La Semana Santa de Zamora ha está en pleno apogeo. Las calles se han llenado de procesiones, y tanto vecinos como visitantes han vuelto a abrazar la devoción, la reflexión y la modestia. Este Jueves Santo marca uno de los momentos más conmovedores de la Pasión zamorana con la impresionante interpretación del Miserere a cargo del coro de la Hermandad Penitencial de Jesús Yacente.
Un momento culminante de la Semana Santa zamorana que ocurre cuando el coro de Jesús Yacente entona su cántico más emblemático. Se trata de un coro formado por más de 200 hermanos, compuesto por bajos, barítonos y tenores, que interpretan esta obra compuesta por el Padre José María Alcacer, y cuya tradición se remonta a 1952.
Un momento único y sobrecogedor que se vive en la plaza de Viriato, bajo la atenta presencia de miles de personas; y que este año culmina en el templo de partida, la iglesia de San Cipriano, por la Rúa de los Francos, por las obras del Museo de Semana Santa.
La entonación de este mítico cántico durante la noche de Jueves Santo con una plaza de Viriato a oscuras, únicamente iluminada por la luz de los hermanos del Yacente que acompañan la única imagen de esta procesión la de Cristo Muerto, una fantástica talla data del siglo XVII obra del imaginero Francisco Fermín.
El Miserere es una de las razones por la que la Semana Santa de Zamora ha traspasado fronteras en todo el mundo. De hecho, cada año, este espectacular momento es retransmitido en directo por las cadenas de radio y televisión nacionales; y ha sido recogida por prestigiosos medios nacionales como el The New York Times, NBC News o The Time.
Texto original en latín
Miserere mei, Deus: secundum magnam misericordiam tuam.
Et secundum multitudinem miserationum tuarum, dele iniquitatem meam.
Amplius lava me ab iniquitate mea: et a peccato meo munda me.
Quoniam iniquitatem meam ego cognosco: et peccatum meum contra me est semper.
Tibi soli peccavi, et malum coram te feci: ut justificeris in sermonibus tuis, et vincas cum judicaris.Ecce enim in iniquitatibus conceptus sum: et in peccatis concepit me mater mea.
Ecce enim veritatem dilexisti: incerta et occulta sapientiae tuae manifestasti mihi.
Asperges me hysopo, et mundabor: lavabis me, et super nivem dealbabor.
Auditui meo dabis gaudium et laetitiam: et exsultabunt ossa humiliata.
Averte faciem tuam a peccatis meis: et omnes iniquitates meas dele.
Cor mundum crea in me, Deus: et spiritum rectum innova in visceribus meis.
Ne proiicias me a facie tua: et spiritum sanctum tuum ne auferas a me.
Redde mihi laetitiam salutaris tui: et spiritu principali confirma me.
Docebo iniquos vias tuas: et impii ad te convertentur.
Libera me de sanguinibus, Deus, Deus salutis meae: et exsultabit lingua mea justitiam tuam.
Domine, labia mea aperies: et os meum annuntiabit laudem tuam.
Quoniam si voluisses sacrificium, dedissem utique: holocaustis non delectaberis.
Sacrificium Deo spiritus contribulatus: cor contritum, et humiliatum, Deus, non despicies.
Benigne fac, Domine, in bona voluntate tua Sion: ut aedificentur muri Ierusalem.
Tunc acceptabis sacrificium justitiae, oblationes, et holocausta: tunc imponent super altare tuum vitulos.
Traducción en castellano
Ten piedad de mí, oh, Dios, conforme á tu misericordia: Conforme á la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.
Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado.
Porque yo reconozco mis rebeliones; Y mi pecado está siempre delante de mí.
A ti, á ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos: Porque seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio.
He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre.
He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo: Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.
Purifícame con hisopo, y será limpio: Lávame, y seré emblanquecido más que la nieve.
Hazme oir gozo y alegría; Y se recrearán los huesos que has abatido.
Esconde tu rostro de mis pecados, Y borra todas mis maldades.
Crea en mí, oh, Dios, un corazón limpio; Y renueva un espíritu recto dentro de mí.
No me eches de delante de ti; Y no quites de mí tu santo espíritu.
Vuélveme el gozo de tu salud; Y el espíritu libre me sustente.
Enseñaré á los prevaricadores tus caminos; Y los pecadores se convertirán á ti.
Líbrame de homicidios, oh, Dios, Dios de mi salud: Cantará mi lengua tu justicia.
Señor, abre mis labios; Y publicará mi boca tu alabanza.
Porque no quieres tú sacrificio, que yo daría; No quieres holocausto.
Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado: Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh, Dios.
Haz bien con tu benevolencia á Sión: Edifica los muros de Jerusalén.
Entonces te agradarán los sacrificios de justicia, el holocausto ú ofrenda del todo quemada: Entonces ofrecerán sobre tu altar becerros.