Entre las capitales de Zamora y Valladolid se encuentra la histórica, fascinante y monumental ciudad de Toro. Un municipio bañado por el imponente río Duero, perfectamente accesible desde la autovía A-11 y la A-62, y cuya visita te va a encantar. Resulta que el municipio esconde uno de los conjuntos históricos y artísticos más importantes del país y, además, cuenta con unos vinos únicos en España y su propia variedad: la Tinta de Toro. Unos caldos que ya pisan con fuerza y poderío en los mercados nacionales e internacionales por su sabor fuerte, expresivo y de gran calidad.
El 2023 ha marcado un año excepcionalmente caluroso para España, con tres olas de calor que han azotado principalmente los meses de verano. El punto culminante de esta inusual ola de calor se registró en agosto, que pasó a la historia como el mes más cálido jamás registrado en nuestro país. Estas condiciones climáticas extremas, combinadas con una fuerte sequía, han puesto en serio riesgo la recolección de los campos de todo el país.
En medio de estas difíciles circunstancias, el mes de septiembre es crucial para el territorio vinícola de Toro. Sus vinos, cada día más elogiados y deseados en todo el mundo, dependen en gran medida de la cosecha de uvas durante este período del año, en particular, las uvas de la variedad Tinta de Toro que han adquirido renombre internacional.
La Tinta de Toro no solo se distingue por sus características únicas en cuanto a sabor, textura y cuerpo, sino también por la resistencia de sus viñedos ante la batalla climática que ha afectado al país en los últimos años. El Consejo Regulador de la denominación de origen de Toro ha logrado salvar la cosecha en el último minuto gracias a las lluvias a principios de septiembre, permitiendo elevar la producción por encima de los 22.420.805 kilos de uva.
Dada la importancia crítica de la uva y la producción de vino para la localidad de Toro, los habitantes del municipio celebran con entusiasmo la fiesta de la vendimia, declarado de interés turístico regional. Esta festividad se lleva a cabo cuando las sesenta bodegas de esta zona vitivinícola del entorno del río Duero, en el este de la provincia de Zamora y el oeste de Valladolid, han concluido la recepción de uva.
La inesperada lluvia de principios de septiembre ha mitigado las previsiones de una fuerte disminución en la cantidad de uva cosechada, que se estimó inicialmente en un 10 % menos que el año anterior, cuando se batió un récord de producción con 24,6 millones de kilos.
Hasta el momento, se han recolectado más de 22,4 millones de kilos de uva, de los cuales más de 21.073.754 kilos corresponden a la variedad principal, la Tinta de Toro, cifras que se mantienen en línea con la media del último quinquenio.
La calidad de la uva cosechada en 2023 se ha catalogado como 'óptima', lo que sienta las bases para que, en la cata de la añada que se llevará a cabo la próxima primavera, se pueda revalidar la calificación de 'excelente' que se ha mantenido en los últimos años. A pesar de las adversidades climáticas, Toro demuestra su resiliencia y determinación para mantener la excelencia en la producción de sus aclamados vinos.
Una uva única en España
Las cepas de la Tinta de Toro tienen una excelente estructura única en España. De naturaleza resistente, con una uva adaptada a la zona, de suelo terciario y limo arenoso, y sus cepas resistieron a la gran plaga de la filoxera en 1878, porque los insectos no fueron capaces de pasar de unas cepas a otras, y se contuvo la propagación. La formación de su hoja, más velluda, hace que puedan aguantar los veranos intensos como ninguna otra, con unas 2.700 horas de luz; y la escasez de lluvias.
De hecho, mientras el resto del sector español tuvo que transformar profundamente su forma de cultivar la vid tras la plaga, la mayor parte de las viñas toresanas aún se encuentran en vaso, es decir, la forma tradicional, donde la vid no cuenta con ningún tipo de sujeción ni apoyo para conducir la vegetación.
En este formato se encuentran, además, las cepas más antiguas y valiosas, algunas con más de 150 años de antigüedad. Es por esto por lo que siguen vendimiándose a mano, de forma tradicional, porque resulta imposible transformar a plantación con espalderas, sin que la planta sufra, así que no permite la introducción de maquinaria para su vendimia.
A esto se suma que la climatología extrema de los últimos años ha terminado por modificar la uva de la Tinta de Toro y ha provocado que el PH de las uvas sea mucho más alto, lo cual aumenta la graduación del vino. Esto ha hecho que todos los Tintos de Toro ya superen generalmente los 15 grados. Algo que podría haber estropeado su gusto, pero, una vez más, su poderosa estructura única hace que tomarlo sea muy amable, ya que no da la sensación de un vino demasiado alcoholizado.
Vinos de prestigio
Con este vino tan poderoso y particular, no es de extrañar que el vino de Toro, con su Tinta, Malvasía, Garnacha, Albillo Real y Moscatel de grano menudo ya tengan un lugar excepcional en las mejores vinacotecas del mundo. El vino de Toro ya suena con nombre propio en España, junto a otras grandes denominaciones como el Rioja o el Ribera de Duero.
