Decía Antonio Machado aquello de caminante no hay camino, se hace camino al andar. Con este verso, el poeta invitaba a fraguar nuestro propio destino y defendía que la vida de cada uno se desarrolla en base a nuestros propios actos. A aquello que hagamos, luchemos y peleemos para conseguir. Puede sonar a tópico, pero EL ESPAÑOL Noticias de Castilla y León les trae el ejemplo perfecto de que esta reflexión poética, que suena a mensaje motivacional: Mónica Peña.
Esta joven benaventana de 31 años ha hecho que su pasión, sea su forma de vida: la danza. Y no a cualquier nivel. Mónica es parte del proyecto musical que ha revolucionado el panorama pop en España: Lola Índigo, capitaneado por Mimi Doblas. Pero, además, ha trabajado en dos ocasiones para la gran Shakira, una durante su actuación en la final de la Copa Davis en 2019, y más recientemente en su videoclip Girl like me, en 2020. También ha bailado con otros artistas internacionales como Lali Expósito o De la Ghetto; y hasta ha sido un personaje del videojuego de PlayStation, Just Dance.
Pero la benaventana no ha llegado a vivir este sueño profesional por destino o azar. No, señor. Se lo ha trabajado, se lo ha currado, y mucho. Desde que se pusiera la bata de cola con nueve años para tomar sus primeras clases de baile en Benavente, hasta estar preparando dos megaconciertos en el Wizin (Madrid) y el Palau San Jordi (Barcelona), y una gira internacional por Latinoamérica, hay mucho camino andado.
Mónica era un culo inquieto desde sus inicios en la danza. "Quería probar cada estilo que iba llegando a la escuela", explica. Primero las sevillanas, luego el flamenco y, más adelante, la danza del vientre. Fue con este estilo oriental con el que, con 16 años, se presentó al Concurso Veo, Veo de Castilla y León. Y ganó. Así, la benaventana consiguió una beca de formación "para estudiar donde yo quisiera". Benavente ya se le había quedado pequeño, así que puso rumbo a Salamanca, en concreto, a la academia de Raquel Gómez, hermana de la primera ganadora de Fama, ¡a bailar!, Vicky Gómez. Aquí, Mónica pudo descubrir la danza contemporánea y los bailes urbanos. Dos estilos que le fascinaron por completo, y que le empujaron a dar su siguiente paso: Barcelona.
Con solo 18 años, Mónica hizo las maletas hacia la Ciudad Condal para perfeccionar lo aprendido en Salamanca y poder "tener estudios profesionales". La joven bailarina explica que la danza urbana "no tiene formación reglada, todo se hace a través de academias privadas, que hay que costearse". Consciente de que tenía que sacarse las castañas del fuego, comenzó a ser ella la que daba clases y competía con un grupo de hip-hop, para tener cómo ganarse la vida.
Tres meses en China, que fueron cinco años
Precisamente en una de esas competiciones, "alguien me vio y me ofreció trabajo en China para tres meses, para un especial de televisión para Fin de Año, pero esos tres meses se convirtieron en cinco años", explica. Con 22 años, Mónica puso más de 15.000 kilómetros de distancia entre su querida Benavente y China porque "había muchas posibilidades y trabajo para los bailarines urbanos, en 2012. Estábamos mucho mejor valorados social y económicamente que en España".
De hecho, la joven bailarina recuerda que fue en este país "cuando me sentí profesional por primera vez". Mónica fue de las primeras artistas españolas que decidieron probar suerte en China, pero, poco a poco "cada vez había más españoles allí, porque había muchos artistas urbanos que nos apoyaban y pagaban por nuestro trabajo mucho mejor que en España".
Pese a la valoración profesional que sentía, Mónica reconoce que "los principios fueron duros". El choque cultural y el idioma fueron complicados, ya que se plantó al otro lado del mundo hace ya más de diez años, cuando el país no tenía tanta apertura al exterior como ahora. "Fue una locura, pero son cosas que haces cuando te apasiona mucho algo", detalla. Eso sí, pese a la dureza inicial, la joven benaventana explica con cariño que "fueron unos años maravillosos, los mejores de mi vida".
Vuelta a España con Fama, ¡a bailar!
