Algo que tenemos muy arraigado en nuestra sociedad es la conservación de nuestras tradiciones. Cada localidad, cada municipio, cada rincón resguarda aquello que le identifica con ahínco, en una lucha perenne por no perderlo y conservarlo. Aunque hay muchos que comparten costumbres, también encontramos casos en los que la excepcionalidad de la fiesta en cuestión es la regla.
No por raras quiere decir que sean malas, sino todo lo contrario. Es precisamente esa personalidad propia la que le da especial valor. Hoy, nos centramos en una de la provincia de Valladolid que, además, está declarada de Interés Turístico Nacional. Tiene lugar cada 27 de septiembre en la localidad vallisoletana de Mayorga de Campos.
Hablamos de la procesión del Vítor. Cada 27 de septiembre, la localidad mayorgana se convierte en una especie de mar de fuego con antorchas creadas a partir de pieles de cabrito o cabra curtida que han sido cubiertas siete días en vino, para posteriormente secarlas. Estas se conocen como el pellejo.
La historia de la fiesta
La historia de esta fiesta tiene su origen varios siglos atrás, cuando los vecinos del municipio recibieron la reliquia de Santo Toribio Alfonso de Mogroviejo, patrón de la localidad. Fue recibido iluminado de antorchas, dado que en la época no existía iluminación eléctrica. Esta tradición se sigue conservando en nuestros días y cada año los vecinos continúan saliendo con las ropas de la época y portando las antorchas o pellejos colgados de varales.
El objetivo de la procesión es guiar al Vítor, que es el estandarte, hasta la Ermita de Santo Toribio, lugar donde nació el patrón. La tradición marca que tras la procesión matinal y la vespertina, cada vecino regresa a su casa donde se visten con ropa vieja, guantes en las manos y sombreros de paja para portar los varales.
Los pellejos, que luego conforman la antorcha, están hechos de pieles de cabrito o cabra curtida que son empapados durante siete días en vino, para luego volver a secarles y que quede la textura idónea. Habitualmente, quienes portan estas pieles les guardan durante años para que puedan prender sin dificultad. No obstante, existen casos en los que se cubren los pellejos con gasolina a modo de método alternativo. Los más puristas, que conservan su pellejo de otros años, esperan a la siguiente hoguera en el recorrido para volver a probar suerte.
La imagen impacta porque Mayorga se convierte durante el recorrido en una especie de mar de fuego, dado que de las antorchas gotea pez ardiente que cubre las calles. La procesión se inicia a las 22:30 horas del 27 de septiembre desde la Ermita de Santo Toribio, donde se enciende la primera hoguera.
No es hasta las 06:00 de la mañana cuando se da por finalizada, más o menos, en el punto desde donde partió. La comitiva siempre va custodiada por el Vítor que va flanqueado por los mayordomos de la congregación.
Durante el recorrido, son varias las hogueras las que se encienden al objeto de que a quienes se les haya apagado su antorcha, puedan volver a prenderla y continuar con la procesión. El camino va acompañado de cánticos peculiares que se entonan constantemente en honor a su patrón.
Sobre las 00:00, ya del 28 de septiembre, los portadores ponen rumbo hacia la plaza de Mayorga, donde se paran a disfrutar de los fuegos artificiales mientras los pellejos continúan en llama. Una vez finalizados, se entona el himno a Santo Toribio con los portadores arrodillados frente a la estampa del patrón y Santa Rosa de Lima.
Ya al final de la procesión, los portadores apagan sus antorchas antes de entrar a la ermita y colocan sus sombreros en lo alto del varal, sirviendo este como último homenaje a Santo Toribio.
Es habitual que sean más de 1.000 antorchas las que se junten durante el recorrido, creando una estampa mágica y única en la provincia de Valladolid. Mayorga puede presumir de contar con una fiesta única no solo aquí, sino en casi todo el territorio de la Comunidad.