“La trágica muerte de Paquirri en Pozoblanco supuso un toque de atención importante para la administración”
- El Dr. Mateo, cirujano taurino, triunfa cerquita de la Maestranza.
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Se está celebrando en Sevilla el XXIV Congreso Internacional de Cirugía Taurina. Entre los ponentes se encuentra el Dr. Antonio María Mateo.
Nuestro colaborador taurino Luis Fernando Angosto Madrid, que ya ha cubierto información sobre los novilleros vallisoletanos que han venido actuando en el coso Maestrante.
Nos ofrece una entrevista en profundidad con el Dr. Mateo, barcelonés de nacimiento, pero vallisoletano de adopción y 50 años al frente de la enfermería del coso del Paseo de Zorrilla.
“Tiene la figura de un torero retirado, cuyo físico podría permitirle reaparecer, cuándo menos, en festivales escogidos".
Al verle, te recuerda a Romero, el padre retirado de la película Tarde de Toros que entre Domingo Ortega y Antonio Bienvenida "casi ná" veía escondido en el tendido la alternativa de su hijo que interpretaba Enrique Vera.
Hablando con él, concluyes que, si consciente, entras en un quirófano y le miras a la cara y le escuchas, tienes la seguridad que las cosas pueden salir bien.
Antonio María Mateo, cirujano taurino, cirujano al fin, asiste, es ponente y es nombrado por unanimidad Socio de Honor de la Asociación de Cirujanos Taurinos de la que es vicepresidente en el Congreso Internacional de Cirugía Taurina que se está celebrando en Sevilla.
En la sede del Circulo de Labradores, tan cerquita de la Maestranza. Hasta allí hemos ido a conocerle y a charlar con él por indicación de Santos García Catalán”.
P.- Doctor, ¿Cómo ha evolucionado desde que usted empezó hasta que realmente se ha tomado como especialidad la cirugía taurina?
R.-Pues desde que yo empecé, realmente la cirugía taurina ha cambiado en función del paralelismo que ha mejorado la cirugía en general.
Todos los que practicamos cirugía taurina hemos sido cirujanos generales o cirujanos especialistas y a lo largo de estos años hemos visto cambiar absolutamente todos nuestros métodos.
Pero yo le diría que más que el aspecto técnico, porque cuando se produce una herida hay que cerrarla y cuando esa herida tiene consecuencias en un órgano hay que repararlo.
Esto no ha cambiado a lo largo de los tiempos, se tiene que hacer una herida en el estómago o unas vísceras que salen al exterior hay que meterlas dentro.
Evolucione o no evolucione la cirugía. Lo que sí ha cambiado enormemente es el aspecto de la anestesia y la reanimación.
Antes un torero gravemente herido podía fallecer como consecuencia de una cornada, por pérdida de sangre, por shock traumático, por una serie de consecuencias, además rápidas, que sucedían rápidamente. Eso sí que ha cambiado drásticamente.
Ahora es muy difícil que un torero pueda fallecer sin antes haber intentado una serie de maniobras de anestesia y de recuperación y por ahí solemos decir que el tener ahora anestesistas en los equipos ha cambiado enormemente.
El porvenir de los heridos porque pueden hacerse muchas más cosas que antes no daba tiempo porque se morían.
P.- Hay una segunda pregunta que me viene en razón de esa evolución que usted indicaba tan perfectamente.
¿Tiene que ver además con las medidas de la administración para que las enfermerías estén completas o semicompletas o las ambulancias móviles?
R.- Pues mire, sí. De hecho, le puedo decir que la trágica muerte de Paquirri en Pozoblanco supuso un toque de atención importante para la administración. Hay un antes y un después de aquella fatal cogida.
A partir de ahí se regularon que había que tener ambulancias de determinadas características, que los equipos tenían que estar compuestos por determinadas personas según el tipo de festejo, que las enfermerías debían de reunir unas condiciones, etcétera, etcétera.
O sea, trágicamente la muerte de Paquirri supuso un cambio normativo importante que ha sido para bien en general. Y por ejemplo, la herida mortal de Paquirri y las heridas vasculares.
Ahí sí que le puedo decir que la guerra de Vietnam fue una universidad para los cirujanos porque allí se aprendió a reparar las heridas que rompían arterias y venas en los heridos de guerra americanos.
Entonces, el famoso coronel Rich fue realmente el impulsor de la cirugía vascular moderna. Y fue como consecuencia, no digo de una cornada, pero la metralla y las coronadas tienen cierta similitud.
Algún cirujano taurino ha dicho que la cirugía taurina era una cirugía de guerra. Y fíjese usted por dónde las guerras han podido también traer como consecuencia que se avance en el tratamiento de las heridas.
