La Junta de Castilla y León confirmaba el pasado viernes los dos primeros casos de enfermedad hemorrágica epizoótica en ciervos silvestres en la provincia de Zamora. Ejemplares aparecidos en explotaciones cinegéticas de Faramontanos de Tábara y en Bermillo de Sayago, en la Sierra de la Culebra.
La enfermedad que ha provocado ya 6.398 contagios y más de medio millar de muertes en el ganado bovino de la provincia comienza a extenderse a la reserva de caza recordando la terrible pandemia ocurrida hace 13 años. Y es que en agosto de 2010, hasta 141 ciervos y corzos perdieron la vida en apenas unos días en sierra de La Culebra (130 muertes) y la Sierra de la Cabrera en la provincia de León (11).
En aquellos días la culpable fue la pasteurelosis, una enfermedad cuyo origen es la por la pasteurella multocida, una bacteria comensal, que reside de forma habitual en el tracto respiratorio de los rumiantes domésticos y salvajes. En ocasiones, puede ocurrir que, cuando se multiplica, provoca la muerte de sus portadores, como ocurrió con aquellos ciervos, al ser "una especie especialmente sensible" a la enfermedad, como explicó el entonces presidente del Consejo General de Veterinarios de España, Juan José Badiola.
Esta enfermedad prolifera con factores medioambientales adversos, como el intenso calor, que se registró también aquel mes de julio de 2010 en Castilla y León. El estrés de las altas temperaturas hizo bajar las defensas de estos animales, y provocó el aumento de la bacteria pasteurella multocida, como explicó el entonces viceconsejero de Desarrollo Sostenible, José M. Jiménez.
Otra de las dificultades a las que se enfrentó la reserva de ciervos en aquel momento era la dificultad de vacunar a los especímenes. El exviceconsejero de Desarrollo Sostenible explicaba que era "imposible" inocular a los más de 3.000 ejemplares salvajes que habitaban La Culebra. Si bien, en las reses bovinas, esta bacteria tenía muy fácil tratamiento con vacunaciones en las explotaciones ganaderas.
Una enfermedad sin cura y de rápida propagación
Y ese es el mayor problema que se presenta con la enfermedad hemorrágica epizoótica. Es un virus que no tiene cura ni forma de prevenirla. Cuando los pequeños mosquitos picadores de la especie Culicoides pican a rumiantes domésticos y salvajes le infectan esta enfermedad vírica infecciosa no contagiosa entre especies, que puede resultar mortal.
Los animales suelen presentar fiebre, anorexia, disfagia, emaciación, estomatitis ulcerosa, cojera, dificultad respiratoria y, en los peores casos, el fallecimiento. Desgraciadamente, en la actualidad, la EHE no tiene vacuna ni forma de tratamiento efectivo que pueda garantizar la supervivencia del espécimen infectado. De momento, la única defensa es el tratamiento preventivo con repelentes e insecticidas, como indican desde la Junta de Castilla y León.
Una tarea muy complicada de llevar a cabo en animales salvajes, que viven en libertad en una reserva de la extensión de la Culebra, como apunta en declaraciones a EL ESPAÑOL Noticias de Castilla y León, el responsable de Medioambiente de COAG de Zamora, José Manuel Soto. "Es imposible hacer eso con el número de ciervos que hay en las miles de hectáreas de la Culebra y que, además, se mueven a otras provincias y a Portugal", añade.
Al igual que ocurriera con la pasteurelosis las fuertes temperaturas han sido fundamentales en su propagación aunque de otro modo. En 2010 la subida del termómetro favoreció la proliferación de esta bacteria en el interior de estos animales. Pero ahora, el calor ha hecho que este insecto culicoide pasara de sobrevivir exclusivamente en América del Norte, Australia, Asia y África, a poder hacerlo en Europa. Fue el pasado 10 de noviembre de 2022, cuando la Unión Europea notificó los primeros casos en explotaciones de ganado bovino en la isla de Cerdeña y unos días más tarde en Sicilia.
Solo ocho días más tarde se notificaron los primeros casos en España, en el sur de la Península. Así la enfermedad se fue transmitiendo a lo largo del país, desde el sur hacia el norte hasta notificar el primer caso en Zamora el pasado 18 de agosto en una explotación de Cabañas de Sayago. Era el tercero registrado en Castilla y León.
En apenas dos meses desde ese primer caso, Zamora registra ya más de 6.000 contagios en vacas. Una expasión masiva y que preocupa mucho tanto al Gobierno Autonómico como a las organizaciones agrarias, y a la que ahora hay que sumar los primeros casos certificados en ciervos silvestres.
"La Junta espera no sé muy bien a qué"
Guiándonos con esa tendencia del ganado bobino, cabe esperar que los casos en venados se multipliquen al mismo ritmo, y con la complejidad de no poder controlar con tanta facilidad a sus especímenes, al encontrarse en libertad. Porque, como señaló la delegada territorial el pasado viernes, el estado de descomposición y deterioro de los ciervos encontrados muertos dificulta enormemente su análisis para determinar si murieron por la EHE.
Al finalizar esta semana, las unidades veterinarias de la Junta de Castilla y León pudieron recoger dos muestras más en ciervos de los que se sospecha que murieron por dicha causa, que están aún en análisis, y esperan resultados, en total, en cinco ubicaciones diferentes de la provincia.
De hecho, José Manuel Soto ve con preocupación esta tendencia y muestra su miedo a que "esto acabe siendo un desastre porque tiene mala pinta". El representante de COAG en Zamora explica que la enfermedad ha tomado prácticamente todas las comarcas de la provincia y señala el "nerviosismo y enfado" entre los ganaderos "cuando solo vemos que la Junta de Castilla y León se dedica a pasarse la pelota con el Ministerio de Agricultura y Ganadería".
José Manuel Soto recuerda que las competencias tanto en ganadería como en la actividad cinegética son de la Junta, por lo que exige que se tome medidas efectivas e inmediatas para paliar los efectos de la EHE tanto en el ganado bovino como en los ciervos. Recuerda la importancia económica que tienen ambas especies para los vecinos del mundo rural y apunta a las pérdidas económicas que ya están sufriendo los ganaderos zamoranos y que podrían sufrir los cotos de caza.
Solo en material preventivo, como los insecticidas, los ganaderos ya están desembolsando "importantes cantidades de dinero", a lo que se suma la muerte de muchas de sus reses. Desde COAG no se conforman con "la explicación que nos dan de que se generará inmunidad de rebaño, porque mientras los ganaderos siguen perdiendo su dinero, mientras la Junta espera no sé muy bien a qué".