Sanabria se queda huérfana con la muerte de Erundina, la gran matriarca de La Chopera
Recuerdo aún el viejo merendero entre los chopos donde tantas tortillas recién hechas culminaban los días felices de infancia y verano, germen del complejo hostelero que se alza hoy en día que incluye el restaurante y el Centro de Turismo Rural La Yénsula; y también las noches de invierno con Javi, cuando Erundina me daba posada y nos esperaba hasta el amanecer, y se reía con las trazas que llevábamos o simplemente nos miraba y prefería no decir nada pero le delataba su sonrisa, aunque nos medio riñera. Sus ojos intensamente azules ya no fueron los mismos desde que Javi se nos fue, tan temprano.
Maestra de maestros cocineros, Erundina ha sido desde su primer día el alma de La Chopera y la transmisora de los secretos de la cocina a su hijo Pepe, que ha sabido mantener la gastronomía de la tierra y a la vez innovar sobre esa base aprendida entre enormes perolas y pucheros, siempre con los productos de calidad de la comarca.
Sus habones, las setas, los espectaculares sanjacobos, la trucha sanabresa o los chuletones de ternera forman parte de la cocina más tradicional de Sanabria, que este 3 de mayo pierde a una de sus figuras más señeras. Ahora ya está con Goyo padre y con Javi, que se adelantaron al cielo de los hosteleros para esperar allí a los suyos, que son estrellas que iluminan el cielo y se reflejan en su Lago. Cuántos recuerdos, cuántas cosas, cuánta vida!
Erundina se fundirá hoy con su querida tierra sanabresa, de la que ha sido la mejor embajadora, para ser ya memoria de la mejor cocina, genio y figura, la gran dama de la cocina de Sanabria por derecho y méritos propios.
Abrazo en el dolor a esa familia tan querida –Paco, Pepe, Goyo…cuántas cosas me vienen ahora mismo a la cabeza- que sostiene con su trabajo el buen hacer hostelero, siempre con los brazos y las puertas abiertas para todo el que las traspasa.
Descansa en paz, Erundina, que bien ganado lo tienes, que es ya mucho lo trabajado en la tierra, con el chasquido del vino amargo de sobrevivir a un hijo en el alma.
Hoy allá arriba ganan a una cocinera de primera y Sanabria se va a la cama huérfana de su gran matriarca.
Texto y fotos: Hostelería en Zamora