El día de Navidad marca la apertura de las mascaradas de invierno en la provincia de Zamora, cuando se celebra, entre otros ritos, el Zangarrón de Sanzoles en la localidad que le da nombre. La tarde del 25 de diciembre empieza a celebrarse esta mascarada, como casi siempre, de origen incierto, aunque la doctrina parece coincidir en hundir sus raíces en ritos agrícolas y ganaderos de la época prerromana para perfilarse en su actual formato en torno a mediados del siglo XXVIII.
La tarde de Navidad, los mozos acuden a buscar al Zangarrón y le increpan para que les persiga. Las escaramuzas terminan con un pasacalle y el Zangarrón se va a descansar hasta que sale de nuevo el 26 de diciembre, hacia las siete de la mañana, también espoleado por los quintos, los danzantes y el tamborilero.
Esta vez la comitiva se organiza para hacer una cuestación por las casas del pueblo, seguida por una eucaristía, procesión, persecuciones y comida del mutis, llamada así porque danzantes, tamborilero y Zangarrón no deben hablar, so pena de pasar por la vara y de pagar una multa.
El investigador y experto en mascaradas, fallecido recientemente, Bernardo Calvo, destaca ‘El baile del niño’ y que la creencia popular apunta a que el Zangarrón representa al diablo. “La peste asolaba de Sanzoles. Los parroquianos acudieron a implorar a San Esteban que les librara de ella pero la peste continuó. El párroco decidió sacar en procesión al santo, convencido de que, al ver tanta mortandad, se ablandaría el corazón del santo y alejaría del pueblo la peste”, señala.
“Los vecinos interpretación la procesión como una provocación y empezaron a apedrear la imagen y a acosar al santo para arrojarlo de los límites del pueblo. En ese momento, apareció un personaje vestido estrafalariamente, que atrajo la atención del vecindario, alejándolos del santo e impidiendo así la lapidación de este. Hay quien piensa que el personaje enmascarado se trataba de un devoto del santo, que recurrió a esa artimaña para librarlo”, añadió.