Zamora

El misterioso caño de Carrevenialbo (Carrabiñalbo) en Fuentesaúco

27 agosto, 2018 15:57

Agua. Imperecedera fuente de vida, manantial de desarrollo en torno al cual se erigieron miles de localidades a lo largo de la historia de la Humanidad. Elemento también asociado al misticismo, con una peculiar simbología. Hay lugares donde el agua es protagonista, parajes que a simple vista son uno más del entorno rural, pero en ocasiones guardan en su trasfondo una peculiar historia. Así ocurre con el caño de Carrevenialbo o Carrabiñalbo en Fuentesaúco.

A las afueras de esta localidad zamorana de la comarca de la Guareña, donde se produce el mejor garbanzo y se realiza la centenaria tradición de los espantes, existe un teso (hay quienes lo escriben con v, Carraviñalbo, Carraviñalvo, y quienes no pronuncian la ñ, Carrabinialbo, Carravinialvo, Carrevenialvo, Carrevenialbo) con un pilón de agua para abastecer al ganado. Aunque desde tiempos inmemoriales también fue lugar de encuentro de los saucanos y apaciguador arroyo para su sed.

Si dudosa es su denominación, más su origen. ¿De dónde proviene el agua? Dicen que de un manantial de la zona, pero sin especificar concretamente el lugar. Pero, sobre todo, ¿por qué siempre fluye el agua? Incluso en los periodos de mayor sequía, como el pasado año hidrológico, siempre sale del caño el líquido elemento. Desde hace dos meses no llueve con fuerza, pero el agua no ha cesado de aparecer. ¿Y por qué siempre esta agua está fresca? Incluso en las semanas más calurosas del verano, en el momento del día más asfixiante, muestra una temperatura más propia del invierno.

Carrabiñalbo siempre ha mantenido estos misterios de la naturaleza, pero uno más le acompaña. ¿Por qué siempre hay renacuajos en el pilón? Diferentes generaciones han acudido allí en su busca para cogerlos y jugar con ellos. Da igual el día, da igual la semana, da igual la estación del año. Siempre hay renacuajos. Y no es precisamente una zona con charcas donde abunden las ranas. Es uno de tantos lugares con una magia particular, aquellos que abundan en nuestro pueblos por doquier, pero sólo perceptibles para aquellos ojos que realmente quieren ver.