José Antonio Fernández, en su quiosco de Villa del Prado

José Antonio Fernández, en su quiosco de Villa del Prado

Valladolid

El adiós de José Antonio a su quiosco, el único de un barrio de Valladolid: "Los niños no quieren que me vaya"

Todos los días se desplaza desde Portillo para abrirlo, pero ha llegado la hora de jubilarse y busca a alguien que cumpla las condiciones para poder traspasarlo.

29 septiembre, 2024 07:00

José Antonio Fernández se despide del que ha sido su quiosco durante casi nueve años. Un aniversario que celebraría en febrero, pero que no sabe si llegará ya que hace unos días ha colgado el cartel de 'se traspasa'.

La jubilación ya ha llamado a su puerta y no puede hacer más que buscar al candidato perfecto para regentar el que ha sido su hogar durante casi una década.

"Aquí estoy muy a gusto y trabajo muy bien. Pero ya han llegado los años y toca cerrar", asegura con melancolía en declaraciones a EL ESPAÑOL- Noticias de Castilla y León.

Un lugar que es el punto de encuentro de todos los pequeños del barrio de Villa del Prado. Y es que no hay otro quiosco por la zona. Motivo por el cual tiene claro que "hasta que no encuentre a nadie, las puertas no se cierran".

Y es que no quiere dejar a ningún niño sin lo que más le gusta: las chuches. Ellos son sus "principales clientes" y recuerda que "hay que cuidarlos". Un quiosco que cierra con "toda la mercancía dentro". 

Un gesto muy generoso de Fernández que tiene como objetivo que, quien entre, pueda comenzar ya a trabajar y no tenga que pasar por las mismas trabas que tuvo él.

"Cuando lo cogí, me tocó llenarlo todo y es mucho tiempo hasta que lo organizas. Además, supone una pérdida de dinero porque no puedes abrir y yo quiero marcharme dejándolo todo preparado para que ni un solo día tengan que estar las puertas cerradas", asegura.

Un quiosco "muy viable" que ya cuenta con una amplia gama de clientes y que, además, es el "único que hay en la zona". Con la gran ventaja que eso supone. Una apuesta que Fernández hizo tras llevar 40 años dedicándose a la construcción.

"El oficio empezó a ir mal y pensé que era el momento de probar. Me arriesgué y comencé de cero. Llamando a los comerciales, colocándolo a mi manera. Un cambio radical que no sabía si iba a ir bien o mal", añade.

El interior del quiosco con las distintas variedades de productos

El interior del quiosco con las distintas variedades de productos

Ahora, ya ha "cumplido" y es que el quiosquero de Villa del Prado viene todos los días desde la localidad vallisoletana de Portillo para que a ningún niño le falte una chuchería. 

"Me vengo por la mañana y me marcho por la noche porque el horario es partido. No me cuesta porque ya estoy acostumbrado de la construcción, que me tenía que ir a Burgos todos los días", afirma.

Un negocio en el que además lucha por "mantener los precios" y no subirlos. Buscando así que "todos puedan comprar, independientemente del dinero que tengan sus padres".

Ahora toca despedirse de un lugar tan especial para él y al que echarán mucho de menos. "No dejan de decirme que qué van a hacer cuando me vaya, pero yo les digo que no se preocupen, que alguien lo cogerá. Los niños no quieren que me vaya", responde con alegría.

La intención es poder incorporar al nuevo dueño cuanto antes. Aunque todo depende de "si cumple todos los requisitos". Y, lo más importante, "que el banco dé el visto bueno". 

Condiciones

El quiosco se traspasa con toda la mercancía tras nueve años funcionando sin interrupción. La zona es muy buena y asegura que la cartera de clientes es "muy amplia".

El traspaso se hace con todo el género que está valorado en unos 7.000 euros. Cuenta con aire acondicionado, cámaras y todo lo necesario para empezar a funcionar.

El precio es de 35.000 euros.

El interior del quiosco

El interior del quiosco