Los Paradores Nacionales son todo un emblema del turismo de España. Se trata de una cadena hotelera pública que gestiona casi cien hoteles distribuidos por toda España y, desde octubre de 2015, una franquicia en Portugal. Estos alojamientos de lujo se ubican en edificios emblemáticos, seleccionados por su interés histórico, artístico o cultural. De hecho, treinta de estos hoteles están calificados como bienes de interés cultural y otros quince son conjuntos históricos declarados bienes de interés cultural.
La historia de Paradores se remonta a 1926, cuando el Marqués de la Vega-Inclán impulsó la construcción de un alojamiento en la sierra de Gredos, que se convertiría en el primer Parador Nacional de nuestro país. Fue tras la inauguración de este primer establecimiento el 9 de octubre de 1928, se constituyó la Junta de Paradores y Hosterías del Reino.
En su origen, la intención era construir una serie de hoteles en lugares donde la iniciativa privada no llegaba y pero que contaban con las condiciones idóneas para atraer turismo, como parajes de gran belleza o poblaciones con variada riqueza cultural, artística e histórica. Además, a partir del Parador de Gredos, se quiso aprovechar y rehabilitar algunos de los numerosos monumentos históricos y artísticos abandonados situados en los alrededores.
Desde entonces, los Paradores han crecido hasta la excelencia y se han convertido en un referente para los viajeros que buscan experiencias únicas en lugares con historia y encanto. Cada Parador tiene su propia historia y personalidad; por lo que ofrece una estancia inolvidable en entornos excepcionales y de gran valor, porque son un tesoro para los amantes de la cultura, la arquitectura y la gastronomía española.
Zamora es una provincia encantadora que se puede descubrir de muchas formas, entre ellas a través de sus paradores nacionales. Esta cuenta con 3 de los 97 Paradores de nuestro país y estos se ubican en enclaves absolutamente maravillosos tanto de su geografía como de su propia historia: Zamora, Benavente y Puebla de Sanabria.
Parador de Zamora
El antiguo palacio de los condes de Alba de Aliste, construido en el siglo XV por Enrique Enríquez de Mendoza, primer conde de Alba y Aliste, es desde 1966 el Parador de Zamora. El palacio fue remodelado en aquel año por el arquitecto Jesús Valverde específicamente para convertirse en el Parador de Turismo; pero a lo largo de su historia, el edificio ha experimentado varias reformas, por lo que no se puede precisar con exactitud su disposición original, aunque la fachada conserva el aspecto original de la época.
Este impresionante palacio una apariencia exterior de estilo militar y un interior refinado. Destaca especialmente su magnífico patio renacentista, reconstruido en el siglo XVI, que combina elementos del renacimiento y del gótico. Cuenta con una planta rectangular y dos galerías cerradas, y en el centro del patio se encuentra un pozo.
La decoración interior respeta su estilo medieval, con armaduras, tapices nobiliarios y camas con dosel, que te transportan a otra época mucho más lejana. El Parador ofrece además dos salas de convenciones, una piscina y un restaurante con la mejor cocina tradicional de Zamora.
Y como plus de la excelencia, el restaurante del Parador de Zamora ofrece una experiencia gastronómica centrada en la tradición. Su comedor, elegante y acogedor, es el escenario perfecto para saborear platos típicos de la provincia.
Así que, como no podía ser de otra manera, entre sus especialidades se encuentran el arroz a la zamorana, los habones de Sanabria con oreja y chorizo, las migas de la trashumancia, el cocido con garbanzos de Fuentesaúco, las lentejas a la zamorana, el bacalao a la tranca, la cecina, una exquisita selección de quesos zamoranos con D. O., las carnes de ternera de Aliste, el bacalao a la tranca y las cañas zamoranas rellenas de crema.
Gracias a su ubicación céntrica, el Parador de Zamora permite explorar cómodamente el centro histórico de la ciudad, con la Plaza Mayor, la Catedral y el Castillo a apenas unos metros de distancia.
Parador de Benavente
El Parador de Benavente se ubica en el lugar donde antaño se alzaba el Castillo de la Mota, un punto estratégico en la historia del siglo XII y posteriores. La fortaleza era propiedad de los condes de Pimentel, pero de ella ya solo queda íntegra la Torre del Caracol, una joya renacentista que alberga un magnífico artesonado mudéjar y un bar de época. Fue en 1972 cuando vestigio histórico se convirtió en Parador Nacional.