P.- Una pregunta que a lo mejor no sé si le trae buenos o malos recuerdos. ¿Cuál ha sido la cogida que usted ha tenido que vérselas peor en un quirófano?
R.- Suelo decirlo porque no me cabe ninguna duda. La acogida de David Luguillano en Valladolid.
El torero cayó al suelo, pisó el capote, empujado por el toro y literalmente le clavó en la arena con el cuerno, atravesándole el pulmón derecho, lesionando los lóbulos pulmonares, rompiendo la arteria mamaria con una hemorragia importante y con una situación catastrófica.
De hecho, esa cornada no la pudimos reparar en la enfermería. Lo que se hizo fue las maniobras de anestesia que antes le he mencionado para reanimarle, trasladarle al servicio de cirugía torácica y yo colaboré con el cirujano torácico en la resolución del caso. Pero esa fue la más grave sin duda.
P.- Yo recuerdo que el célebre doctor Vila decía que los toreros que después de haber pasado por sus manos no eran muy agradecidos. ¿Es su caso?
R.- Bueno, agradecimiento en el sentido de que tengan algún detalle o alguna cosa, algún regalo, pues quizá en eso sean un poquito desagradecidos. Yo tengo una excepción, que por cierto fue mi bautismo de sangre, la cornada de Julio Robles con la que yo me estrené en una enfermería.
Por lo que he visto muy similar a la que pudo ser la de Paquirri, por el tipo de lesión que tenía aquel torero. Aquel torero fue muy agradecido. A mí me regaló unos gemelos de oro que generalmente siempre luzco cuando hablo de él.
Pero en general, pues, mandarte unas botellas de vino, felicitarte las navidades, ese tipo de cosas sí.
Entonces yo un poco le doy la razón a Ramón, o sea, para lo que haces muchas veces y la importancia de lo que haces, hombre, no estamos pidiendo que nadie nos agradezca.
Se puede decir que ya cobramos nuestro estipendio por hacer ese trabajo, pero bueno, yo creo que amistad sí que se crea, y relación de cariño, y después que cuando vuelve el torero herido a la siguiente feria, que el primero al que salude y dé un abrazo seas tú, eso sí, ese tipo de agradecimientos sí.
P.- Dígame usted ahora, como aficionado a los toros, que sé que lo es, tres nombres de toreros de cualquier época, lo haya visto o no lo haya visto.
R.- Sí, de los que he visto, mire, uno que siempre me gustó muchísimo y que creo que va a intervenir en este Congreso fue Espartaco. Espartaco me pareció que era un torero que le iban todos los toros.
Otra figura que yo citaría es Enrique Ponce, que realmente ha sido un antes y un después. También le citaría a Juli por su impresionante labor y a Joselito. Joselito para mí fue un torero que me gustó mucho. Todo el tiempo que toreó me pareció un torero de mucha clase.
P.- Yo tengo la duda por lo que vamos a hablar después de una manera particular: ¿usted cree que aquellas cogidas de Manolete, de Pepín Martín Vázquez del año 47, en estos momentos hubieran sido, en el caso de Manolete, mortales?
R.- Sí, sí. Siempre se hacen esas preguntas. Como Molés, le vi un día en Aplausos decir que Paquirri, con los medios que hay ahora, no se habría muerto. Es muy difícil afirmar esto.
Lo que sí que le digo es que el tipo de asistencia que recibiría hubiera sido bastante diferente. Evidentemente, ahora todo es de otra manera a lo que era en aquella época.
P.- Le han hecho a usted socio de honor de la Asociación de Cirujanos Taurinos en el Congreso que mañana se clausura en la Casa Guardiola, por cierto, tan taurina. ¿Para usted qué significa?
R.- Pues un triste final, por una parte, de una trayectoria de 50 años atendiendo heridos por asta de toro detrás de un burladero.
Triste por un lado y, como comprenderá por otro lado, tremendamente orgulloso de que los que han sido tus compañeros reconozcan en ti a una figura especial a la que se merece distinguir.
Bueno, quizás se pasan un poquito en esta consideración, pero por ahí, ya sabe usted, un lado de felicidad y un lado de tristeza por el tiempo pasado y que ya no vuelve.
Brillante en su trayectoria vital, profesional y vocacional se despide para seguir presentando su ponencia en éste XXIV Congreso Internacional de Cirugía Taurina. Más de 50 años contemplan su obra.
Y antes me cuenta la anécdota: Un conocido ganadero le preguntó: ¿Y ustedes en el invierno, de qué viven?
Antonio María Mateo, cirujano de Valladolid, tan cerquita de la Maestranza.