Poncho K y Zamora mantienen una relación de muchos años. En cinco ocasiones el músico sevillano ha compartido sus letras con el público zamorano, las tres últimas en La Cueva del Jazz. El próximo 2 de abril, a las 21 horas, (entradas 20 euros) Poncho K ofrecerá, por primera vez, un directo en formato eléctrico y con banda completa en la mítica sala de conciertos de la capital zamorana. No faltará su archiconocido Manolito Caramierda, otros grandes temas del sevillano y la presentación de su nuevo disco Calíope.
Pregunta.- Este es tu quinto viaje a Zamora y la tercera ocasión en La Cueva del Jazz. ¿Has encontrado buena acogida en la ciudad?
Respuesta.- La verdad que sí. Óscar (La Cueva del Jazz) nos trata muy bien, y el público también. Es una relación que ha ido creciendo cada vez que hemos ido y siempre nos han recibido muy bien.
P.- Zamora vuelve a ser una de las paradas de esta nueva gira A vivir. ¿Qué va a tener de distinto este nuevo directo?
R.- Al sacar un disco nuevo el repertorio cambia, así que eso es una de las cosas. En cada gira repasamos la discografía, recuperamos algunas canciones, quitamos otras que estaban, e incluiremos bastantes del disco nuevo. La gran novedad en Zamora será que nunca hemos actuado en formato eléctrico. Siempre habíamos ido en formato acústico o semieléctrico, pero esta vez vamos con toda la banda.
P.- ¿Ese “a vivir” hace referencia a la vuelta a la normalidad tras la pandemia?
R.- A lo mejor inconscientemente le habré puesto ese nombre por eso. Pero, en general, es mi forma de vivir, y ahora más que nunca. Después de todo lo que ha pasado, ahora lo que toca es vivir con los puños cerrados.
P.- ¿Cómo ha sido la vuelta a los escenarios ya de pie y sin restricciones?
R.- Con muchísimas ganas después de estar tanto encerrados. Pero es cierto que está siendo rara. Está constando arrancar el regreso a las salas. El público se espera a comprar las entradas hasta última hora, por lo que pueda pasar. La reincorporación está siendo muy lenta, pero con mucha ilusión y ganas.
P.- Este directo sirve de presentación de Calíope, un disco que sacaste en abril de 2021 en formato físico y no fue hasta noviembre del mismo año que se lanzó en formato digital. ¿Cuál fue el motivo?
R.- Fue un poco capricho. Fue pensado para los románticos del plástico, esos que cogen el disco, lo abren y leen el libreto; y como creo que no me van a quedar muchas oportunidades de sacar un disco en físico, fue una forma de despedirme de este formato.
P.- Entonces, ¿el próximo disco ya no saldrá en físico?
R.- Bueno, estoy muy loco, igual al final lo saco. Pero la idea es ya solo hacerlo en formato digital.
P.- Llevas a tus espaldas nueve discos, cientos de temas, pero Manolito Caramierda, que es una canción de hace doce años, sigue siendo tu tema más escuchado. ¿Qué tiene Manolito? ¿Todos tenemos hemos sido ese Manolito Caramierda? ¿Sigue siendo necesaria esta canción?
P.- No lo sé. Quizás es que abarca a todos los públicos. A los críos les gusta mucho y tiene un ritmillo muy pegajoso. Creo que todos hemos sido o hemos tenido al lado un Manolito, y sí que sigue pasando pese a que hay más conciencia sobre el bullying, creo que el mensaje sigue vigente.
P.- ¿Formará parte del set list, no?
R.- No puede faltar porque si no me linchan seguro.
P.- En toda tu carrera no has escondido tu intencionalidad política y de denuncia social. ¿Puede la música crear conciencia social?
R.- No lo sé. Estoy en otra vertiente, realmente no me siento identificado por ninguna ideología. Me considero un hedonista, ni siquiera un anarquista. No es lo que yo pretendo con mi música, pero sí creo que esta es una herramienta como otra para remover conciencias y que puede hacer pensar.
P.- Hasta hace poco trabajabas con Sony, pero 11 Palos y los dos directos ya salen de la mano de Ríe Récords, el sello de tu propio mánager. ¿Cuál ha sido el motivo de dejar a Sony?
R.- Se fue cayendo o me fui cayendo yo de la relación. No estaba cómodo del todo.
P.- ¿Por qué no estabas cómodo?
R.- Al final es que en la compañía deciden muchas personas, pasas por muchas manos, y hay cierta presión con el calendario, y yo no me adapto mucho a los calendarios de nadie.
P.- Estas ganas de controlar la producción de los discos es una tendencia muy habitual entre muchos artistas, incluso decidiendo abandonar a las grandes discográficas o, a veces, triunfando sin ellas desde el principio. ¿Definitivamente la industria musical ha cambiado ya del todo?
R.- Va por etapas. Ahora dependemos mucho de la tecnología, y nos permite tener estudios e instrumentos, con los que puedes autogestionarte. Pero mañana la tendencia puede cambiar y puede que volvamos a depender de una compañía. Creo que tenemos que aprovecharlo y no dejarnos gestionar por oficinistas, que es feo llamarlos así, pero es que es la realidad. La música tiene que estar dirigida por músicos, que entienden el arte, lo valoran y saben a quien quieren dirigirlo.
P.- ¿Cuánta culpa, buena o mala, tiene Internet y las redes sociales de ello?
R.- Es mala para las discográficas. Pero, al final, ellas son las dueñas también de grandes corporaciones que controlan todo y estamos indirectamente sujetos a ellos.
P.- Como Spotify o YouTube.
R.- Eso es. Detrás de ellas está Sony también. Siempre vas a estar con ellos, pero con algo más de libertad. Tampoco nos engañamos, el mundo está inventado y sabemos quien lo mueve todo al final.
P.- Tras 20 años de carrera, ¿cuál es el secreto para seguir teniendo un público fiel detrás?
R.- No lo sé. Supongo que es por hacer lo que me apetece de verdad y no pensar en vender discos.
P.- ¿Qué queda del jovencito de Sevilla que cogió una guitarra, una maleta y se fue a Madrid a probar suerte?
R.- Las mismas ganas y la misma esencia. Lo que me movió a irme a Madrid a buscarme la vida como músico sigue patente y no va a cambiar. Eso sí, ahora cuento con la experiencia de 20 años, donde he visto de todo.
P.- Las salas de Castilla y León, como La Cueva del Jazz, han sufrido especialmente las restricciones sanitarias por una legislación autonómica que no las consideraba en el mismo saco cultural que los teatros, los auditorios o los cines, sino como locales de ocio nocturno. ¿Es menos cultura la música por ser en una sala o un bar musical? ¿Qué te parece esta situación?
R.- Me parece una falta de respeto y un despropósito. No tiene sentido, como muchas de las cosas de esta pandemia. Es una estafa y una tomadura de pelo. Parece totalmente un intento de cargarse el ocio nocturno, que es una forma de cultura y de relación de la gente joven. Una forma de compartir pensamientos y esto ha sido una forma de hacer daño a un pilar como este. Han ido a dar donde más duele para destrozar este tipo de cultura.