No en vano, en 2022, la D. O. Toro aumentó sus ventas en un 2,54% en comparación con el año anterior, alcanzando un total de 16.445.000 botellas comercializadas. Este hito marca el segundo año consecutivo en que se superan los 16 millones de contraetiquetas retiradas, consolidando así un crecimiento continuo del negocio vinícola de Toro.
Este crecimiento ha sido impulsado en gran medida por la expansión de varios segmentos de vinos, con especial énfasis en los tintos robles, que nuevamente superan la marca de los 8 millones de botellas vendidas, y los vinos jóvenes, que logran alcanzar la cifra de 7 millones, de los cuales 6,2 millones se corresponden a la gama de tintos jóvenes.
Las cifras de ventas de 2022 en la D. O. Toro han establecido un nuevo récord, superando los datos de ventas de 2021 en 407.500 unidades, lo que demuestra un crecimiento constante en el interés de los consumidores por los vinos de Toro. Esto subraya la confianza continua de los amantes del buen vino en el trabajo sobresaliente de bodegas y viticultores para producir caldos de calidad excepcional que atraen al público dentro y fuera de España.
La elección de los consumidores por los vinos de Toro se debe a su gran potencial y calidad, respaldados por los numerosos reconocimientos y galardones que han recibido a lo largo del tiempo. La amplia gama de opciones que los consumidores tienen a su disposición y la excelente relación calidad-precio de los vinos de Toro los posicionan como una elección preferida para los amantes de esta ambrosía en copa.
Paraíso monumental
Como decíamos, Toro es una joya histórica y cultural enclavada en la provincia de Zamora. Una ventana al pasado de España que invita a los visitantes a explorar su rico legado patrimonial. Con una historia que se remonta a épocas medievales, esta ciudad se erige como un crisol de tradiciones, arquitectura, y, por supuesto, una gastronomía embriagadora que te dejará con ganas de más.
El corazón de Toro es un testimonio viviente de su legado histórico. Sus calles empedradas y monumentos transportan a los visitantes a épocas pasadas. La ubicación estratégica de la ciudad, en lo alto de un promontorio sobre el río Duero, revela su importancia defensiva durante la Edad Media. Las puertas y fragmentos de murallas medievales que aún se conservan, así como el pintoresco puente románico que cruza el río, son recordatorios de su rica historia.
Toro se enorgullece de su patrimonio religioso, encabezado por la Colegiata de Santa María la Mayor. Este templo, que combina el estilo románico con elementos góticos, presenta un cimborrio único, similar al de las catedrales de Zamora y Salamanca, y un impresionante Pórtico de la Majestad de época gótica, que conserva su policromía original, siendo prácticamente único en España.
A la Colegiata se suman las iglesias que componen la 'Ruta Toro Sacro', como las iglesias mudéjares de Santo Sepulcro, San Lorenzo el Real, San Salvador de los Caballeros y San Sebastián de los Caballeros. Además, la iglesia de La Concepción, recientemente rehabilitada por el Ayuntamiento de Toro, albergará el Museo de la ciudad con valiosas colecciones de arte y patrimonio.
No podemos pasar por alto el Real Monasterio de Sancti Spíritus, que alberga uno de los conjuntos monásticos mejor conservados de España, con el sepulcro en alabastro de la reina Beatriz de Portugal, destacadas sargas flamencas, y un museo con valiosas obras escultóricas y pictóricas.
Pero el patrimonio de Toro no se limita a su esplendor religioso. A medida que deambulas por sus calles empedradas, te encuentras con un rico legado patrimonial civil y militar que se remonta a siglos de grandeza. Es un viaje al pasado que te lleva a través de las huellas del tiempo y te sumerge en la riqueza cultural, arquitectónica y tradicional que define a esta ciudad.
A la entrada de la ciudad no encontramos al Toro de Piedra, un símbolo emblemático que no solo ha dado nombre a la ciudad, sino que también ha dejado una impronta indeleble en su escudo y en su identidad desde la Edad de Hierro. Este antiguo ícono celtibérico es un recordatorio de las raíces milenarias de Toro y su vínculo con una herencia ancestral.
Y nunca puede faltan en una visita a Toro el paseo por su Alcázar. Testigo de importancia vital para la estrategia militar que Toro tuvo durante la Edad Media. Parte del primer recinto amurallado, su estructura actual se remonta a la época de la reina María de Molina, también conocida como 'Señora de Toro'. Este majestuoso edificio es un recordatorio de una época de defensa y de poder; y ha sido sede de la magna exposición de Las Edades del Hombre en 2016.
Si continuamos el paseo, de la época romana, encontramos el Puente Mayor de Toro, el cual ha evolucionado con el tiempo y presenta una arquitectura románica tardía. Cruzar este puente es como dar un paso atrás en el tiempo, conectando el presente con un pasado glorioso.
