Cabezón de Pisuerga es un municipio vallisoletano que se ubica a las orillas del río que lleva el mismo nombre, a unos 12 kilómetros de la capital. En la actualidad, y según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) cuenta con una población de 3.823 habitantes.
Se trata de una de las poblaciones más antiguas de la provincia vallisoletana. El porqué de su existencia, y también de su importancia histórica, lo hallamos en la situación privilegiada de su emplazamiento. Pasa por ser un lugar cómodo a la hora de atravesar el río y también un lugar de observación, gracias a que es dominado por un alto risco. Por ello parece que toma el nombre de la localidad.
Su historia se remonta a los tiempos de los romanos. En el subsuelo de Cabezón nos podemos encontrar con numerosos restos como los de la villa romana de Santa Cruz, que se ubica a pocos kilómetros del pueblo. En la Edad Media, Cabezón pasaba por ser el centro de un área de influencia entre las que se incluía a Valladolid.
En la localidad pucelana nos encontramos con el Bar El Paseo. Está regentado, en la actualidad, por Juan Antonio y Natalia Gómez Robles, dos hermanos de 46 y 50 años respectivamente que cogieron el testigo de su padre que abrió el local allá por el año 1995, hace ya 29 primaveras.
EL ESPAÑOL de Castilla y León conoce más de la historia de un establecimiento hostelero muy querido por los vecinos del lugar.
La vida de los dueños actuales
Juan Antonio estudió Primaria en el colegio San Agustín y Delinación en el Politécnico. Natalia comenzó estudiando en eel Patrocinio San José y está dentro del mundo de la natación profesional. De hecho, es campeona de España de 50 y 100 metros libres. Se casaría con el conocido delantero del Real Valladolid, Dragan Isailovic, con el que tuvo dos hijos. Estuvo viviendo por varios países hasta que se instala en Cabezón para ayudar a su hermano con el bar.
“En el año 1995, nuestro padre decide montar un negocio para nosotros. Mi padre trabajaba en FASA y mi madre en El Corte Inglés. Yo, un año después, comienzo el servicio militar en la Academia de Caballería, y lo alterno con el trabajo de camarero en El Paseo. Hay decoración de todos los viajes en el local”, asegura orgulloso Juan Antonio en declaraciones a este periódico nuestro local es como un pequeño museo.
La infancia de ambos, como nos confiesa Natalia, fue “de las de antes” con una “familia que nos educó muchísimo” y con “unos padres que nos querían a rabiar”. De hecho, fueron ellos los que mueven a sus hijos a llevar el negocio que se mantiene hasta hoy.
Lo hace, después de 29 años de un gran y duro trabajo.
29 años de historia
“La vida del bar arranca en el año 1995 con un local pequeño que en tres años tuvimos que ampliar gracias a nuestros menús del día que hoy, 29 años después, seguimos dando. Nos situamos en una calle peatonal y contamos con una terraza sensacional en verano. Por aquí pasan decenas de personas cada día y estamos muy satisfechos por ello”, añade Juan Antonio.
Las puertas las abre el 13 de octubre de 1995, tras la acción de sus padres. En la actualidad, el establecimiento hostelero se ubica en la Avenida de Castilla y León de Cabezón de Pisuerga y se trata de un local con 110 metros cuadrados en el que trabajan siete empleados.
“Ofrecemos desde desayunos hasta menú del día, pasando por una amplia carta de elaboraciones. También servimos copas y café. Queremos resaltar que todo es casero. Confiamos en la comida casera para ofrecer a nuestro cliente, siempre lo mejor”, explica Natalia convencida.
Lo casero lleva más trabajo, pero siempre triunfa.
El futuro
“Vemos el futuro del negocio con optimismo. Seguiremos funcionando ya que estamos en el mejor momento y estamos diversificando con negocios de construcción en Paraguay ya que mi mujer es de allí y trabaja con nosotros”, asegura Juan Antonio.
Sobre si es complicado llevar un negocio en el medio rural afirma que “es más complicado que en la ciudad” y que lo que buscan, ambos hermanos, “es seguir unos años y retirarse antes de la jubilación”.
El Paseo, un bar mítico en Cabezón de Pisuerga que tiene mucha vida por delante.
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