Del Castillo: "Hay cosas buenas en las redes sociales, hay beneficios"
El tercer ponente de las XV Jornadas Diocesanas de Zamora, dedicadas a la familia, fue Fernando del Castillo Palma, director de la Fundación Solidaridad Humana (Madrid). Este educador, terapeuta familiar y orientador presentó ayer en el salón de actos del Seminario San Atilano un tema de gran actualidad: la familia y las redes sociales.
Habló de las dos caras de una moneda: “hay cosas buenas en las redes sociales, hay beneficios, no sólo tienen aspectos negativos”, y desgranó algunos de estos beneficios: información, comunicación, relación, conocimiento, ocio, etc. También detalló los riesgos: contenidos inapropiados, aislamiento, pérdida de intimidad, identidades ficticias, engaño, consumismo y adicción, suplantación de identidad, acoso, etc.
Nuevas tecnologías: datos preocupantes
Tomando los datos de diversos estudios realizados en nuestro país por entidades como Telefónica o la ONG Protégeles, señaló que “España es el país de la Unión Europea con mayor número de smartphones: 23 millones de dispositivos. El 87 % de la población lo tiene a mano las 24 horas al día, y el 80 % lo primero que hace por la mañana es cogerlo. Además, el 35 % de los españoles prefiere comunicarse por mensajes”. Por lo que, indicó, “cada vez hay más aparatos de comunicación, y cada vez hay menos comunicación”.
Además, dijo, “el 21,3 % de los jóvenes españoles está en riesgo de convertirse en adicto a las nuevas tecnologías. El 30 % de los niños españoles de 10 años de edad tiene un teléfono móvil. A los 12 años, casi el 70 %, y a los 14 años el 83 %”. Para ilustrar lo que suponen las nuevas tecnologías en la vida diaria de la gente, proyectó un vídeo que ha elaborado su hijo Pedro del Castillo, estudiante de periodismo, y que está en su canal de Youtube “Las cosas como son”, sobre el WhatsApp.
Después el conferenciante expuso algunos casos concretos de niños enganchados a las nuevas tecnologías, algo que repercute en su familia, sus estudios y sus relaciones. Distinguió entre tres tipos de relación con las nuevas tecnologías: uso, abuso (o uso inadecuado) y adicción.
La adicción, una realidad
También explicó los factores de riesgo que puede haber en lo personal, como la impulsividad, la disforia, la intolerancia a estímulos displacenteros físicos o psíquicos, la búsqueda incesante de nuevas sensaciones y una ineficaz forma de afrontar los problemas. “Puede generar más enganche que cualquier otra adicción, aunque nos pueda parecer que no hay problema”, afirmó.
Fernando del Castillo se refirió, en concreto, al fenómeno de la pornografía en la red: “ahora sabemos que la pornografía online puede generar más dependencia que la cocaína. La pornografía está rompiendo muchos matrimonios y enganchando a muchos jóvenes, un tema tabú. Y si el sujeto está desestructurado, porque se ha roto en su parte neurálgica, que es la afectividad y la sexualidad, no es posible plantearse la vida como vocación”. Y añadió: “desde mi experiencia diaria como terapeuta, veo mucha adicción, sobre todo a ludopatía y sexopatía”.
Además de los elementos personales, también hay factores de riesgo familiares: complicadas dinámicas familiares donde “los horarios laborales de ambos padres hacen que los niños pasen muchas horas solos, un tiempo que se malgasta en consumir de forma indiscriminada contenidos que en muchas ocasiones son inapropiados para los menores”.
Y por último, están los problemas sociales: “el menor recibe la influencia de miles de mensajes auditivos y visuales que van modelando poderosamente su forma de pensar, sentir y manifestarse. El grupo de iguales empieza a tener una importancia cada vez mayor, por ello es fundamental que los padres fomenten en sus hijos la búsqueda de amigos que ejerzan en ellos una influencia positiva, sobre todo en casos de acoso, baja autoestima, etc.”.