Fama, ¡a bailar! fue uno de los talent shows de mayor éxito en nuestro país, en sus primeras ediciones de 2008 a 2011. La danza entraba, casi por primera vez en televisión, como protagonista absoluta de un espacio, a través de Cuatro, que por aquel entonces tenía un perfil juvenil. Tras seguir la evolución de los primeros concursantes de dicha edición y aprender lo que es un relevé, muchas academias de baile se llenaron de adolescentes y niños que descubrieron gracias al programa su vocación bailarina.
Pero el programa se agotó y no fue hasta 2018 cuando Movistar+ quiso reflotar el formato, al abrigo del boom mediático y de audiencias que había cosechado el año anterior la vuelta de Operación Triunfo. Un suceso que ocurría mientras Mónica se encontraba aún en China y que fue animada por sus amigos a hacer el casting online que la cadena organizaba para elegir a uno de los concursantes.
Y resulta que la benaventana fue la elegida de a través de la web como la concursante 16, y tuvo que poner rumbo de Shanghái a España en solo dos días. Tras esto, Mónica se mantuvo en el concurso hasta la semana doce, justo antes de la fase final. Una edición que tuvo como madrina, precisamente, a Mimi, primera expulsada de OT 2017, y que estaba en proceso de formar su proyecto que, finalmente, sería Lola Índigo.
"Mimi publicó en su Instagram que estaba organizando un casting para su proyecto, le escribí para apuntarme, pero lo que yo no sabía es que ella ya me había seleccionado", explica. Mimi y Mónica ya se habían conocido en China, donde la cantante también pasó cinco años de su vida y regresó, al igual que la benaventana, para participar en el casting de Operación Triunfo. Sin duda, dos vidas conectadas sin saberlo y que, al final, comparten un proyecto que ha revolucionado la industria musical.
El éxito masivo de Yo ya no quiero ná
Recientemente, Mimi acudía al nuevo pódcast de Laura Escanes y confesaba que, tras su salida del concurso musical, recibió apenas "500 o 1.000 euros" para poder grabar el videoclip de su primer sencillo Yo ya no quiero na. La cantante explicaba que había pagado ella misma a sus bailarinas, entre ellas Mónica Peña, de su propio bolsillo. "Si salía bien, perfecto, pero si no...", dejaba caer Mimi.
Pero vaya si salió bien. La bailarina benaventana recuerda como ese tema y su videoclip le cambiaron la vida para siempre. "Fue una locura, un exitazo y, a partir de ahí, nuestra vida giró en torno a Lola Índigo", explica. Tras el primer single, llegó el primer disco, Akelarre, que en total supusieron dos meses de gira y trabajo constante.
Desde entonces la relación con Mimi ha sido de completa amistad con Mónica y con el resto de sus compañeras. "Nos queremos mucho y lo que hemos vivido desde entonces solo lo sabemos nosotras", explica. Mimi y 'sus lolas' tienen entre ellas "un apoyo muy grande". Pero, además, sienten que Mimi las valora como profesionales, "no somos un accesorio a ella y hace que la gente se fije mucho en nuestro trabajo, que antes no pasaba".
Tras dos años de locura, llegó una pandemia sanitaria a nivel global lo paró todo. Una época que Mónica se toma de forma positiva porque "nos vino bien para ver todo lo que había pasado con perspectiva, porque en dos años de gira no nos dio tiempo ni a pensar". Y es que lo que Lola Índigo supuso para el panorama de la industria del espectáculo en España supuso toda una revolución y un cambio en la forma de ofrecer los trabajos musicales.
"Creo que Mimi trajo a España un concepto que no existía, donde la danza estuviera integrada en el propio proyecto de los artistas y funcionó muy bien. Ha generado una envidia sana entre los artistas que han ido haciendo lo mismo", explica Mónica. Cierto es que, desde el pelotazo de Lola Índigo, cuyos éxitos no terminaron en este primer tema, sino que han ido creciendo exponencialmente con temas como La niña de la escuela, Mujer Bruja o la reciente Diskoteca, los cuerpos de baile han ido "abriéndose camino" en los espectáculos de los artistas de nuestro país. "Incluso muchos cantantes están tomando clases de baile, para formar parte del espectáculo de danza", relata la benaventana.
