Manos llenas de grasa, olor a goma, pegamento, a taller de los de toda la vida. Eso es lo que uno se encuentra al abrir una puerta. No es una puerta cualquiera, sino la de una furgoneta que recorre Valladolid y su provincia con el fin de ayudar a la gente.
El nombre ya da una pista: Ciclohome. Y es que uno, al charlar con Diego Blas, se siente como en casa; como en su propio hogar.
Podríamos decir que se trata de un proyecto para arreglar bicicletas, cualquier tipo de bicicletas, nos dice Diego, pero es mucho más: es el proyecto de una vida, pasada y futura.
Pasada, por el amor por un mundo inculcando desde pequeño, desde esas carreras a finales de los años 80 y futura, por los proyectos que Blas tiene para su pequeño negocio que le hacen sonreír como un niño.
El presente nos lo muestra a El Español Noticias Castilla y León recién llegado de impartir unas clases en Ávila a la Cruz Roja, dentro del carácter social de su proyecto. “Pensé que esa parte social iba a tardar más en llegar, pero empezó a través de un colegio de Valladolid y derivó a la Fundación Intras, con formación a los chicos, que casualmente uno de ellos trabajará conmigo en breve”, asegura.
Un proyecto que define como “muy ilusionante”, porque “no tengo la sensación de trabajo; es un regalo”. Diego ha descubierto con estas experiencias “la dimensión que puede tener la bici en la vida de los chicos es alucinante”. Unos proyectos sociales donde colaboro donde “capto bicicletas que luego dono a un albergue, por ejemplo o ‘Pedaladas contra el estigma’, que ha cumplido su tercera edición y que van desde Valladolid hasta algún lugar por etapas, haciendo sensibilización sobre la enfermedad mental”. “Hay muchas aplicaciones en los que la bicicleta es esa excusa para conseguir distintos objetivos y me encanta formar parte de ello”, sentencia.
Pero Ciclohome tiene otra parte, la de la reparación de “cualquier tipo de bicicletas”. “Como tengo el carácter de taller móvil, por suerte, me estoy encontrando con reparaciones de bicicletas muy curiosas y, lo que es lo más bonito e importante, las historias detrás de las personas”, apunta Diego.
Inicios
Se mueve por Valladolid y toda su provincia con su furgoneta, aunque en los inicios no tenía esa idea de negocio. “Llevaba muchos años con intención de crear un negocio y como la bicicleta ha sido mi pasión, me lancé gracias a un amigo que me inspiró”. Ese amigo lo conoció en la montaña palentina. “Yo le enseñé escalada y al final él montó un negocio de reparación de pies de gato, y cuando yo le daba vueltas a la idea de negocio, me dijo que por qué no hacía lo mismo con la bicicleta”, recuerda.
Se formó, diseñó el plan de negocio y creó toda la infraestructura. “La idea inicial era hacerlo en una bicicleta con un carrito, lo que derivó en una bicicleta de carga, pero me dijeron que entre la puesta y la salida del sol no me permitían moverme, así que valorando pros y contras, me lancé con la furgoneta, que es donde puedo dar un servicio de calidad”, señala.
Ese servicio le lleva a pequeños pueblos de la provincia donde “tienes la sensación de que eres como Papá Noel, porque tienen sus bicicletas paradas desde hace años y están muy agradecidos de que les des esos servicios”. También en la capital, lugar donde “me estoy encontrando muchos clientes, algo que no me esperaba”.
Ya sea en la capital o en los alrededores, Diego Blas tenía claro que no quería tener un lugar físico “porque estás atado a un horario y necesito libertad”. Y es que tras diez años como encargado del restaurante Le Bistró, acabó “cansado de estar siempre en el mismo lugar, y el cuerpo me pedía movimiento, aunque “me permitió conocer cómo es la gestión de una empresa y coger confianza en reconocer las oportunidades de negocio. Gracias a todo eso decidí montar mi negocio, porque reconocí en mí esas cualidades”.
Futuro
El pasado de Diego Blas habla por sí mismo, al igual que el presente. ¿Y el futuro? Pues en él, el fundador de Ciclohome, quiere “que el crecimiento sea pausado pero seguro”, aunque tiene algo muy claro. “Me gustaría poder desarrollar el proyecto ciclo escuela y llevar la bicicleta a todo el mundo”, asegura. “Un proyecto en el que los niños y niñas trabajen varios aspectos de la bicicleta”, señala mientras piensa en el futuro cercano.
La formación educadora de Blas se nota también en su deseo para Valladolid, donde “quiero contribuir en el cambio de la ciudad, en esa convivencia entre conductor, patinete, bicicleta y peatón” porque considera que “hay un gran desconocimiento y falta de empatía, ya todos hacemos cosas mal; todos nos equivocamos, y ese respeto, esa convivencia parte desde la educación de las escuelas, que es donde me gustaría incidir”.
Dejamos atrás esos olores a taller y cogemos, como no, la bicicleta para recorrer la ciudad soñando, como Diego Blas, en un futuro más respetuoso y solidario pero, ante todo, con ganas de conocer, como dice este emprendedor, las historias detrás de las personas.