Hay bares que están indisolublemente unidos al barrio en el que se encuentran y la Bodega Paco es uno de ellos. Este histórico establecimiento, ubicado en la Plaza Gutiérrez Semprún, en el barrio de Las Delicias de Valladolid, ha protagonizado la vida de esta zona obrera de la ciudad desde su apertura en 1980, hace ya 44 años, y en su interior han compartido alegrías, emociones y momentos únicos tres generaciones de vallisoletanos.

Conocido por sus míticos cachis, por su peña de la Feria y Fiestas de la Virgen de San Lorenzo −una de las más multitudinarias de la ciudad y por la multitud de actividades que organizan, desde los dardos hasta las motos, pasando por las chapas, este icónico bar de barrio, que sigue manteniendo hasta hoy la esencia de una taberna de toda la vida, tiene su origen en el sueño de un por entonces joven gallego. Francisco Trejo, más conocido como Paco, que da nombre al bar, que cumple 77 años el mes que viene y lleva 12 jubilado, llegó a Valladolid desde la localidad de Ferrol por una auténtica casualidad del destino.

"Yo vine para acá porque alguno de la familia padecía de asma y el médico le recomendaba un lugar seco, aquí había trabajo en FASA y elegimos Valladolid", comenta a EL ESPAÑOL de Castilla y León. Paco recuerda que, a su llegada a la ciudad del Pisuerga, empezó a trabajar en los depósitos de la localidad de Santovenia de Pisuerga pero que desde un inicio tenía claro que quería trabajar para él y montar un negocio. "En 1980 cogí esto, que era una bodeguita pequeña, y al lado había una pescadería y una carnicería y cogí el traspaso de la pescadería", señala, apuntando que los tres locales eran de los mismos dueños.

Miguel Trejo y Francisco Trejo en la entrada de la Bodega Paco

El fundador del bar comenta que antes los traspasos "eran más caros" incluso que comprar y que, posteriormente, coincidió que los dueños traspasaron la carnicería, luego se hizo heredera una de sus hijas y fue cuando Trejo decidió comprárselo. "Pagué menos por la compra que por los dos traspasos", señala, y recuerda que en la antigua carnicería montó un comedor, en el espacio que actualmente alberga las dianas y está dedicado a un público más joven.

En aquel comedor ofrecía menú del día y los fines de semana, según cuenta, daba marisco y pierna de lechazo aunque pocos años después decidió enfocarse a un público más juvenil y transformó ese espacio en un salón con billar, futbolines, dianas y juegos de mesa. Además, después de conseguir los traspasos de la carnicería y la pescadería adjuntas decidió hacer reforma, puso la barra redonda y unificó todo el local, que quedó como se puede ver actualmente.

Paco señala que en los primeros años de existencia del local "no fue difícil arrancar" y hace hincapié en que es mucho más difícil montar un negocio en la actualidad. "Hoy en día sí que es difícil arrancar con los negocios, entonces no era difícil, era arriesgarte un poco. Yo vendí el piso en Ferrol y con lo que me dieron por el piso me dio para el traspaso del primer local, no me dio para más", recuerda.

Tres generaciones y una mítica peña de Fiestas

Este hostelero comenta que por el bar han pasado hasta tres generaciones desde su apertura. "Hay gente que se conoció aquí, se casaron, tienen hijos y nietos y están aquí", señala, asegurando que siempre se han llevado bien con los vecinos. Aunque reconoce, entre risas, que ha metido "mucho ruido y mucha caña" porque ha hecho "mucha fiesta".

En el año 1998 decidieron impulsar la mítica peña de Fiestas de la Bodega Paco, por iniciativa del hijo del entonces dueño, Miguel Trejo, de 51 años, actual propietario del local. "En fiestas se iba todo al centro y lo hicimos por dar algo a la gente de aquí todos los días", comenta Miguel a EL ESPAÑOL de Castilla y León, que afirma que empezó como "una cosa de andar por casa" y señala que con el paso de los años "las peñas se han ido profesionalizando". 