Se cree que el Castillo fue construido durante la repoblación de Fernando II en el siglo XII y fue testigo de eventos relevantes como en 1202, cuando el rey Alfonso IX convocó Cortes en sus recintos. Si bien fue en 1230 cuando el lugar adquirió importancia monumental: la Concordia de Benavente marcó la unión definitiva de los reinos de León y Castilla bajo Fernando III.
Como decíamos la Torre del Caracol, construida en 1504 por orden del V conde de Benavente, Alfonso Pimentel, es el último vestigio de la grandiosa fortaleza. Aunque sus muros de sillares de piedra aún evocan su pasado militar, su decoración y balaustrada delatan su transformación en mansión palaciega. Además, aún conserva escudos de los Pimentel en su fachada sur y un magnífico artesonado morisco del siglo XV, proveniente del Convento de San Román del Valle.
Por lo tanto, el Parador de Benavente ofrece una experiencia que transporta a otra época, con tapices, lámparas forjadas y materiales artesanos. Además, se erige sobre los jardines de la Mota, que ofrecen vistas espectaculares sobre los valles del Tera y del Órbigo, con rincones ideales para relajarse, como su piscina y terrazas únicas.
El restaurante del Parador de Benavente se ubica en un luminoso y acogedor comedor, con arcos de ladrillo que ofrecen vistas panorámicas de los Valles de Benavente. Aquí se ofrecen platos típicos de la comarca, como el asadillo de pimientos benaventanos, el lechazo asado y el tocinillo de cielo, junto con clásicos como el bacalao 'a lo tío' o 'a la tranca' y el pulpo a la zamorana. Para terminar, no puedes dejar de probar los dulces locales, como el rebojo zamorano o los feos.
Entre las especialidades más destacadas se encuentran el semanasantero 'dos y pingada' (huevos fritos con lomo de cerdo y chorizo), la ensalada de pimientos de los Valles, el bacalao a la tranca, el pollo de corral a la olla paciente, el lechazo churro asado, la tarta de almendra del Cister y las natillas castellanas con feos de Benavente.
Parador de Puebla de Sanabria
El Parador de Puebla de Sanabria se ubica en un edificio de piedra construido en 1945 como parte de la Red de Albergues de Carreteras del Estado dentro de la maravillosa villa medieval que es Puebla de Sanabria. En 2008, se sometió a una remodelación con el fin de modernizarlo y devolverle su estructura original. Esta labor supuso la eliminación de agregados posteriores, revelando así la forma original del parador cuando se erigió a mediados del siglo XX.
En su interior, hay salones luminosos ideales para diferentes eventos. El edificio está rodeado por un extenso jardín, una piscina temporal, un área de recreo para niños y una pista de pádel, ofreciendo así un plan completo para disfrutar de Sanabria en cualquier escapada.
El Parador tiene un enclave inigualable, sobre un promontorio entre los ríos Tera y Castro, el Parador ofrece vistas espectaculares desde la Torre del Homenaje, donde se encuentra el Centro de Interpretación de las Fortificaciones.
A poca distancia se encuentra el Parque Natural del Lago de Sanabria, el mayor lago de origen glaciar de la península ibérica, con más de 22.000 hectáreas de impresionante belleza natural, situado a tan solo 12 kilómetros del Parador.
El restaurante del Parador de Puebla de Sanabria ofrece una experiencia gastronómica única, en sintonía con su entorno natural privilegiado. La cocina sanabresa tiene influencias de Castilla y León, pero también de Galicia y Portugal, por eso tiene un sello muy distinto y auténtico. Su propuesta se basa en la calidad de los productos locales, que se reflejan en cada plato.
Por esto, los comensales pueden disfrutar de una amplia variedad de sabores sanabreses, desde exquisitos quesos y embutidos hasta platos tradicionales como el habón y el pulpo, preparados al estilo sanabrés, así como arroz caldoso de ciervo. Todo ello se puede saborear en un ambiente relajado, inmerso en la naturaleza que ofrece el Parque Natural del Lago de Sanabria.