Una misa oficiada en latín y con el sacerdote de espaldas a los fieles. Eso es la misa Tridentina o clásica. Y sí, años después se sigue realizando. Valladolid da fe de ello.
Concretamente se realiza en la Iglesia de las Calderonas (calle Teresa Gil) a las 19 horas. Se celebrará los primeros y terceros domingos de mes en esta iglesia y cada vez va contando con más seguidores. Ayer domingo 20 también tuvo lugar con entrada libre.
El capellán que la oficia utiliza el latín. Él y los fieles se sitúan mirando hacia el crucifijo, todos orientados hacia la misma dirección, hacia Dios, y los rituales son algo distintos a una misa convencional.
Valladolid no es la única plaza donde se celebran este tipo de misas. En las diferentes webs se puede comprobar otras ciudades como Albacete, Alcalá de Henares, Alicante, Almería, Barcelona, Cáceres, León, Lugo, Madrid o Málaga, entre otras muchas.
Pese a que en las páginas webs de estos lugares se publicita y se promociona este tipo de misa, desconocida para muchos, desde Valladolid no han querido ofrecer más datos a la llamada de EL ESPAÑOL Noticias de Castilla y León.
“Lo siento, pero no podemos decir nada”, ha sido la contestación a este medio después de varios meses de insistencia para poder realizar el reportaje con testimonios en primera persona del sacerdote que oficia la ceremonia.
En este caso, hemos obtenido estos datos de su página de Facebook: Misa tradicional en Valladolid, donde cuenta con casi 4.000 seguidores y donde publican semanalmente los actos que se celebran en esta céntrica iglesia vallisoletana.
Aunque se publicita en redes, sus fieles prefieren mantener con privacidad los actos. Sobre todo teniendo en cuenta la polémica surgida en los últimos meses con las monjas de Belorado, ya que el no obispo Pablo Rojas Sánchez-Franco era partidario de este tipo de misas. Por eso prefieren que no se relacionen.
Así es
La misa tradicional, también conocida como Misa Tridentina, es la forma del rito romano que se celebraba de acuerdo con las directrices del Misal Romano de 1570, que fue promulgado por el Papa Pío V tras el Concilio de Trento (de ahí el nombre "Tridentina").
Esta forma de la misa fue la liturgia estándar de la Iglesia Católica durante casi 400 años, hasta las reformas litúrgicas que se implementaron después del Concilio Vaticano II en la década de 1960.
Una misa que se celebra en latín, aunque la homilía puede ser en la lengua vernácula. Además, el sacerdote generalmente se sitúa de espaldas al pueblo y mira hacia el altar, lo que se conoce como "ad orientem" (hacia el este), en lugar de "versus populum" (frente al pueblo).
La Misa Tridentina es también muy de detalles. Por eso tiene un carácter más ceremonioso y con rituales detallados, con el uso de incienso, campanillas y gestos precisos.
Es común que los fieles reciban la Eucaristía de rodillas y directamente en la boca, en lugar de recibirla en la mano como es habitual en la forma moderna. Además, la estructura y las oraciones de la misa están organizadas según el Misal de 1570, con pequeñas revisiones posteriores.
En la misa gregoriana se procura que el canto y la música no sea un entretenimiento sino algo que favorezca realmente la comunión con Dios.
Seguidores y detractores
La Santa Misa Gregoriana, también llamada Tridentina o de San Pío V, es una misa que tiene sus seguidores, pero también sus detractores.
Aunque la misa tridentina dejó de ser la norma, no desapareció completamente. En 2007, el Papa Benedicto XVI autorizó su uso más amplio a través del Motu Proprio "Summorum Pontificum", permitiendo que se celebrara sin necesidad de permisos especiales, denominándola "forma extraordinaria" del rito romano.
Hasta el punto de que James MacMillan, un reconocido compositor católico, ha iniciado una petición en defensa de la Misa Tradicional en Latín (TLM) después de que hace años el Papa Francisco intentará prohibirla o al menos reducirla causando un escándalo en los sectores tradicionalistas.
"Espero que con la decisión de frenar el automatismo del rito antiguo se pueda volver a las verdaderas intenciones de Benedicto XVI y Juan Pablo II. Mi decisión es fruto de una consulta con los obispos del mundo el año pasado", explicó en su día allá por 2021.
Este verano se suspendió una en Covadonga. Esta solicitud busca que el Vaticano no imponga más restricciones a esta forma de liturgia, apreciada por muchos fieles.
«Por favor, mantened cualquier mensaje de apoyo respetuoso, ya que esta petición no desafía en modo alguno la autoridad del Papa Francisco y los ataques contra él dañarían nuestra causa», concluyó el mensaje MacMillan.