Mónica pone como ejemplo de esta mayor valoración de la danza en la industria musical española a los últimos Los 40 Music Awards 2022. Allí pudimos ver el máximo despliegue de artistas españoles e internacionales del momento, donde, por supuesto, también estaba Mónica Peña con Lola Índigo. Mimi y las suyas levantaron al Wizin Center de Madrid con su remix de Discoteka y el mítico tema reguetonero de los 2000 ¿Dónde están las gatas? de Daddy Yankee y Nicky Jam. Así, Mimi y la argentina María Becerra volvieron loco al público junto a una veintena de bailarines, que entraban y salían del escenario en una coreografía bien engrasada y trabajada.
En este show, donde queda para el recuerdo el perreo de la cantante brasileña Anitta, a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, la benaventana relata que "es el año que he visto más bailarines trabajando". Un trabajo de danza profesional del más alto nivel del que cuenta que "me consta que se han pagado buenos sueldos".
Sueldos acordes al trabajo
Esta es otra de las batallas de los profesionales del baile. Mónica explica que "aún se sigue luchando porque se nos valore económicamente, porque sigue habiendo mucha gente que quiere aprovecharse de la pasión de los bailarines por lo que hacen, para que trabajen gratis o por muy poco".
También tienen otra batalla abierta con la aceptación de los cuerpos no normativos en los espectáculos. Al igual que ocurría con los modelos, presentadores, actores o, incluso, cantantes, los bailarines han sufrido el rechazo laboral por no cumplir los cánones corporales de delgadez. La propia Mimi reconocía en su documental para Amazon Prime haber sufrido un trastorno alimenticio por intentar cumplir los estándares físicos marcados por el mundo del espectáculo.
"Antes teníamos que seguir unos cánones muy cerrados, mucha gente no tenía oportunidades laborales aunque fuera muy buena", recuerda Mónica. Pero, afortunadamente, la sociedad ha ido evolucionando y, aunque "nuestra imagen no deja de ser importante, ahora se ha abierto este abanico a otro tipo de cuerpos".
Todo en un mundo laboral que la benaventana considera "muy amplio". Ella misma es el ejemplo de que "llevo desde los 16 sin parar de trabajar. Los bailarines pueden actuar, pero también dar clases, hacer teatro, eventos, actuaciones musicales, acompañar a orquestas, participar en competiciones, y "sino buscarte la vida fuera de España".
"Shakira se preocupa por la gente"
Con esta gran trayectoria profesional, no es de extrañar que la mismísima Shakira se fijara en la benaventana y la eligiera para trabajar con ella, no una, sino dos veces. Mónica formó parte del espectáculo de apertura que Shakira ofreció en la final de la Copa Davis en 2019.
Mónica debió dejar un buen sabor de boca a la colombiana ya que en 2020, la benaventana tuvo la oportunidad de protagonizar con Shakira el videoclip de Girl like me, junto a Black Eye Peas. Un vídeo que acumula la friolera de casi 658 millones de reproducciones en YouTube y donde la benaventana comparte plano con la de Barranquilla.
Mónica recuerda de este trabajo que se rodó en Barcelona y "fue maravilloso e inspirador". Trabajar con Shakira fue para la benaventana todo un honor "por la mujer y la grandísima artista que es". Además, Mónica guarda un buenísimo recuerdo de las jornadas de trabajo junto a la colombiana. "Se comportaba como una bailarina más, ensayaba como la que más y se preocupaba mucho porque todo estuviera perfecto", recuerda.
Un trabajo muy gratificante y emocionante para la benaventana, que explica que "tuvimos que adaptarnos a sus movimientos porque es bailarina profesional y tiene su propio estilo". Mónica admira mucho la carrera de Shakira porque "ha sabido adaptar su estilo a las modas del momento, sin perder su esencia", y destaca sobre todo su faceta como bailarina "porque es de las artistas que más estudia todos los estilos de danza, para luego introducirlos en sus shows y sus videoclips". De hecho, Mónica cuenta que "algunos compañeros le dan clase de baile porque siempre quiere aprender y creo que lo seguirá haciendo".
Sobre el trato personal con ella, Mónica recuerda que "se preocupa por la gente que trabaja con ella. Es muy amable y se fija personalmente en cada uno de nosotros". Como anécdota, la benaventana recuerda que la cantante "siempre estaba compartiendo con todos galletas y comida que tenía por ahí".
Una grave lesión y una gran fuerza de voluntad
Estaba en su mejor momento. Suena a cliché, pero era la realidad. En agosto de 2021, Mónica estaba inmersa en la gira de Lola Índigo por toda España y, en medio de un concierto, escuchó "como cuando se rompe una rama de un árbol y ya no podía caminar". Se había roto la rodilla encima del escenario.
