El 2 de agosto de 1602 es una fecha muy especial para Valladolid. Sí, en esa época la ciudad del Pisuerga era la capital del reino, así lo ordenó Felipe III, entre el 11 de enero de 1601 y el 4 de marzo de 1606. Pues bien, ese día se vivió un hecho extraordinario, pero olvidado por muchos de sus vecinos cuando fue todo un acontecimiento histórico. Un hombre se enfundó el primer traje de buzo de la historia y permaneció durante más de hora bajo las aguas del Pisuerga.
La Asociación de Amigos del Pisuerga y el Ayuntamiento de Valladolid, en la zona del río de Tenerías, realizaron hace seis años una recreación como homenaje.
Ese hombre tenía un nombre: Jerónimo de Ayanz y Beaumont, un militar e ingeniero navarro nacido en 1553 que además cultivó a lo largo de su vida la música y la pintura. Destacó por sus hazañas en Flandes, que llegaron a ser recogidas por Lope de Vega, y se ganó su ingreso en la Orden de Calatrava tras evitar un atentado contra Felipe II. Pero en Valladolid es conocido por este otro hecho. Inventó su propio diseño de traje de buceo y pasó a ser el artífice de la primera inmersión con respiración artificial de la historia.
Un viernes de agosto que no se perdió ni el mismísimo rey Felipe III, que en verano residía en un palacio junto a la ribera de este río cuyos restos pueden verse todavía frente a la Playa de las Moreras. El borbón pudo presenciar la gesta en compañía de su séquito desde su galera de recreo, el Palacio de la Ribera, que actualmente está desaparecido.
Toda esta hazaña está recogida en los documentos del Archivo General de Simancas. Así podemos saber que este primer traje era de piel de vacuno con dos conductos que permitían la entrada y la expulsión de aire. Los conductos partían de una rudimentaria escafandra y se conectaban un fuelle que impulsaba el aire.
Al contrario del sistema que había en ese momento, el sistema de campana, el buzo podía permanecer mucho tiempo sin salir al exterior y, sobre todo, contaba con una libertad de movimiento que era vital para el principal objetivo de este Leonardo da Vinci. El de rescatar riquezas del fondo del mar y recoger las perlas tan abundantes en América. Ahí es nada.
Nadie se perdió el espectáculo. Fueron cortesanos, gente de alcurnia y espectadores del pueblo llano, haciendo de todo esto, como le gustaba a Felipe III, un show. Y así fue cómo el primer buzo de la historia se mantuvo debajo de las turbias aguas del Pisuerga durante más de una hora. Estas fueron sus declaraciones.
Su Majestad quiso ver lo que parecía más dificultoso, que era poder un hombre trabajar debajo del agua espacio de tiempo. Así, por agosto del año pasado de 1602, fue con sus galeras por el río de esta ciudad al jardín de don Antonio de Toledo, donde hubo mucha gente. Eché un hombre debajo del agua, y al cabo de una hora le mandó salir Su Majestad y aunque respondió debajo del agua que no quería salir tan presto porque se hallaba bien, tornó Su Majestad a mandarle que saliese. El cual dijo que podía estar debajo del agua todo el tiempo que pudiera sufrir y sustentar la frialdad de ella y el hambre.
Un inventor que ha caído en el olvido y eso que patentó casi 50 inventos. Valladolid tuvo muy cerca a una de las grandes mentes de la historia que se sentaba en la misma mesa que Leonardo Da Vinci, pero al contrario del italiano, el navarro construía, aplicaba y explotaba.