La Guía Repsol otorgaba, hace unos días, un total de 350 soletes a los establecimientos hosteleros que ofrecen el mejor de los servicios en el centro de las ciudades. También los platos más sabrosos que consiguen deleitar a todos y cada uno de los comensales, con el propósito de que éstos vuelvan a visitar lugares con mucho encanto.
Castilla y León se llevó 29 de estos reconocimientos y Valladolid consiguió un total de cinco. EL ESPAÑOL de Castilla y León les está ofreciendo la historia de cada uno de estos cinco establecimientos hosteleros de la ciudad del Pisuerga. Si ya conocimos todos los secretos del Antiguo Merino, y también del Bar Solera, hoy nos detenemos en el Bar La Alhambra.
“Cocina exótica y estilo árabe en el centro de Valladolid. Con los sabrosísimos pinchos morunos como especialidad. El aliño del tomate, muy personal, resulta óptimo para acompañar la carne”, asegura en su descripción del establecimiento hostelero desde la Guía Repsol.
El Bar La Alhambra abrió sus puertas hace casi 14 años, en el año 2010. Se sitúa en la calle Esgueva, número 1, y su dueño es Abdelhakim Essalhi Jilai, que llegó desde Marruecos para aterrizar en Valladolid hace 33 primaveras. Él tiene 50. Charlamos con él tras conquistar este importante solete.
Un sueño
“Me entero un día por la mañana. A primera hora, la semana pasada. Me avisó mi hijo y me dio mucha alegría. Es un sueño. A todo el mundo le gusta ser premiado por su buen hacer y a nosotros nos gusta dar el mejor servicio posible al cliente. Que se vayan contentos de nuestro establecimiento, eso es lo que queremos”, cuenta el dueño del negocio a este periódico.
Lo cierto es que la consecución de todo premio supone, como no puede ser de otra manera, un empujón para un negocio determinado. En el mundo hostelero, que cuenta con tantas complicaciones y con una gran dureza, aún se aprecia más todavía, y también lo hacen los clientes que acuden guiados por la consecución de ese premio.
“Sí que es verdad que puede suponer un empujón al negocio porque los clientes se enteran y saben que están haciendo bien viniendo a nuestro local. Además, los que no nos conocían se sienten atraídos para visitarnos y degustar nuestros ricos productos. La consecución del solete, seguro que nos viene muy bien”, afirma nuestro protagonista.
Los pinchos morunos, producto estrella
Abdelhakiim nació en Marruecos. Hace ya medio siglo. Decidió hace 33 primaveras dejar su país para instalarse en Valladolid y montar, allá por el año 2010, este negocio. El local es pequeño, pero acogedor. Cuenta con mesas para poder degustar, sobre todo, unos pinchos morunos que quitan el sentido.
“Somos especialistas en pinchos morunos. También hacemos la jarramara, que es una ensalada de tomate marroquí. Las patatas asadas, que van a la brasa, son otra de nuestras especialidades. Esto es lo que más nos pide la gente. Todo, acompañado de una buena cerveza o de un vino. La gente se va contenta de nuestro bar. Eso es lo que queremos”, añade nuestro protagonista.
El marroquí de nacimiento, pero casi vallisoletano de adopción señala que se considera “una persona trabajadora”. Clave para alcanzar el éxito, como no podía ser de otra forma. En el lugar trabajan cuatro personas. Los fines de semana y festivos se suman tres más. Todo, para cubrir el servicio de la mejor de las maneras.
“Estoy muy contento”
Abdelhakim nos confiesa que ha notado la subida de los precios de las materias primas y también de las energías, pero apuesta por no encarecer demasiado su carta para que esto no repercuta en los bolsillos de unos clientes que también notan, sobre todo, los efectos de la acuciante inflación.
“Cobramos 3,40 euros por un pincho. Creemos que no es un precio muy caro. Es normal y corriente. No tenemos una carta para gastarnos unos 70 u 80 euros. Somos un bar para picar algo, tomar una caña y ya está”, añade el dueño.
Abdelhakim ve el futuro con optimismo porque, asegura, que “estamos trabajando muy bien”. Quiere seguir con la misma línea y dando el mejor producto y trato a los clientes que, sobre todo el fin de semana, abarrotan el lugar.