La situación en el Centro de Menores Zambrana de Valladolid es límite. Las últimas agresiones han avivado, en los últimos días, una tensión brutal en el lugar. Los profesionales, tanto educadores, como vigilantes, de un espacio que se ubica en el barrio de Las Delicias de Valladolid han tenido que salir a la calle para exigir cambios, y también, para pedir que se respeten sus derechos.
Fue el pasado viernes, 19 de abril, cuando los trabajadores del centro, cansados ya ante tal situación, se concentraban para pedir cambios, más ahora que se supone que la dirección del centro cambiará en breve.
Una de ellas es Idoia, que suma casi 14 años trabajando en el lugar. Vitoriana de nacimiento, pero casi ya, vallisoletana de adopción, nos cuenta con los problemas que se encuentra, cada día, en el Centro de Menores Zambrana y pide cambios. “Si no hay mejoras laborales, da igual quién lleve la dirección”, afirma.
La entrada en el Zambrana tras pasar por Madrugadores
“Entré en el Centro de Menores Zambrana en el año 2010. Casi por casualidad. Necesitaban una maestra del taller de manualidades de forma urgente. Yo trabajaba como monitora de Madrugadores en un colegio. Fue la coordinadora del servicio la que dio mi currículum a la del Zambrana. Tras unos meses entré el 1 de septiembre. Trabajé siete años haciendo sustituciones y pasando por todas las unidades del centro, tanto de chicos como de chicas. Desde diciembre de 2017 soy fija indefinida”, apunta Idoia, en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León.
Así llegó nuestra entrevistada hasta un lugar que se ubica en el barrio de Las Delicias de Valladolid y que está en el ojo del huracán después de las últimas agresiones y a la espera de que, como señaló la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades, se produzca un cambio en la dirección del lugar.
La vitoriana, nacida en Vitoria-Gasteiz, llegó hace 20 años a la ciudad del Pisuerga, tras estudiar magisterio en Lengua Extranjera. Se considera una “mujer normal” haciendo el “trabajo que le gusta” como educadora. Nos confiesa que su sensibilidad “por lo social” le “viene de su madre”. Ella fue cocinera en un comedor social. Desde pequeña ha podido ver los giros que da la vida y lo importante de tener la mano tendida por parte de alguien dispuesta a ayudar.
“Cuando entré, el perfil de los menores era diferente. Había mucha población de origen marginal, con poca supervisión paterna y mucha calle. Sin embargo, eran muy respetuosos con la figura del educador. Todo lo contrario de lo que ocurre hoy en día”, confiesa nuestra protagonista.
La educadora del Centro de Menores Zambrana añade que “siempre ha habido conflictos” la mayoría de ellos internos, pero en los que “se respetaba tanto a los educadores como al personal de seguridad”.
Algo que ahora, ha cambiado, y mucho.
Una situación “complicada” y falta de educadores
“Ahora la situación ha cambiado mucho y es complicada. Sobre todo, por la falta de autoridad del personal. Las agresiones duelen siempre, aunque no sean directamente hacia tu persona. Cuando te cuentan que han agredido a un compañero, bien sea personal educativo o personal de seguridad, te invaden un montón de emociones, todas ellas negativas”, señala la trabajadora del centro.
Emociones como tristeza, rabia, indefensión y preocupación. Los compañeros de trabajo lo son todo en un trabajo como este. Ellos se apoyan mutuamente cuando se produce una situación tan desagradable como una agresión. “Cuando agreden a uno de los nuestros es como que te lo hacen a ti personalmente”, apunta Idoia.
Ella, por fortuna y directamente, no ha sufrido ninguna agresión física, pero ha estado, como nos confiesa, en alguna situación en la que su integridad física “ha estado en peligro”. Sin embargo, la rápida intervención de sus compañeros “evitaron males mayores”.
La educadora apunta que “hay una tremenda falta de educadores” en el Zambrana. Señala que “si con las condiciones del pliego” ya “trabajan con personal mínimo” y se “abren más estancias” con la correspondiente división de personal “existe riesgo” y señala que en el último año “hay turnos que no llegan al número mínimo de profesionales”.
“Actualmente hay 16 trabajadores de lunes a domingo en turno de mañana. 16 en el de tarde, de lunes a jueves y 17 en el de tarde: viernes, sábado y domingo. Si hablamos del turno de noche, siempre contamos con cuatro educadores. El personal mínimo imprescindible rondaría los 20 educadores por turno. Además de atender a los menores en las unidades, hay que acompañar también a estas personas para que realicen gestiones en el exterior”, explica.
Una protesta con petición de cambios ante una situación límite
El pasado viernes, 19 de abril, los trabajadores del centro bajo el paraguas de CCOO, se concentraban ante la Gerencia de Servicios Sociales de Valladolid para pedir mejoras en las condiciones de trabajo. También paraque les “conviertan en personal laboral” ya que “la gestión del centro pertenece a la Junta de Castilla y León” y “solo usa una empresa que ejerce de intermediaria”. Al final, la empresa paga y la institución regional dice cómo deben trabajar.
“Creo que la dirección del centro no ha hecho una buena gestión. Es cierto que, desde diciembre, sí que ha habido un cambio para intentar revertir la situación, pero este paso lo han dado muy tarde. Han dejado caer el centro por no escucharnos a tiempo. Ya lo avisábamos desde el Comité de Empresa del Centro y nadie nos ha escuchado”, apunta Idoia.
Como ya comentaban a este periódico fuentes de CCOO el pasado miércoles, 17 de abril, “no se cubren las bajas”. Además, han tenido que reclamar la devolución de horas, tanto de formación, como de extras trabajadas, e incluso, “se deniegan los días de asuntos propios” o “las horas sindicales porque no hay personal”. Sobre el cambio en la dirección, no es muy optimista. “Si no hay mejoras laborales, da igual quién lleve la dirección”, asegura, añadiendo que “trabajar los siete días de la semana es agotador”.
“No quiero ver a los compañeros salir llorando o rotos por la tensión. Queremos que el Zambrana vuelva a ser el centro que era. Ya no solo para los trabajadores, sino también, para los propios internos y la sociedad en general porque, al final, su paso por el centro no va a servir de nada”, finaliza Idoia.