En el corazón de Zamora, entre risas y juegos de los más pequeños, y suspiros nostálgicos de los no tan jóvenes, perdura un recuerdo que se ha convertido en leyenda: Transi y su carrito de dulces. Caramelos de nata, chicles, campeches, palomitas, chupa-chups, regalices para los más pequeños; cigarrillos sueltos, Palmitas, Feten, Rocío, Celtas, Marlboro, Sombra, para los más mayores o no tan mayores.
Aunque los años pasen, la figura de Transi sigue siendo inolvidable en la capital del Duero. Desde los años 50 hasta los 80, esta zamorana se convirtió en mucho más que una vendedora ambulante, se convirtió en una institución para el ir y venir del centro de la ciudad. Dede entonces, no solo se asociaba el otoño con las castañas, sino también con Transi endulzando la esquina de la Bien Cercada durante todo el año.
Con su carrito y tenderete, Transi vigilaba la calle San Torcuato, regalando siempre palabras de cariño a los viandantes. Los zamoranos envejecían, y con el paso del tiempo, también la vieron envejecer. Sin embargo, su presencia se mantiene viva en la memoria colectiva zamorana. Transi cuida San Torcuato y asa castañas en la memoria de todos los vecinos que rememoran el inconfundible olor y el cucurucho de periódico que envolvía no más de una docena de castañas, convirtiéndola en la emblemática castañera de la capital.
Sus castañas, asadas con cariño, eran el reflejo de una tradición que iba más allá de lo gastronómico. Eran símbolo de la conexión entre generaciones, de la continuidad de una rutina que marcaba el pulso de la ciudad. Transi no solo vendía castañas; ofrecía instantes de calidez, de pertenencia y de arraigo.
Las risas de los niños aún resuenan en las mentes al elegir entre los variados dulces que adornaban su carrito. Los más mayores, por su parte, encontraban en sus cigarrillos sueltos una añoranza de tiempos pasados. Palmitas, Feten, Rocío, Celtas, Marlboro, Sombra; cada nombre evoca una época, un recuerdo compartido entre la bruma de la nostalgia.
El legado de Transi trasciende la mera transacción comercial. Se erige como un pilar en la construcción de la identidad zamorana, un eslabón entre el pasado y el presente. Hoy, cuando paseamos por la calle San Torcuato, aún podemos sentir la presencia de Transi, la castañera que teñía de magia cada rincón de la ciudad. En cada castaña asada, en cada chupa-chups entregado, persiste su espíritu generoso que sigue endulzando el alma de Zamora.