"Hacemos 300 o 400 kilos al mes": los herederos del Alarcón protegen el legado del mejor torrezno de Valladolid
Justo Díez y su pareja regentan el Castivera, el mismo local que sus padres fundaron en 1987 bajo el mismo nombre de la calle y que fue todo un icono de la ciudad
7 mayo, 2024 07:17Son un verdadero icono gastronómico. Con sus propios adeptos, también detractores, pero el torrezno es uno de los platos que más gustan y satisfacen nuestras papilas dentro del mundo culinario de España. Y más concretamente en Valladolid, ciudad con la que están íntimamente relacionados, con el permiso de Soria.
Muchos son los bares que intentan situarse en el top 1 de los establecimientos que tienen los torreznos más famosos. Pero si hay uno que sobresale sobre el resto, en la ciudad del Pisuerga, ese fue el Alarcón. Sin embargo, hace ocho años dejó de llamarse así, aunque mantienen la esencia viva de aquel bar que abrió sus puertas por primera vez allá por el 1987 en la calle de mismo nombre.
Y es que el bar Castivera está regentado por los herederos de los fundadores del Alarcón, Justo Díez y su pareja. Aunque durante una etapa, con la llegada de la jubilación de los padres de Justo, estuvo en manos de otra propiedad, concretamente en la de uno de sus trabajadores, que posteriormente registró el nombre, hace ocho años este hostelero vallisoletano regresó a la ciudad del Pisuerga y junto a su pareja decidió coger las riendas del bar de sus padres. "Hacemos más o menos 300 o 400 kilos de torreznos al mes", reconoce en palabras a EL ESPAÑOL - Noticias de Castilla y León.
Unos números que, lógicamente, dan buena fe de que Justo y su pareja han logrado proteger el legado que dejaron sus padres, que no es otro que el del mejor, o al menos más famoso o icónico, torrezno de Valladolid. "Mis padres empezaron dando los torreznos y la oreja, raciones así un poco de pueblo porque tuvieron un bar en Villanubla y entonces vinieron a la ciudad", recuerda el hostelero.
Tras casi dos décadas en la calle Alarcón, sus padres se jubilaron y Justo se fue a estudiar fuera de Valladolid. Fue hace ocho años cuando Justo y su pareja regresaron a Valladolid para "seguir con lo mismo que empezaron mis padres".
Eso sí, tuvieron que hacerlo con otro nombre, el Castivera, pues el último propietario del Alarcón registró el nombre y, por tanto, no podían utilizarlo. No obstante, mantienen el local original y ahí es donde han mantenido el legado de sus padres que todavía permanece perenne en la memoria de los vallisoletanos. "Teníamos estudios, cada uno de una cosa, y veíamos como la cosa no avanzaba. Fue un poco por necesidad, surgió esta oportunidad y nos vinimos para acá", relata Justo.
Con esta nueva aventura, decidieron seguir un poco las líneas maestras del Alarcón. Por un lado, porque ya era "muy conocido" y, por otro, por la "nostalgia de mis padres". "Queríamos seguir con algo que fuera lo mismo que habían empezado, para que fuera más fácil para nosotros también", reconoce el hostelero.
Por supuesto, el torrezno lo siguen haciendo exactamente igual. "No ha cambiado nada", asegura, al tiempo que insiste en que han intentado "seguir todo lo más parecido para recuperar clientes de antes". Su secreto principal es la "materia prima", pero también el "darle rotación".
"El torrezno es un producto fácil, pero a la vez complicado. Tienes que darle reciente, no vale cualquier torrezno o la grasa que tenga. Es un producto básico, pero difícil de darlo bien. Tienes que rotarlo mucho", explica un orgulloso Justo Díez.
Pero el Castivera también ha traspasado más barreras. Y es que no son solo los torreznos o la oreja rebozada de sus padres, también se han convertido en un icono de las tortillas. Son varios los tipos de tortillas de patatas con las que cuentan y las hay de muchos sabores.
"Para complementar un poco la oferta, lo que hicimos es que por las mañanas damos con el café un trocito de tortilla y se nos ocurrió hacerlo de diferentes sabores para que hubiera más variedad. Ha tenido buena acogida, también tenemos buenos precios y eso supongo que será importante. La verdad es que nos va bien así", admite con una sonrisa en la cara.
Aunque ya no se llame el Alarcón, el Castivera sigue resguardando los mejores torreznos de Valladolid y la esencia de ese primer bar que un día se convirtió en todo un icono de la ciudad del Pisuerga. "De hecho hay gente que incluso después de ocho años nos dice 'ah, pero si habéis cambiado el nombre'", sentencia Justo Díez.