Casi 320 hectáreas de superficie, más de tres kilómetros de largo, 1.590 metros de ancho y una profundidad máxima de 51 metros. Estas son las credenciales numéricas del mayor lago de origen glaciar de Europa. Y no es otro que el Lago de Sanabria, en la provincia de Zamora. Una inmensa balsa de agua, formada hace miles de años, que supone el mayor atractivo turístico de la provincia y ha dado origen hasta una novela del escritor Miguel de Unamuno.
Así, este espacio natural es mucho más que un lugar de ocio vacacional y una zona de baño fresquita para el verano. El Lago de Sanabria se formó hace más de 100.000 años durante el Pleistoceno Superior. Fue un impresionante glacial de más de 20 kilómetros, originado durante la última glaciación de Würm, cuyas lenguas de hielo fue excavando la tierra hasta formar el espacio donde hoy se ubica el Lago.
Tras el deshielo, el agua fue llenando el lugar hasta formar la impresionante masa acuática, que hoy en día se nutre del río Tera, que entra y sale del Lago. Por encima este, se unen al Tera, el río Cárdena y el río Segundera como sus principales afluentes. Ambos forman seis embalses que componen la cuenca hidrográfica del Lago de Sanabria, con una gran cantidad de humedales.
Además, la erosión glacial también creó hasta 20 lagunas permanentes que hace que ostente el récord de tener el mayor conjunto de lagunas de origen glaciar de España, después de los Pirineos, algunas de ellas, extraordinariamente valiosas. Y es que se ubican en parajes de difícil acceso, por lo que han permanecido casi intactas a la alteración por la mano del hombre desde hace siglos.
Patrimonio natural de incalculable valor
Según el Patronato de Turismo de Zamora, el Parque Natural del Lago de Sanabria y Sierras Segundera y de Porto tiene un patrimonio natural de incalculable valor por la extensa diversidad de especies que viven en la zona. Entre ellas destaca la trucha, que en estas aguas "puede alcanzar dimensiones considerables y su carne adquiere un tono rosado que recuerda a la del salmón". Pero en el Lago también conviven bermejuelas, cachos o barbos.
Por lo que respecta a los mamíferos, hasta 41 especies diferentes como el escurridizo desmán de los Pirineos, varios mustélidos como la nutria, la marta, el armiño, la garduña o el tejón, y otros mamíferos de mayor tamaño como el corzo, el jabalí y el gato montés.
En el 2000 fue declarado Zona de Especial Protección para las Aves, por la presencia de 142 especies, entre ellas rapaces diurnas como el águila real, el halcón abejero, el halcón peregrino, el ratonero común, el cernícalo vulgar y el búho real, junto a pájaros como el alcaudón dorsirrojo, el escribano cerillo, el pechiazul, la perdiz pardilla, denominada localmente ‘chárrela’.
Además, en sus bosques de roble viven especies como el camachuelo común, el petirrojo, el arrendajo o la abubilla. Y es que su diversidad botánica también es excepcional. El entorno del Lago de Sanabria mantiene 1.500 especies vegetales, algunas únicas en la Península Ibérica.
La leyenda que inspiró a Unamuno
Cuenta una antigua leyenda en Sanabria que bajo las aguas del Lago descansa el pueblo de Valverde de Lucerna. Dice la historia que un día muy frío llegó a la localidad un mendigo pidiendo limosna y refugio, pero nadie atendió a sus súplicas. Finalmente, unas mujeres panaderas se apiadaron de él y le permitieron entrar en la sala del horno, donde estaban cociendo el pan para el pueblo, para que se guareciera. Allí, las panaderas pusieron algo más de masa en el horno, para que el pobre hombre pudiera comer algo.
Pero ocurrió algo sorprendente. La masa creció tanto en el horno que el pan se salió del mismo y las mujeres se asustaron. En ese momento, el mendigo confesó ser el mismísimo Jesucristo y anunció a estas mujeres que debían abandonar de inmediato la aldea pues, fruto de la falta de caridad de la misma, esta iba a inundarse por completo.
La leyenda cuenta que Jesucristo clavó su bastón en el suelo y dijo: "Aquí clavo mi bastón, aquí salga un gargallón, aquí cavo mi ferrete, que salga un gargallete". Entonces, el agua comenzó a emanar del agujero formado por su bastón hasta inundar todo el municipio. Tras la inundación, solo el horno de pan se salvó y, dice la historia, que dicho horno se ubicaba en el islote que hoy en día puede verse en medio del Lago de Sanabria.
Y en este mismo lugar se ubica también el Balneario de Bouzas. Un espacio, hoy abandonado, que fue uno de los grandes atractivos turísticos de Sanabria a finales del siglo XIX y principios del XX. No solo por su espectacular ubicación, con vistas directas al Lago, sino porque se encuentra muy cerca de un manantial de aguas sulfurosas a las que siempre se les atribuyó propiedades curativas y medicinales, y al que acudían multitud de visitantes para intentar curar o calmar sus dolencias.
Pero ya sobre el 1930, el lugar entra en declive así que el dueño del balneario por aquel entonces, Honorino Requejo, invita al mismísimo Miguel de Unamuno, quien acude al lugar del 1 al 5 de junio de ese mismo año, para intentar revitalizar el negocio y denunciar la situación en la que se encontraba. De paso, el escritor buscaba encontrar algo de tranquilidad tras su vuelta del exilio en Hendaya, durante la dictadura de Primo de Rivera.
Durante esos cinco días, el escritor conoce la leyenda de Valverde de Lucerna y se queda prendado por la belleza infinita del Lago de Sanabria y su entorno. Además, encuentra en el relato de la propia leyenda, con un pueblo sumergido, un símil con la pobreza de los pueblos de la comarca sanabresa, según indican desde la Asociación de Amigos de Unamuno.
Por ello, el Lago de Sanabria y su entorno se convierten en el escenario de su novela San Manuel Bueno, mártir. El relato cuenta la vida y obra del cura de Valverde de Lucerna, de la diócesis de Renada (nombre ficticio). La narradora de esta historia es Ángela Carballino, la supuesta autora del libro, que supuestamente ha vivido en contacto con un santo y escribe el relato para "salvar la memoria del cura".