Si cualquier zamorano se pone a pensar en negocios 'de toda la vida' en la ciudad, probablemente le vengan a la cabeza establecimientos como La Valenciana, Calzados Oso D'or, Peluquería Carry, Ferretería Mardem, Librería Semuret; y como no, la Papelería Carlin. Porque aunque esta última sea una franquicia nacional, la realidad es que los treinta años de vida de este establecimiento en la capital zamorana se han labrado un huequito muy especial en el corazón de sus vecinos.
Ubicada en la calle Cortinas de San Miguel, Carlin es parte del paisaje de Zamora capital y el anuncio de que sus dueños Jesús y Estrella echaban la persiana por jubilación supuso una enorme pena para el propio tejido social de la ciudad. Pero si era triste para la propia Zamora, aún más para dos de sus trabajadores más longevos: Alfonso Fonseca y Manuel Vaquero.
El primero lleva nada menos que 24 años en la papelería y el segundo otros 22. "Hemos visto crecer la tienda, pero es que nosotros mismos hemos crecido en ella", explican a EL ESPAÑOL Noticias de Castilla y León. Estos dos amigos han pasado media vida entre cuadernos, bolígrafos y cartulinas y sienten a Carlin como parte de su propia historia y parece que la vida les tenía destinado formar parte de ella.
Y no es para menos. Resulta que Alfonso trabajaba de camarero en una de las famosas bodegas de El Perdigón y quiso la casualidad que los dueños de Carlin acudieran habitualmente a este restaurante. Uno de esos días, los gerentes de la papelería relataron durante una comida que acababan de contratar fijo a Roberto, que coincidió que era un amigo de Alfonso con el que había estudiado. Tan bien habló Roberto sobre Alfonso, que cuando el negocio tuvo que ampliar plantilla, sus gerentes no dudaron en contactar con el entonces camarero. "Llamaron directamente a la bodega para preguntar por mí y para ofrecerme un trabajo", recuerda Alfonso.
Por su parte, Manuel llegó recomendado por una clienta muy fiel de la papelería, Macu. Cuando Roberto cumplió su ciclo en Carlin, la empresa contactó con Manuel para entrar a formar parte de la plantilla. Y en otro giro del destino, coincidió que Manuel y Alfonso ya se conocían. "Somos del mismo pueblo y jugábamos juntos de pequeños, aunque habíamos perdido casi el contacto, seguíamos coincidiendo algún verano en El Perdigón", explican.
"Tenemos cariño a Carlin y a Zamora"
Así que con este hilo rojo que ha unido a Carlin, Alfonso y Manuel no es de extrañar que estos dos amigos se liaran la manta a la cabeza para tomar las riendas de la papelería ante su inminente cierre. "Tenemos cariño a Carlin y a Zamora, porque tiene una clientela muy fiel y era la oportunidad de que siguiera abierto, nos parecía que era necesario", aseguran los nuevos gerentes, que se hicieron cargo del negocio el pasado 15 de mayo.
Un negocio en el que en todo momento se han sentido como en casa. Y parte de esta relación tan cercana con la tienda la han tenido "la otra mitad de la empresa", Nino y Pauli. Dos de sus mentores en Carlin. Alfonso destaca del primero, que siempre fue encargado de llevar la tienda, que fue "quien nos formó en el sector y siempre fue una ayuda importante en todo". Mientras, de Pauli destaca que "ha sido nuestra compañera de fatigas, siempre dispuesta a ayudar en todo lo que podía como una compañera más".
Pese a lo que pueda parecer con este masivo uso del material digital, Alfonso y Manuel defienden que la papelería goza de buena salud. "El papel se sigue vendiendo como siempre", aseguran, y es porque resulta más eficiente para las tareas de algunas empresas. Ellos mismos son ejemplo de ello cuando, por ejemplo, "tenemos que catalogar los pedidos o recibir facturas, es mucho mejor cuando puedes tener los datos en la mano, en un papel".
Y aunque muchos escolares ya hacen algunas de sus tareas con tablets y ordenadores, lo cierto es que el material escolar "sigue siendo un mercado estable y diario, las madres nos dicen que parece que los niños se comen las gomas", bromean estos recientes empresarios.
Tampoco temen a las grandes superficies como los hipermercados, que con los años, han ido introduciendo material escolar, libros y papelería dentro de su oferta de productos. Alfonso explica que está atento a este tipo de competencia, pero cree que se aprovechan de ofrecer un catálogo de productos amplios en el mismo espacio para encarecer los precios. "Se aprovechan de la comodidad de estar en el mismo sitio para comprar todo", puntualiza.
El daño de Internet
A esta pareja de empresarios le preocupa bastante más el notable aumento de las ventas por Internet, pero sobre todo en cómo afecta al resto de compañeros del comercio zamorano. "Vemos como muchos vecinos vienen a imprimir etiquetas de devoluciones y cosas así; y eso sí me molesta", explica Alfonso.
Aunque los nuevos gerentes de Carlin confían en sus productos y en la calidad de los mismos. "Páginas como AliExpress y similares venden cosas que se ve que no tienen calidad ninguna", explican. Una tendencia que, aseguran, ya ocurrió con la proliferación de los bazares orientales, "que también venden sus propias marcas blancas, de baja calidad, y que por eso son baratos, pero los productos que son buenos valen lo mismo o igual que los nuestros".
Pero si les duele cómo afecta la venta por Internet a sus compañeros de la ciudad. "Si el comercio tradicional se muere es por nuestra culpa", afirma tajante Alfonso. Estos empresarios recuerdan bien como han visto cerrar a muchos de sus vecinos, aunque también se alegran de que, en los últimos años la calle donde se ubican ha ido recuperando las persianas abiertas. "Ahora tenemos dos tiendas de ropa, una frutería y una panadería, estamos bastante bien", relatan.
Eso sí, con las modificaciones en esta calle y las vías colindantes para crear una zona de bajas emisiones, los nuevos gerentes de Carlin sí que echan de menos tener más zonas de carga y descarga que faciliten la compra. Ellos sí que han notado que algunos clientes han dejado de ir al establecimiento personalmente a comprar material y lo han sustituido por su servicio de entrega en domicilio. Ahora es Carlin quien se desplaza hasta estos negocios para llevarles la compra que realicen, ya que algunos de sus clientes ya no pueden aparcar en la zona y cargar el material que solían adquirir.
Y así afrontan Manuel y Alfonso esta nueva aventura de sus vidas, en el lugar donde han crecido, pero con una nueva responsabilidad. Pero están muy contentos por la buenísima acogida que han tenido por parte de los clientes de Carlin que, aún 15 días después, "siguen llegando a la tienda para felicitarnos y desearnos suerte".