"Al principio éramos 70 u 80 personas en plan cachondeo y nos poníamos un poco de acuerdo entre todos y ahora la gente cuando busca una peña busca que le den todo organizado, con actividades todos los días", señala Miguel. El actual dueño de la Bodega Paco hace hincapié en que hoy las peñas "están mucho más organizadas, llevan mucho más trabajo de organización y actividades y eventos mucho más gordos que antaño".

Una de las dianas en el salón del fondo de la Bodega Paco

Además, apunta que la legislación "no permite hacer cosas que antes se podían hacer". "Antes podías tomarte un vino sentado en un parque y ahora está totalmente prohibido", señala, recordando que antes la gente, de camino a un concierto, "podía llevar una botella de calimocho, una bota de vino o un bocadillo de jamón" y que "ahora no puedes y lo tienes que llevar todo estructurado, con permisos y hablado con el Ayuntamiento, con una persona que sea la responsable". "Las peñas han cambiado muchísimo con respecto a hace 25 años", insiste.

A pesar de estos cambios, la Bodega Paco ha procurado no cambiar el concepto original de "peña de amigos" aunque tanto Paco como Miguel reconocen que, al haber llegado a contar con entre 500 y 600 miembros, la peña ha tendido más a tener subgrupos dentro. "Una peña grande al final son muchos subgrupos dentro de un grupo más grande, pero eso te permite hacer cosas mucho más potentes", y comenta que ya están pasando todos los permisos de actividades con el Ayuntamiento para que los estudien y los vayan aprobando de cara a las Fiestas de septiembre de este año.

Tanto Paco como Miguel no sabrían decir unas Fiestas que recuerden con más cariño que el resto, ya que todas "tienen su encanto", aunque destacan las de 2011, cuando la peña de la Bodega Paco colocó el pañuelo en la estatua del Conde Ansúrez en la Plaza Mayor, junto antes de la jubilación del fundador del bar, que se produjo al año siguiente. También la primera después del COVID-19 por las "ganas" que había. "Aunque fue muy incómoda, porque era rara, pero la primera que se pudo fue bonita", señala Miguel.

Fotografía de la peña de Fiestas de la Bodega Paco de septiembre de 2023

Un vínculo irrompible con Las Delicias

La clientela del local es muy heterogénea. Miguel comenta que, entre sus clientes, hay gente que se ha criado en Las Delicias y se ha ido a vivir o a trabajar a otras zonas y "sigue viniendo". "Hay gente que vive en otros barrios que viene el fin de semana porque tiene amigos o familia, o incluso gente que viene de otras ciudades solo a las fiestas", señala, asegurando que también hay gente que, siendo de otras zonas, ha pasado por allí alguna vez en fiestas o a jugar a los dardos, "se ha sentido a gusto" y ha empezado a venir por el local.

Miguel afirma que hay "muchos subgrupos que al final generan la Bodega" y asegura que "si estás en un sitio y te sientes a gusto acabas volviendo". En cuanto a la posibilidad de cambiarse de barrio, el actual propietario lo descarta completamente. "Me han ofrecido un montón de locales en zona centro y no quiero irme bajo ningún concepto. A lo mejor me pasa con 25 o 30 años y me complico más la vida pero actualmente no me lo planteo", comenta.

Miguel Trejo: "La gente nota lo que haces con cariño"

El bar se caracteriza, además de por su faceta de taberna y su peña de Fiestas, por la multitud de actividades que en él se organizan. Entre ellas, destacan los campeonatos de dardos, los eventos moteros o las partidas de chapas, y también el reparto de una impresionante cesta de Navidad en el mes de diciembre. "La gente nota lo que haces con cariño, lo que te gusta y lo que te divierte, entonces si tus hobbies los pasas a tu trabajo es mucho más agradable y se nota", señala Miguel.

