Santovenia de Pisuerga es una localidad de la provincia de Valladolid que se ubica muy cerca de la capital, a tan solo cuatro kilómetros. Esta proximidad ha provocado que el municipio haya aumentado de forma exponencial su población y también su oferta, tanto cultural como turística.

En la actualidad, y según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) cuenta con una población de 4.636 habitantes en un lugar que cuenta con varios edificios destacados y para contemplar haciendo un recorrido por las calles del lugar. Uno de esos lugares es la Iglesia de San Juan Bautista. A la entrada podemos ver la ermita de Jesús Nazareno, que destaca por su color blanco.

Santovenia de Pisuerga fue el lugar en el que José Ramón Sancho López decidió abrir su negocio que lleva el nombre de Instalaciones Eléctricas Sanzano. Lo hizo hace 30 años y, desde hace nueve, se incorporó su hijo Israel que le ayuda en todo y que, juntos sacan el tajo adelante.

Conocemos más la historia de una empresa que es el ejemplo de salir adelante a base de dedicación y esfuerzo.

Una intervención Fotografía cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León

Padre e hijo

José Ramón Sancho López tiene 64 años y nació en Santovenia. Cuenta con más de 40 años en el mundo laboral. Desde las 14 primaveras lleva trabajando en el sector de la electricidad. Antes lo hacía para otra empresa. Fue en el año 1994 cuando decidió crear su propia empresa, su negocio familiar, para fundar Instalaciones Eléctricas Sanzano.

Israel Sancho Manzano tiene 30 años y es su hijo. Tras terminar sus estudios y ciclos formativos decidió unirse a la empresa familiar y ahí sigue, a día de hoy, apoyando a su padre en lo que puede tras más de seis lustros.

Voy, poco a poco, siendo el que tira del carro de esta pequeña empresa. Me defino como una persona constante y trabajadora. Me encanta lo que hago, mi ambiente, y esa sensación nadie me la puede quitar de mi interior”, confiesa Israel en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León.

Los primeros años, la empresa se ubicaba en la calle Cruz. Ya, más tarde y cuando el negocio crecía, decidieron comprar un pequeño local, que es donde desarrollan su día a día, en la calle Eras.

De 1994 a hoy en día

“Mi padre creó la empresa en el año en el que nací yo. En la actualidad, solo trabajamos nosotros, pero, antes de 2008, esta empresa contaba con más de cuatro trabajadores”, confiesa nuestro entrevistado. Hasta que llegó la crisis para ponerlo todo patas arriba, vaya.

Se dedican a hacer prácticamente todo lo que está relacionado con su sector. Desde alumbrados públicos, reformas de viviendas y locales y también han comenzado ahora con la instalación de placas fotovoltaicas. Pero, desde luego, en lo que más trabajan es en las reformas y disfrutan mucho también a la hora de hacerlo con los alumbrados públicos.

Nuestros clientes están encantados de la manera que tenemos de trabajar y de contar con nuestros servicios. Nosotros intentamos hacerlo todo bien para que vuelvan a llamarnos cuando quieran”, añade nuestro protagonista.

José Ramón en su negocio Fotografía cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León

Con ganas de seguir adelante

Sacar adelante un negocio en la ciudad es complicado. Hacerlo en un pueblo, lo es más aún. Sin embargo, hay ejemplos de negocios, en los diferentes pueblos de Valladolid, que lo consiguen a base de esfuerzo y mucho sacrificio y que miran al futuro con optimismo a pesar de todas las piedras en el camino.

“Tenemos muchas ganas de seguir adelante, de disfrutar de nuestro trabajo y de aprender, cada día, un poquito más. El objetivo que perseguimos pasa por poder progresar y nos abrimos a nuevas experiencias. Hay que vivir el momento y disfrutarlo todo”, finaliza Israel.

Y qué razón tiene. Un claro ejemplo de optimismo y de hacer las cosas bien con un pequeño negocio que mira al futuro con optimismo en la provincia de Valladolid.

 

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