
María Torres con el libro en honor a Matías
La mujer que rescató del olvido a Matías, asesinado en Gusen: "La intolerancia está asentada en la política"
La investigadora histórica y escritora consiguió rescatar la memoria de un hombre que nació en Castronuño y combatió al franquismo en 1936 y al nazismo en la Segunda Guerra Mundial.
Más información: "Matías regresa a casa": la historia de un vecino de Castronuño, víctima del Holocausto
Como cada año, el 27 de enero, la Unesco rinde tributo a la memoria de las víctimas del Holocausto ratificando su compromiso de luchar contra el antisemitismo, el racismo y contra otra forma de intolerancia que pueda conducir a que se perpetren actos violentos contra determinados grupos humanos.
Este día, también, se conmemora la liberación, en 1945 y por las tropas soviéticas, del campo de concentración y exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau. Una fecha que fue oficialmente proclamada, en noviembre de 2005, como el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto.
María Torres Celada nació en Madrid. En la actualidad reside en Vigo. Tiene 62 años y es investigadora histórica y escritora. Lleva investigando, ni más ni menos, que 20 años historias de uno de los momentos más turbios, si no el que más, de la historia como es la Segunda Guerra Mundial.
Ella rescató del olvido la historia de Matías Rodríguez Baraja, un hombre de Castronuño que fue asesinado en el campo de concentración de Gusen el 15 de noviembre de 1941, tras una brillante investigación que duró más de un año.
El municipio vallisoletano, ahora, le recuerda cada día en el lugar tras la colocación, en abril de 2022 de un stolpersteine en su honor.

El Stolpersteine en recuerdo a Matías
La vida de María
“Te diría que soy yo y mis circunstancias. Esas circunstancias me han conducido a que la memoria se convierta en mi militancia porque abrazo la certeza de que es la alternativa al silencio impuesto. Un acto que devuelve la voz a los que fueron silenciados, que pone fina a la impunidad del opresor e impide que continúe perpetrándose la traición”, señala María Torres Celada.
Nuestra entrevistada es nieta de un republicano español. Un, como ella dice, “condenado a muerte por el franquismo”. Nació en Madrid y pasó gran parte de su infancia en un pequeño pueblo de Cuenca, lugar en el que residían sus abuelos paternos.
“Me enteré de que mi abuelo había estado en prisión siendo muy niña. No sabía nada de la guerra, de la represión ni de los infames que llevaron a este país por el camino del desamparo y la tragedia. Nunca me atreví a preguntarle el motivo. A mis siete años tenía la falsa certeza de que solo los malos terminaban en la cárcel”, asegura.
Tras años trabajando como administrativa, secretaria de dirección y responsable de un área de formación, María acabó dedicándose a lo que más le gustaba, la investigación histórica. En ella se adentró hace más de 20 años y a través de ella se encontró con la historia de Matías.
La historia de Matías
“Realizando una investigación sobre deportados a campos nazis de la ciudad de Vigo me encontré con Matías. Cuando vi que había nacido en Castronuño, el pueblo de mis suegros, se despertó la curiosidad. Partí solo de un nombre, de una localidad y de una fecha de nacimiento y he conseguido reconstruir toda su historia y devolverle la humanidad que le quitaron los nazis”, explica.
Matías era tipógrafo, anarquista, que “creyó en el ideal de que un mundo mejor para la clase trabajadora era posible”. Un hombre que “luchó por la libertad y confió en la dignidad de la clase obrera”. Combatió al franquismo en la Guerra de España de 1936 y al nazismo en el conflicto más sangriento de todos los tiempos: la Segunda Guerra Mundial.
Matías Rodríguez Baraja ‘O Baraja’, nació en 1903 en Castronuño. Huérfano de padre desde niño se estableció en A Coruña con 19 años. Fue “uno más de tantos luchadores y luchadoras contra el golpe de estado de 1936”, miembro de una generación “desgraciada como pocas” que “se sacrificaron en defender la democracia española y quedaron atrapados entre dos guerras”, señala nuestra protagonista.
