"Tuve pesadillas muchas noches. Me levantaba empapado en sudor y excitado. Fue todo traumático, una escena dantesca, un infierno, pero no queda otra que motivarse, no mirar atrás y salir adelante". En el recuerdo de todos quedan acontecimientos históricos que llegan de improviso y que hacen que de pronto se detenga el mundo. Son momentos que cuando están sucediendo, y aunque sean vividos en primera persona, no se terminan de creer. El incendio del pasado mes de julio siempre estará presente en la historia de la Sierra de Culebra y de los poco más de 70 habitantes de San Martín de Tábara (Zamora), con 30.000 hectáreas arrasadas, y concretamente, en la de Israel León Vasallo.
Las huellas de aquel incendio perduran en todas las calles del pueblo. Cicatrices de cenizas abandonadas. El chamuscado tronco de los árboles es el notario del pasado, leña partida y quemada en los corrales del pueblo, el agua del arroyo todavía discurre turbia, puertas ennegrecidas y los bandos municipales anunciando que ya nada volverá a ser como antes. Sin embargo, Israel no tiene rencor contra nadie, ni administraciones ni políticos. "¿De qué sirve?", se pregunta, "tengo dolor y duelo, pero nada más". Mira al frente, respira y quiere afrontar el futuro pero no olvidar.
La vida sigue, y aunque la Sierra de la Culebra ni calla ni se queda quieta, los ganaderos y agricultores quieren renacer de sus cenizas, quemar el silencio y elevar las alas para seguir volando. Y lo desean hacer con la única herramienta que conocen: el esfuerzo. Un ejemplo es el de la quesería Beato de Tábara con Israel al frente, junto a su hermano y su padre ya jubilado.
En su memoria, casi seis meses después, se mantienen imágenes dolorosas. Las aves intentando huir del humo, los sonidos de los animales pidiendo auxilio, la caída de los tejados de las pocas casas de San Martín, las viviendas sin luz y las virutas saltando de la brizna. Toda la familia se lanzó a salvar la nave y el rebaño de cabras. A sus 43 años, perdió todo lo material y gran parte de lo sentimental. Cercados, instalaciones, pastos, cisternas, tierras de cultivo, plantaciones y su valor más preciado, las 500 cabras con las que elaboraban sus quesos de calidad. Sin embargo, mucho más importante que lo que tienes es lo que pierdes, o lo que has estado a punto de perder. En su caso lo que más le dolió fue ver quemarse "años de esfuerzo, sacrificio y horas de trabajo". El trabajo de toda una vida de su padre y de su hermano. Emociones que les han hecho llorar de rabia cada día desde que ocurrió la tragedia y que al mismo tiempo les han llenado de responsabilidad.
"No solo se quemó lo material, también años de esfuerzo, sacrificio y horas de trabajo”
El trabajo como motivación
Es el momento de mirar hacia adelante, de enfundarse el traje de faena y renacer de las propias cenizas con más fuerza. La famosa reinvención, en este caso obligada por unas llamas que también se llevaron vidas humanas.
León reconoce que la tragedia ha valido para que los jóvenes en edad laboral del pueblo se hayan unido en la lucha. “Se ha demostrado lo necesario que somos los unos de los otros”, apunta, por eso tienen en mente un proyecto de turismo rural en colaboración con diferentes alojamientos hoteleros de la zona. La idea es realizar visitas guiadas por las granjas y en la quesería con degustaciones y talleres. Y todo de manera gratuita para "devolver" todas las muestras de cariño recibidas en los últimos meses. "No será un monólogo, contaremos aspectos diferentes a cada persona". También van a apostar por las redes sociales y una página web de venta de productos. Otro reto es la producción ecológica de sus quesos, darle la vuelta e ir un poquito más allá en lo que la Unión Europea considera.
Una motivación para afrontar el futuro que llega en forma de lo que mejor sabe hacer: trabajar. El fuego se llevó recuerdos, pero no sacrificio y esfuerzo. "Soy muy exigente", afirma mientras se lía un cigarrillo. Tras deshacerse de todas sus cabras, ya tiene unas nuevas. Eso sí, de raza diferente a las anteriores, lo que supone todo un reto. "El conseguir y empezar desde cero con una raza nueva de cabras es lo que me motiva". Desconoce la materia prima que tendrá a partir de ahora entre sus manos, pero su intención es volver a hacer un producto de calidad como si fuera un niño en su primer día de clase.
“No quería asumir la realidad, querías recuperarlo todo, recuperar tu vida justo el día antes del incendio”
León se sincera y admite que el principal error que mantuvo las primeras semanas fue el pensar que todo sería como antes. "No quería asumir la realidad, querías recuperarlo todo, recuperar tu vida justo el día antes del incendio". De ahí que apuraran al máximo para intentar recuperar a sus 500 cabras. Finalmente no pudo ser así. Así comenzó la búsqueda de animales de garantía que pudieran prolongar la producción láctea de calidad para elaborar unos quesos diferenciados y de calidad. Al final lo consiguió y ya están en su nave zamorana. Ajustándolo todo para buscar un queso redondo.
“No quiero pasar de hablar de la España Vaciada a la España Desaparecida"
En su memoria se mantienen las llamadas de ayuda que recibió durante aquellos días de pesadilla de verano. "Colgaba y lloraba", recuerda esos momentos, abrumado por una solidaridad que llegó desde toda España. Ahora tiene claro cómo pueden ayudar a la Sierra de Culebra: "No os olvidéis de nosotros y venid a conocernos. No quiero pasar de hablar de la España Vaciada a la España Desaparecida". Toda una declaración de intenciones.
“¡Cómo voy a exigir dinero cuando hay familias que han perdido a familiares!"
El pueblo ha respondido y ahora, poco a poco, lo está haciendo la administración. Justo después de la entrevista, el ganadero mantiene una reunión con técnicos de la Junta de Castilla y León donde les muestran todo su apoyo, algo que reconoce que hicieron desde "el minuto 1" y le anuncian nuevas ayudas. Ya se han recibido parte, es cierto que no da para cubrir todo lo perdido, (habla de un 5% del total), pero sí para comenzar la remontada. Mantiene plena confianza de que llegarán más y podrán salir del pozo. La grandeza de este zamorano se comprueba al negarse a hablar de exigencias. "¡Cómo voy a pedir dinero cuando hay familias que han perdido a familiares!, puede sonar frívolo".
"No tengo rencor, ¿de qué sirve?, tengo dolor y duelo"
¿Y si vuelve a pasar? "No me lo he planteado", contesta serio, "lo que me da miedo es que pase en otras zonas y la gente tenga que vivir lo que hemos vivido nosotros. Hay que tomar medidas y prevenirlo".