El dueño de la Bodega Paco indica, como ejemplo, que en pocas semanas varios habituales del bar acudirán a Alemania a jugar un campeonato de dardos. "Eso es algo que yo doy internamente como gratificación a la gente que está aquí a lo largo del año. Es traer lo que haría yo con unos amigos un fin de semana a la Bodega y a los equipos de la Bodega. Eso va creando vínculo, que es lo que hace que la gente vaya volviendo", apunta.

La incertidumbre de la pandemia

Miguel y Paco reconocen que el periodo de la pandemia de la COVID-19 fue una época "muy extraña" y afirman que los meses posteriores, con las restricciones fruto del segundo estado de alarma, "fueron todavía peor". "Estábamos con: hoy puedes abrir, mañana cierras, vuelves a abrir pero hasta las 18:00, ahora estamos a menos cinco grados y solo puedes servir en el exterior... Es una época para olvidar. No sabías lo que ibas a poder hacer, la forma de trabajar, tenías inestabilidad por completo y la gente estaba incómoda y con miedo", señala.

De hecho, ambos coinciden en señalar aquellos meses de 2020 y 2021 como el momento más duro en los 44 años de historia de la Bodega Paco y no son capaces de decir solo uno como el más feliz. "Todos los años tienes momentitos, pequeños detalles hacen grandes momentos y todos los años sale alguna cosita que puedes recordar. Es muy difícil decir un único momento", señala Miguel. Además, aprovecha para lanzar un dardo a las instituciones y asegura que el sistema de autónomos en España debería cambiar mucho para facilitar la vida a los hosteleros. "No tiene ni pies ni cabeza, ni las cuotas, ni los impuestos ni los derechos que tienes, porque un autónomo no se puede poner enfermo. Si mañana me pongo enfermo y no puedo abrir el bar tengo un problema", afirma.

Un detalle del interior de la Bodega Paco

Mantener la esencia de siempre adaptándose a los cambios

Hace dos años, la Bodega Paco tuvo que adaptarse a la prohibición de los plásticos de un solo uso en la Unión Europea y eliminar el que hasta entonces había sido el recipiente habitual de una de sus consumiciones más queridas, los cachis de cerveza y de calimocho. Con todo, Miguel asegura que no han tenido problema en adaptarse. "Es incómodo para nosotros porque tienes que almacenar mucho, aunque se siguen utilizando variedades de fécula de patata o silicona para eventos", afirma. 

El propietario del establecimiento señala que a lo largo de los años "te vas adaptando a las circunstancias" y que "hay normas más o menos incómodas", y pone como ejemplo la reciente norma del tapón adherido a las botellas de plástico. "Lo del tapón de la botella, por ejemplo, es una estupidez como un piano que lo único que hace es molestar y te obliga a arrancarlo, la persona que trabaja con muchas botellas se está cortando pero es lo que hay y te acabas adaptando", comenta.

El dueño de la Bodega Paco no es capaz de quedarse solo con una anécdota en estos años de historia del bar. "No podría quedarme solo con una y al final al igual que yo tengo mis momentos en el corazón prefiero que cada una de esas personas a lo largo de todos estos años lo tengan ellos. No quiero nombrar solo a una persona y dejar a muchas fuera", señala.

En cuanto al futuro del bar, Miguel se imagina "algo muy parecido, con las evoluciones que pueda generar la forma de salir". "Ahora la noche es completamente distinta a hace años, la gente se mueve más a bloques, a lo largo de los años todo va cambiando", afirma, señalando que "hay cosas que hace 20 años en hostelería eran puntos imprescindibles y ahora son puntos muy negativos".

Con todo, se muestra convencido de que la Bodega Paco, de aquí a 10 o 20 años, mantendrá "la esencia de siempre, la forma de trabajar de siempre y el grupo, los eventos y una estructura muy parecida". Un bar de barrio indisolublemente unido a Las Delicias y a Valladolid, que ha sido testigo de su historia reciente y que, a buen seguro, lo seguirá siendo para mayor gozo de sus clientes y de los que estén por llegar.