Formar para la libertad, no censurar
Si el adolescente tiene en casa atención y cariño, y se favorece la socialización en diversos ámbitos: parroquias, asociaciones, etc., “no va a buscarlos fuera. Y no va a buscar apoyo en sectas o grupos violentos. El fenómeno sectario llega a la misma zona límbica del cerebro que las nuevas tecnologías: la captación emocional”.
Por eso, insistió el ponente, “hay que ‘dejar ser’ a los hijos, que no son nuestros, sino que son de ellos mismos y de Dios”. En este momento educativo, “no se trata de censurar los aparatos, las nuevas tecnologías... sino que se trata de formar, de aprovechar todo esto para que sea una oportunidad. Se trata de educar para la libertad, para que sean libres, para que vuelen”. En esta línea, llamó a los padres a “replantearnos si realmente estamos dedicando el tiempo necesario a los hijos”.
Expuso también varias formas actuales de acoso virtual, como el sexting, el grooming, el ciberacoso o ciberbullying, etc. “El 50 % de los menores en España sufren ciberacoso, según un estudio de la Universidad Miguel Hernández. Pero cada caso de estos chicos es un 100 % que requiere nuestra atención”, afirmó. Y recordó que “siempre hay una carencia afectiva: si un niño es querido por sus padres, no va a caer en estas redes. Hay que querer a los hijos”.
Comentó además las consecuencias legales que tienen estas prácticas, sobre todo en torno a la ley de protección de datos y la ley de propiedad intelectual. Y el artículo 183 del Código Penal, que prevé penas para el ciberacoso a menores de 16 años. Añadió que los dos últimos Papas han ido por delante en todo esto, en cuanto a la prevención y actuación ante los casos de abusos sexuales a menores. Porque, recordó, “las nuevas tecnologías tienen estos dos peligros: la violencia y el sexo”.
Pautas educativas y familiares
Fernando del Castillo presentó a los asistentes una viñeta donde se podía leer: “Hijo, me gustaría pasar más tiempo contigo. ¿Me aceptas como amigo en Facebook y te sigo en Twitter?”. Y recordó la máxima del cardenal Cisneros: “fray ejemplo es el mejor predicador”. Y así, planteó que “los niños no obedecen: imitan. Hay que ver qué ejemplo damos los adultos, tenemos que hacer examen de conciencia, y desde ahí podremos plantear la educación y las normas de los hijos”.
Explicó los factores de protección: trabajar las habilidades personales, como la autoestima, la asertividad y actitudes dialogantes (escucha y respeto). También las habilidades sociales, como hacer y aceptar cumplidos, hacer y rechazar peticiones, expresar desagrado o disgusto justificado, aceptar las quejas o críticas de los demás, iniciar, mantener y finalizar conversaciones, expresar opiniones personales y/o defender los propios derechos, disculparse o admitir ignorancia. Y educar para la solución de conflictos.
“Hay mucha adicción, pero es una adicción blanca que te machaca físicamente, y por ello no hay conciencia de ello. Van a pasar años hasta que tomemos conciencia de lo que está suponiendo. Estamos en una gran ola de consumismo que nos está cosificando, y amamos más a los objetos que a las personas”, afirmó.
También presentó algunas habilidades necesarias de comunicación familiar, ya que “dialogar no sólo es hablar, sino también escuchar. Hay que poner límites y normas, educando en razones. Es un tema de salud, no sólo moral: yo quiero que seas libre, que seas un chico saludable, y aunque todo el mundo lo haga, tú no. Hay conductas por las que no tenemos que pasar. Tú eres mi hijo, y no estoy de acuerdo con esto y con esto otro. Pero antes tendré yo que darle ejemplo”.
Insistió en la necesidad de proponer “alternativas de ocio y tiempo libre, que sean gratificantes para ellos. Esto ofrece una oportunidad pastoral: hacer cosas para los jóvenes. Nos la jugamos en la familia y en los jóvenes: ¿dónde están los jóvenes que no vienen a la parroquia?”. Y concluyó diciendo que “la solución está en el amor y en la familia. El consumismo nos está machacando, y necesitamos familias con sujetos estables, no rotos”.