La localidad vallisoletana de Olmedo pasa por ser tierra de caballeros y, también, de leyendas. El término forma parte integrante de la comarca de Tierra de Pinares, cerca del límite con Ávila y Segovia. Cuenta en la actualidad, y según la información del Instituto Nacional de Estadística (INE) con 3.563 habitantes.
Ocupa una superficie de unos 130 kilómetros cuadrados y se alza a una altitud de 730 metros de media. Es una localidad famosa porque, durante el siglo XVII, Lope de Vega escribió su famosa pieza que llevaba el título de El Caballero de Olmedo.
También lo es por la presencia de la Pastelería Frías. Un establecimiento que abrió sus puertas allá por 1899, hace 125 años, ni más ni menos, pero que llegaría a la localidad vallisoletana en 1929.
Charlamos con Jesús Fernández Esteban para repasar todos los secretos de un lugar que hace unas auténticas delicias que están para chuparse los dedos.
Toda una vida en la pastelería y sus recuerdos desde pequeño
“Siempre he vivido en la pastelería. Era nuestro hogar y nuestra vida, aunque durante unos años estuve fuera estudiando, ya que soy licenciado en Historia del Arte, nunca perdí la relación con la tienda”, asegura, en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León, Jesús Fernández Esteban.
Él es el actual dueño de la Pastelería Frías. Nació en Medina del Campo hace 63 pero lleva toda la vida en Olmedo, donde su familia abrió las puertas de una pastelería que quita el sentido por el sabor de sus productos y por el trato con el cliente desde el año 1899. Hace 125 años, ni más ni menos.
“Recuerdo cuando era muy pequeño y entraba alguien a comprar. Antes de que mi abuela saliera a atender, ya estaba yo allí, viendo como lo hacía, primero ella y después mi madre. Con ese mimo y esa atención personalizada que son la clave de los comercios de proximidad. Aprendí mucho de ellas”, confiesa nuestro entrevistado.
Una pastelería que siempre ha estado ubicada en el mismo lugar de Olmedo, en la calle Marcos Salgueiro número 2, y que tiene una gran historia, sobre todo familiar, en sus 125 años de vida.
Un negocio familiar
“El negocio abre con mi bisabuelo, allá por el año 1899. Fue cuando firma el traspaso de una pastelería en Valladolid ubicada en la calle Orates, la actual Cánovas del Castillo que pertenecía a unos tíos suyos. Al fallecer el tío, la viuda se lo traspasa a él. Fue en 1900 cuando mi bisabuelo se traslada a Pedrajas de San Esteban para desarrollar su negocio y nacen sus hijos. El mayor, Paulino, se casa en 1929 y se traslada a Olmedo para establecerse, primero en un local de Plaza Mayor y después en la calle Marcos Salgueiro número 2, donde estamos desde entonces”, nos explica Jesús.
Después de que tomar el testigo de la Pastelería Frías su abuelo, que falleció con 58 años, el relevo lo cogió su tío Demetrio, que junto a su madre y su hermana Paquita, que es la madre de Jesús, continuaron con el negocio hasta el año 2007 en el que nuestro entrevistado pasó a dirigir la pastelería.
“Yo me hago con las riendas del negocio ese año y sigo con él en la actualidad. Continuamos trabajando en el mismo lugar y buscamos dar continuidad a la tradición familiar a base de pastelería tradicional, como la de antes, aunque ayudándonos con nuevas técnicas y maquinarias”, añade el dueño de Pastelería Frías.
En la actualidad son cuatro personas en plantilla los que se encargan de ofrecer el mejor de los servicios a todos los que se acercan a disfrutar de un buen dulce hasta el lugar.
Los ‘mudejaritos’ como elaboración estrella dentro de una amplia variedad de sabrosos dulces
“Nuestra pastelería es muy conocida por sus ‘mudejaritos', que pasan por ser el tradicional mantecado al que le añadimos almendra molida y le damos la forma de los pequeños ladrillos con los que se creó el Parque Temático del Mudéjar, en homenaje al tradicional arte que inunda Olmedo con sus ejemplos”, afirma orgulloso nuestro protagonista.
La Pastelería Frías cuenta con muchos más productos destacados como son las cazuelitas de crema tostada. Tampoco nos podemos olvidar de su amplio surtido de pastas de té, una de ellas, la de piñón, ha sido premiada este año en el 2º Concurso Dulcería de Valladolid, con el segundo premio. “Estas pastas las vamos a llamar Metrines, en homenaje a mi tío Demetrio que ha sido el alma de la pastelería durante mucho tiempo y el que me enseñó lo que era”, explica Jesús.
Los huesitos de santo, con diferentes rellenos, y los buñuelos de viento, rellenos de crema, nata o caramelo o la amplia variedad de turrones, mazapanes, amarguillos, pastelitos de gloria, marusos o los roscones, durante la Navidad, son otros de los productos que merece la pena probar.
125 años de tradición pastelera para un negocio que promete dar muchas alegrías más en lo que le quede de vida.
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