El pasado mes de abril, como tengo por costumbre cada año, me dispuse a recorrer nuevamente los caminos de hierro abandonados de la Ruta de la Plata.
Concretamente, realicé los 33,96 kilómetros que separan la localidad del Cubo del Vino de la vecina capital charra, con el fin de actualizar así los testimonios fotográficos que ponen una vez más de manifiesto la desidia hacia una infraestructura desamortizada, convertida en un mero bien patrimonial y troceada para su alquiler a las distintas administraciones con el fin de terminar de convertirla en un camino de cabras bajo el amparo del proyecto de “Vías Verdes” -ese absurdo eufemismo con el cual tintar de “turísticamente significativas” la transformaciones de las líneas ferroviarias cerradas al tráfico en caminos de zahorra-.
Como ejemplo de este despropósito, en Salamanca ahora se ha puesto de moda el denominado como “Camino de Hierro”, una variante de las “Vías Verdes” -en este caso no se han desmantelado las vías- que recorre la abandonada línea del Duero española (cerrada también en 1985 por el gobierno de Felipe González) entre la localidad de La Fregeneda y el muelle fluvial de Vega Terrón. Una muestra más de lo absurdo, una vergüenza nacional vendida como algo fantástico, como un aliciente para el desarrollo turístico de la zona.
Mientras tanto, nuestros vecinos portugueses mantienen la línea del Duero con vida (y van a reabrir el tramo actualmente clausurado hasta la frontera española), y por sus vías circula el tren “Miradouro”, un espectacular convoy que recorre la distancia entre la estación de Pocinho y Oporto, con unas magníficas vistas del río Duero, un recorrido que verdaderamente es turísticamente significativo, complementado con trenes regionales que unen Oporto con el resto de ciudades y pequeñas localidades de la línea.
El ejemplo de la inversión para la mejora de la línea del Duero llevada a cabo por el gobierno portugués, así como la intermodalidad entre trenes de media y larga distancia sería aplicable a la línea de la Ruta de la Plata. Sin embargo, el paradigma ferroviario español es evidente: Cierre y ausencia de inversiones para la mejora de las líneas convencionales y despilfarro de miles de millones en la red de Alta Velocidad abierta a la entrada del capital privado.
Quiero destacar aquí, dentro de la línea de la Ruta de la Plata, una de las conexiones con mayor importancia -debido al alto volumen de viajeros- para nuestra ciudad y provincia: El tramo entre Zamora y Salamanca. Entre los años 1999 y 2000, la Consejería de Fomento de la Junta de Castilla y León encargó a la consultoría INECO un estudio de viabilidad de reapertura del tramo.
Entre otros detalles técnicos, dicho estudio estimaba el tiempo de viaje entre ambos centros urbanos en 35 minutos en vía convencional no electrificada, ya que la mayor parte del trazado -un 67%- transcurre en línea recta, manteniendo una velocidad estable de 140 km/h en algo más de 50 de los 66,384 kilómetros que separan ambas capitales. De este modo se podrían conectar un posible apeadero subterráneo en La Marina con el apeadero de La Alamedilla, mejorando así la movilidad para los cientos de trabajadores y estudiantes que se trasladan diariamente entre ambas ciudades y los pueblos, abriendo la puerta a la generación de sinergias y a la potencial proliferación de inversiones dentro del eje del Oeste Español con la reapertura total de la línea, mediante la conexión ferroviaria de los puertos del norte y del sur del país, tal y como vienen reclamando las Cámaras de Comercio de la zona, entre otras entidades.
Sin embargo, tanto el Ministerio de Transportes como la Fundación de los Ferrocarriles Españoles tienen la mira puesta en proseguir los desmantelamientos hasta transformar completamente la infraestructura ferroviaria en otro camino más donde ya abundan, cerrando así la puerta al enorme potencial que la recuperación de esta línea podría suponer a una parte de España que continúa desangrándose demográficamente a marchas forzadas. Sirva este testimonio fotográfico actualizado como una herramienta para no dejar que la reivindicación de la reapertura de esta línea caiga en el olvido. Sin la Ruta de la Plata, no hay futuro para Zamora, ni para el Oeste Español.