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Tiedra es una pequeña localidad vallisoletana de 283 habitantes que se ubica en la provincia de Valladolid y que es famosa por sus campos de lavanda que durante los meses de verano adquieren un tono violeta que resulta precioso.

Es una localidad para disfrutar y para perderse y allí estableció su vida y su negocio Concha, una mujer que gestiona la Casa Rural La Panera del Sacristán desde hace 18 años.

EL ESPAÑOL de Castilla y León charla con ella para conocer su historia. Su gran historia. Ya tiene reservado su negocio para el Puente de Todos los Santos.

Concha, una emprendedora

“Me considero una persona inquieta y emprendedora. Me encanta la artesanía y he realizado cursos de trabajo en vidrio, con distintas técnicas, cestería, restauración de muebles, maderas ornamentales y elementos de decoración”, asegura, en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León, Concha Hurtado Castaño.

Todos estos aprendizajes han servido a nuestra entrevistada, a la que últimamente también le apasiona la cocina y la repostería con la lavanda angustifolia como protagonista, en los trabajos de restauración y decoración de la casa rural.

Por cierto, ese tipo de lavanda es muy utilizada en alimentación, al menos en Francia, que es la referencia de nuestra entrevistada. 

Nuestra entrevistada nació en Zamora, pero ahora reside en Tiedra. Es diplomada en magisterio, auxiliar de clínica y agente de desarrollo local. Se casó en 1978 con un tiedrano y, desde entonces, “empezó a valorar el medio rural”, afirma.

Desde que terminó su carrera ejerció como profesora de refuerzo de alumnos y a lo largo de su historia vital ha sido una auténtica emprendedora. En 1983 abrió, junto a otros familiares, un negocio de sándwiches en Valladolid, que fue un proyecto innovador e impulsor de otros semejantes.

El matrimonio construyó una casa en Tiedra en 1998 y fijaron allí su residencia. Durante cinco años dio, además, clases de manualidades y cestería en distintos pueblos de la provincia de Valladolid.

“En la década de los noventa había una gran inquietud en Tiedra en la puesta en valor del municipio y en la recuperación de todo el patrimonio histórico y natural. Esto impulsó que desde el ayuntamiento se fijaran objetivos para lograr que los edificios emblemáticos como el castillo y otros muchos pudiesen recuperar su esplendor”, asegura Concha.

También propició la puesta en marcha, en 1996, de la Asociación Cultural Amallobriga, en la que la mayor parte de los fundadores pertenecía a un grupo de matrimonios jóvenes que “en ese momento querían activar con ilusión la vida social del pueblo”.

“Gracias al trabajo realizado desde entonces podemos ofrecer a nuestros visitantes un pueblo que por su trayectoria figura en la Asociación de Pueblos Mágicos de España”, asegura nuestra entrevistada, que fue presidenta de la Asociación entre los años 2000 y 2004 y concejal del Ayuntamiento del 2004 al 2012.

En el año 2005, Concha se convirtió en autónoma y abrir el alojamiento turístico La Panera del Sacristán.

Concha en La Panera del Sacristán de Tiedra Fotografía cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León

El origen

Estoy al frente de la gestión de la casa con otra persona que se encarga de posicionar el alojamiento en Redes Sociales. Intento fomentar el turismo en Tiedra. Desde que la casa rural está en activo, el número de visitantes ha aumentado considerablemente, a la par que los recursos turísticos”, añade Concha.

La casa es una panera-lagar de finales del siglo XVIII que posee elementos arquitectónicos típicos de la comarca de Montes Torozos como la piedra, el tapial y la madera que ha sido rehabilitada procurando conservar y recuperar todos los materiales tradicionales. 

Ubicada en la calle Real sin número del pueblo, permanece abierta del 1 de enero al 31 de diciembre y las tarifas se mantienen en cualquier época del año.  Dispone de todas las comodidades necesarias para disfrutar de una agradable estancia y no permite mascotas.

Cuenta, además, con señalización dentro de la localidad vallisoletana y los accesos están asfaltados. “Recibe su nombre por el uso al que se destinaba y la profesión de su anterior propietario”, añade nuestra protagonista.

Un lujo para disfrutar

El recinto cuenta con dos plantas. En la de abajo se ubica el salón-comedor con televisión, chimenea de leña y cocina totalmente equipada. En la segunda, una habitación doble con dos camas de 90 cm, un cuarto de baño y otra habitación de matrimonio con cama de 135 cm.

La decoración ha sido cuidada a conciencia con muebles de procedencia familiar restaurados, con detalles y acabados artesanales realizados personalmente. La casa está equipada con calefacción y agua caliente y tiene un patio-jardín con barbacoa.

Concha en la barbacoa de su casa rural Fotografía cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León

Además, Concha, como buena anfitriona, recibe a todos los clientes con un detalle de bienvenida ‘suspiros de lavanda’, pastas elaboradas con una receta francesa proporcionada por unos amigos de la Provenza, en la que es imprescindible la flor de lavanda angustifolia, que le da un sabor especial.

Completos en el puente

“Hace tiempo que para el puente de Todos los Santos tengo la casa reservada. Estamos completos. Normalmente, en fechas claves los clientes hacen la reserva con bastante antelación”, confiesa la dueña.

Concha en los campos de lavanda de Tiedra Fotografía cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León

Nuestra protagonista añade que “este pueblo sorprende por el cambio que ha sufrido en todos los niveles hasta conseguir ponerse en primera línea del turismo, pero las amenazas al mundo rural son reales”.

“El futuro del mundo rural es poco halagüeño en parte por la despoblación paulatina que estamos sufriendo y por la progresiva desaparición de servicios: banca, reducción en Sanidad, restauración, servicios”, explica.

Añade, además, que, en el sector agrícola, en todos los pueblos “cada vez hay menos agricultores en activo”.

“Nosotros empezamos con mucha ilusión viendo que el cultivo de la lavanda era un cultivo alternativo a pesar de todos los costes que tiene desde que se planta hasta que empieza a tener la primera cosecha. Actualmente es prácticamente inviable por la dificultad de la venta del aceite esencial y la carestía de los trabajos de recolección, destilado y labores en el campo”, añade.

Sin embargo, asegura que “la lavanda no va a desaparecer en Tiedra” ya que “su cultivo está garantizado con el Centro de Interpretación de la Lavanda” que “tiene recursos propios” que “hacen más sostenible su cultivo”.

Sobre el futuro de su negocio “lo ve bien” con atractivo de la oferta de talleres para los alojados, con productos de lavanda y manualidades. Piensa que, en tiempos de cambio, “toca innovar para atraer a la gente hasta su alojamiento”.

“Aunque ya tenía que estar jubilada, la ilusión por el proyecto sigue existiendo y deseo continuar siendo testigo de la satisfacción de las personas que se alojan en nuestra casa y de todos los que disfrutan de nuestro pueblo, que ha sufrido un cambio sustancial desde que yo lo conozco”, finaliza.

 

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