La fiscal del caso del doble crimen de Santovenia de Pisuerga ha elevado hasta los 60 años de cárcel su petición de pena para Pablo Antonio Santamaría, alías ‘el Chiqui’, al que considera autor de dos asesinatos, el de Dionisio Alonso y del jefe de la Unidad Especial de Intervención (UEI), el teniente coronel Pedro Alfonso Casado, cometidos el 1 de julio de 2022. A estos dos delitos se suman otros tres como tenencia ilícita de armas, secuestro e intento de asesinato.

Por su parte, el abogado que representa a la viuda y las dos hijas del teniente coronel reclama 84 años de prisión por el acusado, uno más que acusación popular ejercida por la Asociación Víctimas. Además, el letrado de la familia de Dionisio Alonso pide 75 años, mientras que el abogado de uno de los hermanos del teniente coronel solicita la misma pena que el fiscal. Por su parte, el letrado que defiende a Iván, al joven que presuntamente tuvo secuestrado ‘el Chiqui’, pide ocho de cárcel.

Mientras tanto, el abogado de Pablo Antonio Santamaría, que empezó solicitando la absolución de su cliente, solicita una pena de doce años y medio de prisión, ya que sostiene que ambas muertes son homicidios, aunque en el caso del agente de la Guardia Civil se produce en concurso de un delito de atentado. Además, considera que no hubo ningún secuestro y sostiene que el acusado padece un trastorno delirante crónico que le hizo mentir en su declaración en fase de instrucción, así como que actuó bajo los efectos del alcohol y las drogas. Por ello, ha reclamado que se tengan en cuenta las atenuantes de drogadicción y el haber obrado por un arrebato.

Y es que, en la penúltima jornada del juicio que se sigue en la Audiencia Provincial -mañana el presidente de la Sala elevará al jurado popular las preguntas del veredicto-, el acusado también ha aprovechado su derecho a la última palabra para en un escueto discurso de apenas seis segundo pidió perdón a la sala y a los familiares y amigos de las víctimas.

En cualquier caso, la fiscal ha sostenido en su exposición final que el acusado asesinó a Dionisio Alonso con alevosia y ha recordado que en fase de instrucción ‘el Chiqui’ reconoció que “no le dejé decir ni mu”. También ha argumentado que no hubo una provocación por parte de Dionisio acorde a la respuesta del acusado y que el asesinato fue preparado, ya que ‘el Chiqui’, tras una pelea inicial entre las familias, cogió su moto, se desplazó hasta Geria a por el fusil y después regresó a la vivienda de su exmujer en Santovenia.

Sobre esto, la defensa ha mantenido que existe un delito de homicidio y no de asesinato, dado que existió una provocación previa por parte de la víctima contra su familia, incluidas amenazas, así como una “agresión brutal” del hijo de Dionisio contra su hijastra semanas antes del día de autos. En este sentido, ha recalcado que su familia se fue de casa por que tenía “terror” y “pánico” a la familia de Dionisio por su ansia de venganza a la pelea que se había producido antes entre ambas familias.

La fiscal también ha acusado a Pablo Antonio Santamaría de un delito de tentativa de asesinato sobre Aitor, el hijo mayor de Dionisio. En este sentido, la fiscal también se ha referido a las declaraciones del acusado en la fase de instrucción, donde asegura: “Si lo cazo, también cae”. Además, ha considerado probada que tras disparar a Dionisio intentó cargar de nuevo el arma y salió corriendo detrás de Aitor, hasta que al llegar al portal vio un coche de la Guardia Civil.

La defensa ha negado que en el algún momento intentara asesinar a la hijo de la víctima, tal y como sostiene la fiscal, y también ha descatado el delito de secuestro. En este sentido, ha indicado que el presunto secuestrado, Iván, que en este momento era el novio de su hijastra, fue un colaborador de ‘el Chiqui’ para atrincherarse después de disparar contra Dionisio, interpretando el papel del “novio complaciente”. A su vez, ha recalcado las mentiras sistemáticas de Iván y se pregunta como es posible que el presunto rehén pudiera utilizar su móvil durante el secuestro.

Sin embargo, la fiscal considera demostrado que el acusado secuestró a Iván, que entonces era el novio de su hijastra, se quedó voluntariamente en la vivienda junto al acusado en un primer momento, aunque una vez dentro se vio involucrado en una situación que no se esperaba. “Iván era el novio meritorio, no sé si participó o no en la pelea previa, entró en la vivienda por voluntad propia pero luego se encontró una fiesta que no esperaba”, ha asegurado la fiscal.

Además, ha argumentado que los agentes de la UEI reconocieron en su declaración que pudieron oír los gritos de Iván pidiendo socorro y sus expresiones de miedo. Además, ha indicado que fue el propio acusado el que puso como condición a la Guardia Civil que soltaría a su rehén a cambio de metadona, tal y como acabó produciéndose.

Arma letal

En el caso de la muerte del teniente coronel, la fiscal también considera que se trata de un asesinato, dado que en todo momento el condenado sabía que si disparaba a través de la puerta alcanzaría a un guardia civil, al que hay que sumarle el agravante de ser un atentado contra la autoridad.

En su alegato, ha recalcado que el acusado sabía perfectamente que los agentes se encontraban en el lado derecho y también conocía la potencia del arma que estaba utilizando. “Mi acusación sería la misma si el disparo no hubiera alcanzado a ningún agente”, ha aseverado. En este sentido, ha recordado que los propios agentes de la UEI indicaron que no hay en el mercado ningún tipo de casco capaz de detener el disparo de un Mauser, un rifle que en la actualidad se utiliza como arma de caza mayor por su poder destructivo.

Junto a estos delitos, el Ministerio fiscal también suma el de tenencia ilícita de armas, con el agravante de que el número de serie del rifle, que el acusado aseguró encontrarse en un descampado junto a paquete de munición, se encontraba borrado de forma intencionada.

Si bien, el abogado defensor del acusado ha mantenido que el disparo que acabó con la vida del teniente coronel Pedro Alfonso Casado, fue un “desgraciado accidente” y ha pedido que sea condenado por un homicidio imprudente y no por asesinato, como mantienen el resto de las partes. “En ningún caso quiso matar a ningún guardia civil", ha afirmado. 

Atenuantes

Por último, la fiscal ha sostenido que en este caso no cabe ningún tipo de atenuante, ya que el acusado no actuó bajo los efectos del alcohol o las drogas, ni lo hizo bajo un síndrome de abstinencia. Así, la fiscal ha indicado que tras ser detenido y, en presencia de un abogado, no quiso ser reconocido por el médico forense, momento en el que si podría haber demostrado que había consumido drogas y alcohol.

Además, ha hecho referencia al informe de los forenses, que recalcaron que el acusado se encontraba en plenas facultades cuando cometió los crímenes, a la vez que descartaron que sufra enfermedad mental, presentando solo “rasgos de personalidad antisocial”. A su vez, la fiscal ha advertido que en todo momento, tanto en sede judicial, como cuando se encontraba en el interior de la vivienda, el acusado “nos intentó engañar” y quiso simular que se encontraba bajo los efectos del alcohol y las drogas.

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