El sueño de un obispo que nunca se cumplió: la historia de una iglesia vallisoletana que ni con oro se pudo acabar
- Se le conoce popularmente como 'La Obra' y su imponente estructura refleja a la perfección cómo iba a ser esta joya arquitectónica.
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Hay joyas arquitectónicas que nunca han terminado de brillar del todo. Pequeños tesoros de Castilla y León que no consiguieron ser terminadas, pero que tienen una interesante historia detrás.
Una de ellas es la iglesia de San Andrés de Villafrades, una pequeña localidad ubicada a poco más de 65 kilómetros de la capital. Allí se encuentra este tesoro que nunca pudo convertirse en un refugio para los fieles.
La idea de esta iglesia vino de un fraile elegido obispo de Nueva Cáceres en las Indias Filipinas en el siglo XVIII. Él quería que su pueblo natal tuviera una iglesia en honor a San Andrés. Aunque nunca lo consiguió lograr.
Para poder construirla, envió varios barcos cargados de oro y esta quedó inacabada. Aunque no pudo mostrar su mejor versión, sí que se puede contemplar un impresionante edificio realizado en sillería de piedra perfectamente encuadrado en estilo neoclásico.
Esta se levantó en el centro de la población y su planta presenta una obra de cruz latina con tres naves separadas por arcos de medio punto apoyados en pilares cuadrados decorados con pilastras cajeadas.
Esta se pensaba cubrir con un cañón, por lo que las naves laterales llevan arcos diafragmas para soportar el empuje. Finalmente, no se pudo hacer.
Su acceso tampoco es fácil ya que cuenta con unas rejas que impiden a los turistas poder adentrarse. Aunque es posible imaginarse cómo iba a ser este precioso espacio que quedó en una obra inacabada, pero con una espectacular silueta.
Como nunca pudo ser acabada y los vecinos se tienen que conformar con ver la imponente fachada, estos la bautizaron como 'La Obra'. Y es el nombre popular que ha recibido la iglesia.
Pero, ¿por qué nunca se pudo terminar? Lo cierto es que este monumento comenzó cuando Villar Fray Andrés González Cano era obispo de Nueva Cáceres en Filipinas. Y también hijo ilustre de Villardefrades.
Mandó este barco lleno de oro a España y las obras sí que pudieron comenzar en 1763. Sin embargo, el dinero se agotaba y, pese a que mandó otro cargamento de oro, nunca logró llegar.
Una tercera embarcación fue enviada y Villar Fray Andrés González Cano murió. No lograron tener dinero suficiente para poder terminar esta joya arquitectónica que hoy luce en la provincia de Valladolid.
Por ello, el sueño se quedó, precisamente, en eso. En un sueño. Sin lograr nunca rematarla. Un precioso lugar al que es posible acercarse para contemplarlo, aunque no se pueda acceder a él.