Una de las ciudades más hermosas
El alcalde de Toro, Rafael González, se enorgullece de su ciudad y con razón, pues Toro es "una de las ciudades más hermosas que puedes visitar", asegura. Con sus calles medievales y un impresionante patrimonio cultural y arquitectónico, se erige como un destino imperdible para los amantes de la historia y la belleza arquitectónica. El alcalde recuerda que la ciudad cuenta con 18 Bienes de Interés Cultural, 238 bienes de arquitectura religiosa y civil con distintos grados de protección, y 114 fuentes que son testigos mudos del devenir de la historia local.
Toro tiene una historia rica y única. Rafael González explica que la distancia entre el casco urbano y las parcelas agrícolas solía obligar a pernoctar en el campo hasta concluir las labores, lo que requería el abastecimiento de agua tanto para los habitantes como para el ganado. Esta necesidad histórica ha dejado un legado en forma de numerosas fuentes por toda la ciudad.
Pero lo que realmente destaca en Toro es su patrimonio arquitectónico y cultural en subsuelo. Las bodegas son un elemento distintivo de la ciudad, con alrededor de 150 de ellas catalogadas. Tan importante es su legado histórico que se dice que el primer vino que llegó a las Américas con Cristóbal Colón fue el vino de Toro.
Pero no solo es el patrimonio lo que hace que Toro brille; sino también sus habitantes. El alcalde de Toro explica que los 'cermeños', como se les conoce, son tan especiales como la fruta de la que reciben este peculiar apodo. Además, Toro ha sido cuna de grandes talentos a lo largo de la historia, como Carlos Latorre, nacido en la ciudad a principios del siglo XIX, fue el primer actor en interpretar a Don Juan en la obra de José Zorrilla, 'Don Juan Tenorio'; o la pionera Delhy Tejero, nacida en los albores del siglo XX en Toro, es una de las pintoras más destacadas del mundo pictórico. Y no podemos olvidar a Jesús López Cobos, director de la Orquesta Nacional de España, la Sinfónica de Cincinnati, la Sinfónica de RTVE y la Ópera de Berlín. Además de su éxito musical, ha sido un mecenas de la música en la ciudad toresana.
Belleza amurallada
De los tres recintos amurallados que han encerrado a Toro a lo largo de la historia, algunas de sus puertas aún se mantienen en pie como silenciosos testigos de épocas pasadas. Aquí cada rincón cuenta una historia, y varios monumentos históricos destacan por su importancia en la evolución de la ciudad a lo largo de los siglos.
El Arco del Postigo, en sus días, era uno de los postigos que formaban parte del segundo recinto amurallado de la ciudad. Lo que lo hace especial es el relieve de la Anunciación que adorna su estructura. Este relieve es un testimonio de la influencia religiosa que marcó la época, y su presencia nos transporta a un momento en que la fe y la devoción eran parte fundamental de la vida de la comunidad.
La Torre del Reloj, que data del siglo XVIII, se alza majestuosamente sobre la puerta principal del segundo recinto amurallado de Toro. Esta estructura no solo cumplía funciones de vigilancia y control, sino que también simboliza la evolución constante que ha experimentado la ciudad a lo largo de los siglos como un guardián del tiempo.
La Puerta de Santa Catalina, abierta en el tercer recinto amurallado en el siglo XVIII, tiene una historia particularmente significativa. Fue el lugar donde Felipe II juró respetar los fueros y privilegios de la ciudad. Este acto solemne dejó una huella imborrable en la historia de Toro y en la relación entre los reyes de la época y sus ciudadanos.
La Puerta de Corredera, construida en 1602 en honor de Felipe III, conmemora la visita del monarca a la ciudad. Esta puerta es un tributo a la realeza y un recordatorio de los vínculos históricos entre Toro y la monarquía española. Su presencia es un testimonio tangible de la importancia de la ciudad zamorana en el devenir de la historia de España.
Cada uno de estos monumentos añade una capa más a la fascinante narrativa de Toro, y visitarlos es como dar un paso atrás en el tiempo para comprender mejor el legado y la evolución de esta ciudad a lo largo de los siglos.
El esplendor artístico y aristocrático de Toro
Y para finalizar, un paseo por las calles de Toro te permite descubrir una serie de palacios y casas señoriales que definen su carácter aristocrático. Cada esquina respira historia y revela la majestuosidad de una época pasada que aún perdura en la arquitectura de la ciudad.
La Plaza de Toros, de 1928, o el Teatro Latorre son ejemplos destacados de este paraíso monumental que es la ciudad. Mientras que palacios como los de los Condes de Requena y los Marqueses de Castrillo, el Hospital de la Cruz, y las bodegas históricas subterráneas, reflejan una arquitectura popular vinculada a la producción vinícola que ha sido y es esencial para la ciudad a lo largo de los años.
Toro es mucho más que un destino turístico; es un portal al pasado que te invita a explorar sus raíces, admirar su patrimonio y sentir la huella de siglos de historia impregnada en cada rincón. Un viaje a través del tiempo que no olvidarás.