“Este hombre que nació a orillas del Duero dejó su vida después de tanta lucha en un campo nazi próximo a la ciudad de Linz en Austria. Su cuerpo fue convertido en humo y cenizas el 15 de noviembre de 1941”, añade. Matías aguantó diez meses en Gusen “el subcampo más grande de Mauthausen al que se conocía como El Matadero”, añade María.
Los prisioneros de Mauthausen y sus subcampos, fueron “obligados a trabajar como esclavos hasta la extenuación en las terribles canteras de granito” o “para conglomerados empresariales del Tercer Reich en la producción de armamento, municipio y ensamblaje de aviones”, añade María.
Explica que “los prisioneros tenían que batir récords en eficiencia laboral y fueron tratados con una crueldad inimaginable”, explica. Los que estaban demasiado débiles o enfermos para trabajar eran enviados a Gusen, el subcampo más grande de Mauthausen al que se conocía también como “el matadero”.
“Matías aguantó diez meses en Gusen. Según los documentos nazis padeció de una insuficiencia mitral. Los nazis disponían de más de 20 muertes distintas con las que cumplimentar los certificados de defunción, pero la realidad era otra”, asegura.
Se estima que fueron alrededor de 7.500 los españoles que murieron en campos de concentración durante el Holocausto. Cerca de 40 eran vallisoletanos.
Un día marcado y un stolpersteine en Castronuño
Fue en el año 2021, a iniciativa del Equipo de Gobierno Municipal del Ayuntamiento de Castronuño, encabezado por el alcalde Enrique Seoane, cuando se decidió colocar un Stolpersteine en recuerdo y homenaje a Matías. El 14 de abril de 2022 se colocaba.

Enrique Seoane, el que fuera alcalde de Castronuño, con el recuerdo a Matías.
100 años después de que Matías abandonara Castronuño, su pueblo, regresó a casa convertido en piedra de Memoria, para que nos tropecemos una y otra vez con su historia y su recuerdo perdure por siempre.
“Este día en memoria de las víctimas del Holocausto lo pasaré así, recordando a las víctimas. Tenemos el compromiso moral y la responsabilidad de no olvidar, porque a pesar de los años transcurridos hay que involucrar a las generaciones futuras para prevenir; hay que rechazar a quien niega lo ocurrido y condenar cualquier manifestación de intolerancia”, añade María.
Para esta eminencia de la investigación “sin duda”, la Segunda Guerra Mundial ha sido el “peor momento de la historia de la humanidad” y pide “tomar medidas” para que esta situación no se vuelva a dar.
María apunta que “no debemos olvidar que esta tragedia ocurrió en Europa” que pasa por ser “un pueblo civilizado, culto y avanzado” y “contra las previsiones”. Todo después de que en 1933 los nazis subieran al poder y de que la persecución de los judíos y de otros grupos étnicos “se convirtiera en la política del gobierno de Alemania”. Fue el comienzo de la guerra y la Segunda Guerra Mundial en sí misma, la que “proporcionó la oportunidad para implementar las políticas nazis más extremas, entre ellas, la “solución final”.
“La intolerancia está asentada en la política”
“Creo que los políticos deberían saber, al igual que el resto de la Sociedad, que nadie está legitimado para decidir que el pasado no existe e intentar premeditada e interesadamente enterrar una parte de la historia en la que más sangre inocente ha sido derramada. Nuestra memoria y la transmisión de la misma han de ser más grande que el olvido impuesto, al igual que nuestro compromiso contra la injusticia”, añade nuestra protagonista.
Nuestra entrevistada apunta que “estamos en pleno siglo XXI” y que “no hemos avanzado”. Asegura que “deberíamos pensar que ahora no hay espacio para la intolerancia” pero “estamos asistiendo a una visión terrible” porque “la intolerancia está asentada en la política y atenaza a las minorías y refugiados”.
Por ello ahora, más que nunca, apunta que “debemos defender los derechos humanos, los valores universales de un mundo basado en la justicia y la igualdad” que son los mismos valores por los que lucharon millones de deportados y deportadas en Europa.
María añade que “nunca alcanzaremos un estado realmente democrático” mientras “no se reconozca y repare el daño” y “mientras no rescatemos los cuerpos que yacen en todas las fosas” para “dignificar la memoria de los represaliados”.
Mientras tanto ella pone su granito de arena para que esto sea así.