Los municipios de Castilla y León tienen un encanto peculiar. El paso de los años transforma la fisionomía de las localidades, pero hay restos históricos que, si se protegen, perduran en el tiempo. Estas estructuras arquitectónicas aguardan historia. Nada más apurar los últimos kilómetros para llegar a San Pedro de Latarce se observa su muralla, una edificación construida en los siglos XII y XIII con canto rodado y argamasa de tierra y cal. Pese a que el paso del tiempo ha pasado factura en su estructura, la edificación sigue conservando su encanto. Ahora en desuso, el interior de la muralla ha sido escenario de mercados medievales y no sería de extrañar que fuera también parte de un largometraje ambientado en el Imperio romano.
Esta curiosa muralla custodiaba un castillo romano, del cual no se conservar restos. El origen de la construcción del conjunto del castillo podría estar en un circo romano debido a sus 350 metros de longitud y su altura, que oscila entre los 9 y los 12 metros. La muralla fue edificada como puesto avanzado fronterizo en las Guerras Cántabras que acontecieron entre el año 29 a. C. y 19 a. C. Por aquel entonces, cántabros y astures ocuparon la mayor parte de los territorios, hoy pertenecientes a las provincias de León, Palencia o Burgos.
San Pedro de Latarce puede presumir de conservar una muralla declarada Bien de Interés Cultural del Patrimonio Histórico Artístico regional y nacional. A lo largo de los años y debido al desprendimiento de materiales, la edificación ha sido sometida a varias intervenciones para mejorar su estado de conservación. No fue tarea sencilla debido a que se trata de una construcción singular y casi única por la anchura de casi dos metros y medio de sus muros.
Para los cerca de 500 habitantes empadronados en San Pedro de Latarce, atendiendo a las cifras de Instituto Nacional de Estadística, sería un regalo que su localidad fuera escenario de películas ambientadas en el medievo. Pararse enfrente de la majestuosa muralla e imaginarse ver en la pantalla un relato en el que se indaga en las raíces y se ensalza a la tierra. No hará falta materiales de decoración, la presencia de la muralla hace que el reloj de arena retorne. La imaginación hace el resto.