El 30 de octubre de 1974 es de esas fechas marcadas en fuego en el calendario de tragedias de Valladolid. Ese día, hoy se cumplen 50 años, un devorador incendio acabó con la vida de 10 personas en la Fasa Renault. Además, 31 personas resultaron heridas. ¿Qué pasó?
El ESPAÑOL Noticias de Castilla y León lo recuerda en primera persona medio siglo después con Jesús Aranda, en aquella época un joven oficial de primera de 25 años que estuvo presente."No es fácil recordarlo, me cuesta porque perdí a varios compañeros", afirma.
El incendio se inició casi a las seis de la mañana. Justo en ese momento se tenía que realizar el cambio de turno. Así entraban casi 1.400 empleados en la factoría Montaje número 2. Aranda, al igual que sus compañeros, entraba a las 7, pero siempre llegaba media hora antes.
Iba en su coche desde Las Delicias y al comienzo de la carretera de Madrid "ya estaba el lío". Como le conocían los vigilantes le dejaron pasar. En el patio interior estaba "todo el mogollón".
Comenzó a preguntar quién estaba dentro. En el interior solo estaban los empleados del servicio de Limpieza de la empresa El Sol y varios compañeros de Instalaciones que eran los encargados de poner todo a punto para el cambio de turno.
El incendio tuvo su origen en el almacén situado a nivel de suelo (cota cero en la jerga fasera) que albergaba neumáticos, guantes, material de poliuretano para los asientos de los automóviles, etc., todo ello metido dentro de contenedores. Por este motivo, el fuego se propagó de manera muy rápida.
En solo cinco minutos ya afectaba a unos dos mil metros cuadrados, según narran las crónicas de la época.
Pánico
Poco a poco toda la factoría iba entrando en pánico. Las llamaras acabaron la instalación eléctrica por lo que todo quedó a oscuras. El humo espeso iba entrando en la factoría y muchos trabajadores tuvieron que arrojarse por la ventana, recuerda casi sin respiración Aranda.
Llegaron los bomberos desde Valladolid y otros puntos como Tordesillas, Palencia o Segovia, lo que refleja la magnitud de la tragedia. Se vivieron momentos tensos, los profesionales no conocían la distribución de la fábrica por lo que tuvieron que ser asesorados por los empleados que hacían de guías, entre ellos Aranda.
La intervención de los bomberos fue vital para evitar una catástrofe todavía peor. "El fuego no llegó, gracias a Dios, a la segunda planta que era donde había depósitos de pintura y tanques de combustible", recuerda este vallisoletano, hoy ya jubilado y que llegó a ser Jefe superior con el paso de los años en la empresa del rombo.
La factoría Montaje 2 de FASA-Renault era muy conocida en la ciudad. Allí se hacía el mítico modelo Renault 8. Una zona que comenzó a funcionar el día 3 de enero de 1972. En esa época casi todo el mundo tenía un conocido o un familiar trabajando en la Fasa, por lo que la noticia causó estupor en la ciudad.
El día 31 a las 8.30 de la mañana se dio por extinguido el fuego. Pero era el momento de contabilizar fallecidos. El momento más duro. Murieron 10 personas, de los cuales tres eran empleados de FASA y siete empleados de Limpiezas El Sol.
Pero antes Aranda y otro compañero tuvieron tiempo de entrar a la escena, quizás por "el atrevimiento que te da la juventud". Fueron con botellas de oxígeno. La situación era dantesca. Subieron por la rama de Montaje, el suelo había cedido, las vigas estaban destrozadas. Luego siguieron por Pintura, bajaron por la escalera 20, y llegaron al patio central.
Las víctimas fueron encontradas en la zona de vestuarios.Uno de ellos era Ramón Pisano Cortés, oficial tercera en el servicio de instalaciones, de 32 años, con el que nuestro protagonista mantenía amistad. Pisano entró para ayudar a sus compañeros, pero justo en ese momento se fue la luz, quedó todo a oscuras y fue imposible salir de allí, cuenta Aranda. "Acudió a la central 3. Ya no volvió".
Recuerda que le pidieron sus tijeras para cortarle el anillo que tenía Pisano. Posteriormente su viuda se lo cedió y lo que también mantiene en su casa fue la cinta perimétrica que usaban los trabajadores.
Además de 31 heridos. También unas pérdidas importantes y la paralización de la fábrica durante una semana. "Los trabajadores quedaron muy tocados, fue muy duro", evoca.
"Un antes y un después"
"Fue un antes y un después para la vida de FASA en Valladolid", asegura Jesús Aranda, que pone de ejemplo que a partir de ahí se creó la figura del bombero voluntario. "Nos propusieron para hacer una formación y poder colaborar si volvía a pasar algo", ya que "un fuego se puede apagar con un vaso de agua, si pasan cinco minutos lo puedes apagar con un bidón de agua, si pasan otros cinco minutos, solo te queda rezar".
La mente de Aranda se mantiene lúcida de datos y de sentimientos. "Lo recuerdo todo bien, pero sobre todo tengo en la memoria los cadáveres tapados con sábanas".
¿Qué pasó?
Pues 50 años después se sigue sin saber qué ocurrió. Es cierto que se hicieron muchas investigaciones especializadas y todas ellas desecharon posibles causas como el origen eléctrico, es decir, un cortocircuito.
Por eso, se sigue pensando que fue intencionado. "Nunca se ha sabido, pero todo hacía pensar que fue intencionado por alguna mala mano, pero nunca se pudo certificar", afirma.
Para ello hay que ponerlo en contexto. Desde hace meses se vivía un conflicto laboral porque la empresa decidió suspender las tardes libres de los sábados y otros beneficios. "Protestábamos por algo que creíamos que era justo", cuenta Aranda que recuerda que en la rotonda de San Agustín ya les esperaba la Policía.
50 años después el incendio de FASA sigue siendo una incógnita. Pero ante todo fue una tragedia que se mantiene en la memoria de muchos. "Luego vivimos situaciones complicadas, pero como aquello nunca".