Íscar es un municipio vallisoletano que se ubica a 45 kilómetros al sur de la capital vallisoletana, cerca de los límites con la provincia de Segovia. Se trata de uno de los pueblos más bellos de la provincia pucelana. Cuenta en la actualidad, según los datos del Instituto Nacional de Estadística, con 6.326 habitantes.
Se trata de una localidad que domina la comarca de Tierra de Pinares y que cuenta con una extensa e interesante historia y riqueza patrimonial. El Museo de Mariemma, para conocer la exposición relacionada con la bailarina que da el nombre es un claro ejemplo.
Cerca de la Plaza Mayor nos podemos encontrar con la Iglesia de Santa María de los Mártires, un templo que fue, originariamente mudéjar, que ha sido reformado y en la que el que destaca su campanario. Otros edificios religiosos que merece la pena ver en Íscar son la Iglesia de San Miguel, sin olvidarnos, de su imponente castillo que domina la comarca desde lo alto del páramo.
En Íscar tiene su negocio Andrés Rodrigo Soto, de 63 años, que suma un total de ocho en el mundo hostelero. El Bar Ponce reina en el lugar y da el mejor de los servicios, cada día, a los vecinos del municipio y, los fines de semana, a las decenas de turistas que visitan el lugar para contemplar su magia.
Los hobbies de Andrés son “hacer comida para los demás” y “disfrutar de la naturaleza”, como asegura en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León, antes de conocer los secretos del éxito de su establecimiento hostelero que ofrece unos deliciosos platos.
De quedarse sin trabajo a abrir un bar en Íscar
“Me defino como un trabajador cualquiera que suma ocho años en el mundo de la hostelería, pero al que siempre le ha gustado la cocina. De toda la vida. Siempre he vivido en Íscar y disfruto, dando el mejor de los servicios que puedo, a los vecinos del pueblo”, asegura Andrés.
Nuestro entrevistado se quedó sin trabajo en el año 2016. Fue entonces cuándo le llegó a la cabeza la pregunta: ¿Qué hago ahora? Y cuando se animó a abrir un bar en Íscar que tiene ya ocho años de vida y que se ubica en la calle Mayor de la localidad.
“Era un sueño pendiente que tenía desde pequeño y me animé para abrirlo. Fue el 18 de mayo del año 2016. Se trata de un establecimiento hostelero que abrió sus puertas en 1996 pero que estaba cerrado y al que yo le di una nueva vida”, argumenta nuestro entrevistado.
Ahí comenzó una aventura que dura ya, ni más ni menos, que ocho años.
“La mejor tortilla de patatas de la zona”
Andrés gestiona el bar, de 45 metros cuadrados, con una camarera que se llama Sara que atiende la barra. Los fines de semana, a la hora del vermú, va también su esposa Carmen a echar una mano. Puede ir un vecino a tomarse un café temprano. Ahí está Andrés. Puede ir un forastero a beberse una cerveza, nuestro entrevistado sigue en el lugar. También para el que quiera disfrutar de una buena tortilla y otros manjares del lugar con el mejor sello casero.
“Ofrecemos la mejor tortilla de patatas de la zona, según nuestros clientes. También tenemos zamburiñas, calamares, sepia, oreja, pulpo… todo con el mejor sello casero y elaborado en nuestra cocina”, apunta el dueño del local.
Como especialidad cuentan con unos callos que quitan el sentido. Durante todo el año. Al igual que la tortilla, este plato típico de casquería es muy bien valorado por los clientes del Bar Ponce.
“En temporada también ofrecemos mejillones, caracoles y sardina cruda”, confiesa nuestro protagonista hablando de sus platos.
Seguir trabajando como hasta ahora
El sector hostelero de la provincia de Valladolid sigue acumulando bajas en forma de cierres, pero también se registran aperturas. Sin embargo, si ya es difícil sostener un bar en la capital del Pisuerga, más complicado es en un pueblo. También influye la dificultad a la hora de encontrar personal para trabajar.
“Es complicado secar adelante un negocio en el mundo rural. Hay menos gente y, además, la crisis se nota todavía en el bolsillo de las personas”, argumenta Andrés, hablando de esta cuestión. Sin embargo, él, a base de esfuerzo y de mucho trabajo en el día a día, consigue sacar adelante su bar.
“A corto plazo, esperamos seguir trabajando como hasta ahora. Después, el futuro dirá”, finaliza nuestro entrevistado.
Seguro que al Bar Ponce de Íscar le quedan muchos renglones de historia por escribir todavía.
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