A partir de aquí, Mónica tuvo que enfrentarse a "uno de los golpes más duros de mi vida". La benaventana tuvo que asumir que se tenía que someter a una operación "que podía salir mal" y enfrentarse a una recuperación muy dura y que no le daba todas las garantías de que volviera a bailar.
"Fueron momentos bastante tristes para mí y los míos. Tuve que aprender a caminar o hacer de nuevo cosas como subir escaleras", explica. La benaventana es una persona muy activa y gran amante de su trabajo "y verme coja me supuso un muy mal trago porque pensaba qué no sabía que iba a hacer, si yo solo vivo para bailar".
Pero Mónica se armó de fuerza de voluntad y con mucho esfuerzo logró salir adelante. Diez meses de intensísimo trabajo y aprendizaje de su propio cuerpo, que la devolvieron a lugar que tanto quiere: el escenario.
Tras este duro trance, la benaventana se queda con lo bueno y asegura que "estoy muy bien, me ha servido para aprender muchísimo, y me ha abierto otros caminos". Ahora Mónica ha adquirido un necesario conocimiento sobre "el tema físico y todos los errores que yo cometí con mi propio cuerpo", y que ahora traslada a sus alumnos.
Y es que, entre las deficiencias que sufre su especialidad en danza urbana, está "que no tenemos un sindicato o una federación que nos enseñe a cuidarnos o que exija profesionales especializados cuando vamos a trabajar a algún sitio". Pone como ejemplo el caso de los futbolistas, que en los partidos sí cuentan con un fisioterapeuta, incluso en categorías inferiores, "pero nosotros que hacemos tres o cuatro actuaciones semanales no tenemos nada de eso".
Convertir Benavente en un referente nacional de la danza
Unos profesionales especializados con los que Mónica sí contará en el I Certamen 'Hometown Urban Dance', que ella misma organiza en su tierra natal. Mónica explica que "guardo una relación muy especial con Benavente, me crié allí y mi familia y amigos siguen viviendo allí". La benaventana lleva su tierra por bandera y este año quiere devolver ese apoyo que asegura que siempre ha sentido desde su ciudad. Por ello, acudía con este concurso nacional al Ayuntamiento de Benavente, "donde me han recibido muy bien y me han ayudado con todo".
Una idea que le surgió mientras se encontraba lesionada. "Ya había juzgado campeonatos y, mientras no podía bailar, toda la comunidad de danza urbana me arropó muchísimo contando conmigo para ser jurado en muchas competiciones", detalla. Allí vio la cantidad de gente que mueven estos certámenes, "lo que inspiran y me inspiraban a mí misma", y pensó que sería una buena idea trasladar eso a Benavente.
Un evento de altura que tendrá lugar el próximo 23 de abril en el Teatro Reina Sofía de Benavente. Con él, Mónica y su pareja Christian Casas pretenden convertir a Benavente "en una referencia nacional del baile". Para ello contarán en el jurado con la bailarina y coreógrafa profesional ganadora de la primera edición de 'Fama a Bailar', Vicky Gómez; la bailarina y coreógrafa, Clara Thomson; y el bailarín y aspirante a representar a España en el Festival de Eurovisión durante la próxima edición del Festival 'Benidorm Fest 2023', Aritz Arén.
La idea de Mónica es "que vengan vecinos y bailarines de Benavente, para que les vean de otros sitios y, más adelante, puedan salir. Yo fui una de esas niñas que tuvo que irse para que me vieran y quiero que los bailarines benaventanos tengan la oportunidad de que les valoren en su propia ciudad".
Mónica defiende que en Benavente y en el resto de la provincia "son muchos y no tienen que sentirse solos, quiero que con esto no se acomoden por ser el mejor de su pueblo, y vean que hay un mundo enorme por conquistar". Por eso les trae bien cerquita, la oportunidad de lucirse y competir en un concurso que abre la puerta a bailarines desde los cuatro años en adelante, con categorías individuales, para parejas o grupos.
Los interesados en participar ya pueden presentar su inscripción en la web oficial: https://www.hometownurbandance.com/. Mónica adelantaba hace días a este periódico que la respuesta está siendo positiva con el número de inscritos que, en los primeros 20 minutos de apertura, "ya contábamos con cuatro grupos en una categoría".