mejores pinchos morunos se comen en un pequeño bar de Valladolid: el secreto está en la forma de hacerlos
Se elaboran en un bar que abrió sus puertas hace 13 años y su elaboración tiene miga
12 abril, 2024 07:00Noticias relacionadas
En todas las ciudades del territorio español existen pequeños rincones dignos de visitar para pasar un grato agradable y, sobre todo, para deleitarse con el mejor sabor de lo que ofrecen. En este caso, la carta es muy corta, pero dicen que “el que mucho abarca, poco aprieta”, por ello lo mejor es ofrecer lo justo, pero darlo bien, con calidad y consiguiendo que el cliente repita.
El Bar La Alhambra abrió sus puertas el 8 de agosto del año 2012, como asegura, en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León, Abdelhakim Essalhi Jilai, el propietario del establecimiento hostelero que se ubica en el número 1 de la calle Esgueva, en pleno centro de la ciudad del Pisuerga y muy cerquita del Teatro Calderón.
Allí, en un bar pequeño que ha conseguido este año ser galardonado con un Solete Repsol, podemos degustar el sabor de los mejores pinchos de Valladolid. Pinchos de pierna de cordero que se elaboran con mimo. Se condimentan a conciencia y se hacen a la brasa para que sepan a gloria.
Este periódico charla con Abdelhakim para que nos cuente cuál es el secreto de una elaboración que ha conquistado los paladares de vecinos y turistas que acuden hasta la ciudad del Pisuerga y que acaban enamorados de este gran manjar.
De Marruecos a Valladolid
“Nací en Marruecos hace 53 años. Llegué a España en 1990 y a Valladolid en el año 2006. Me considero una persona trabajadora, que lucha, cada día, por dar el mejor servicio a sus clientes y por conseguir que salgan de aquí con el estómago lleno y con una sonrisa”, asegura el dueño de La Alhambra a este medio.
Un establecimiento hostelero que tiene 13 años de vida. Nuestro protagonista tiene pocos recuerdos de su infancia en Marruecos, pero asegura sentirse muy contento y bien tratado en estas casi 20 primaveras que suma desde que llego a la ciudad del Pisuerga. “Me siento muy querido”, afirma.
Y eso que los inicios no fueron sencillos. Tampoco ayuda el mes de apertura, el de agosto, con un Valladolid vacío y con toda la gente de vacaciones por la costa. “Los primeros meses fueron complicados. Hasta las Ferias y Fiestas de la Virgen de San Lorenzo no empezó a conocernos la gente. A partir de Navidad, comenzamos a funcionar bien”, añade nuestro protagonista.
Su idea era la de triunfar y, gracias a su buen hacer, lo está consiguiendo.
El secreto de los mejores pinchos morunos de Valladolid
“Ofrecemos pinchos morunos de cordero, ensalada con tomate especial y unas patatas asadas que están deliciosas, todo con vino de la tierra, cerveza o refresco, lo que cada uno quiera. Lo que más vendemos y más gusta es el pincho de cordero”, confiesa Abdelhakim.
Unos pinchos que la pierna del cordero, de Castilla y León como no podía ser de otra forma, que está muy trabajado y preparado. Nuestro entrevistado compra la pierna, la limpia, la corta y después la condimenta, antes de pasarla a la brasa para hacerla. Ahí está la clave y el secreto, en la condimentación. Nuestro entrevistado no quiere darnos la receta porque “es la esencia y lo que nos hace únicos”, apunta.
“Desde el Domingo de Ramos, hasta el viernes, 5 de abril, hemos hecho seis pedidos con más de 1.000 piernas. Hemos vendido mucho y muy bien durante la Semana Santa y creo que la gente se ha ido muy contenta”, añade Abdelhakim, orgulloso, como no podía ser de otra forma ante el buen trabajo.
Un pequeño local que sufrió un susto hace poco
El dueño nos confiesa que el local tiene unos 70 metros cuadrados, y cuenta con un total de siete trabajadores. El dueño afirma que “si saliera una oportunidad pensaría en cambiar a otro más amplio”, pero asegura que “los clientes ya se han acostumbrado al sitio” en algo que es “una seña de identidad de su negocio”.
Y eso que el pasado sábado, 6 de abril, tuvieron un gran susto con un incendio en la campana extractora del lugar, pero, por suerte, todo quedó en un susto y el Solete Repsol, que, a tanta gente atrae, sigue brillando en el lugar.
“El trabajo que hacemos en La Alhambra es duro. Comprar, limpiar, cortar, condimentar, pinchar, y pasar por la brasa antes de que llegue al plato. Pese a todo, pensamos que nos queda mucha vida por delante”, finaliza Abdelhakim.
A los mejores pinchos de Valladolid les queda, aún, mucha alegría que dar.