Hoy, 20 de mayo de 2024, se celebra la 734 edición de la romería de la Virgen de la Concha a La Hiniesta, convirtiéndose así en una de las más antiguas de España. Una celebración que este año viene con una gran novedad y es el estreno de un nuevo ropaje por parte de la imagen de la virgen y el niño, tal y como adelantó el pasado lunes la presidenta de la Cofradía de San Antolín, Belén Panero, durante la presentación del cartel anunciador, obra de Rosa Leonardo. Un nuevo vestido que ha sido donado por una hermana y elaborado por la costurera Chari Hernández, que dona también a la Cofradía la hechura.
Por lo demás, la jornada comenzará a las 08.00 horas con la celebración de la misa romera en la iglesia de San Antolín, seguida por una procesión hacia la iglesia de San Lázaro, donde se realizará una oración a la Virgen del Yermo.
La comitiva continuará su camino hasta la Cruz del Rey don Sancho, donde se llevará a cabo un responso, antes de dirigirse hacia Bolsillones para un descanso de diez minutos.
Se espera que la llegada al Teso de la Salve para las 11.00 horas, momento en el que el pueblo de La Hiniesta recibirá a los peregrinos con bailes de pendones y el intercambio de bastones entre alcaldes. A las 12.00 horas, se celebrará la misa mayor en La Hiniesta, seguida de una comida de hermandad en las escuelas locales, ofreciendo opciones de menú para adultos y niños.
El regreso de la romería está previsto para iniciar a las 17.30 horas, con paradas en los puntos habituales como el Teso de la Salve, la finca de Sánchez Cano y el Cristo de Valderrey, donde se rezará el rosario y los mayordomos ofrecerán refrescos a los peregrinos.
Ya en Zamora capital, la comitiva se dirigirá a la ermita de los Remedios para otro momento de oración a la Virgen, donde la imagen será llevada en hombros por miembros de la Junta Pro-Semana Santa hasta la entrada de la ciudad, donde los concejales del Ayuntamiento tomarán el relevo para llevar la imagen de la Concha hasta San Antolín.
Se espera que la jornada concluya alrededor de las 22.30 horas, como suele ser habitual.
Las anécdotas más curiosas y divertidas de la romería
734 años de historia dan para mucho y qué mejor día que hoy para hacer un repaso de algunas de ellas. La primera es que aunque la procesión formal se estableció en 1921, sus orígenes se remontan a siglos atrás, fusionando leyendas y acontecimientos históricos que han enriquecido su significado a lo largo del tiempo.
Según la tradición, en el año 1062, la Virgen de la Concha llegó a Zamora desde Palencia, siendo acogida como patrona del gremio de laneros durante una de las oleadas de repoblación que experimentó la ciudad. Este evento está estrechamente ligado al barrio de 'La Lana' y su iglesia dedicada a San Antolín, antiguo patrón de Palencia. La creencia popular sostiene que la imagen de la Concha reposaba en el sepulcro del santo palentino, añadiendo un toque de misticismo a su llegada.
La fundación de la Cofradía de Nuestra Señora de San Antolín en 1071, conocida como 'La Concha', consolidó la devoción por la Virgen como Patrona. Esta cofradía tenía como objetivo inicial rendir homenaje al alma del Rey Sancho II en el lugar de su fallecimiento.
En 1291, según la tradición, se descubrió una imagen de la Virgen bajo una hiniesta, lo que llevó al Rey Sancho IV a ordenar la construcción de un santuario en ese lugar. Sin embargo, durante la construcción, la imagen encontrada fue trasladada a la iglesia de San Antolín.
Una vez finalizada la obra, la imagen fue llevada en procesión, acompañada por la Virgen de la Concha, hasta el pueblo de La Hiniesta. Este evento marcó el inicio de lo que hoy conocemos como la Romería a La Hiniesta, una tradición que se ha mantenido durante casi siete siglos.
El templo que alberga a la Virgen de la Concha destaca por su pórtico con una gran belleza y valor artístico. Y tampoco se quedan atrás las pinturas murales que adornan sus paredes, de gran belleza e historia.
Los sucesos de 1495
En el año 1495, en una fecha como la de hoy, la ciudad se preparaba para una jornada de fervor y devoción que, lamentablemente, se vio empañada por un incidente que quedó grabado en las crónicas para toda la historia.
La romería de aquel año se inició temprano, a las 5 de la mañana, desde San Antolín. La procesión avanzaba con paso firme hacia La Hiniesta, acompañada por sacerdotes y una representación de Santiago, cuya tarea era ofrecer guindas a los cofrades, en un gesto de generosidad y camaradería.
Sin embargo, en aquella época, la precaución estaba presente en cada detalle. Se sabía que algunos cofrades no resistían la tentación de 'mangar' uvas de las viñas en el camino, por lo que la Cofradía imponía multas de medio real a aquellos que se desviaban del camino o tenían la mano demasiado larga.
El trayecto transcurría con normalidad hasta llegar a la Ermita de Valderrey, donde la procesión se detenía para descansar y reponer fuerzas. Pero fue en la entrada de Valorio, en la ermita de San Marcos, donde la tragedia se desató. Se dice que algunos individuos, tras haber depositado sus armas en unos caballos durante la romería, las recuperaron y provocaron un alboroto que derivó en agresiones a mujeres y caos entre los asistentes.
La escena era dantesca: espadas en alto, lanzas que volaban, mujeres agredidas y el que representaba a Santiago corriendo y gritando. El clímax de la tragedia llegó cuando una lanza impactó contra la imagen de la Virgen, haciéndola caer al suelo y rompiendo su corona y una de sus manos.
El impacto de este suceso resonó en toda la ciudad, provocando una severa sanción: el 'entredicho', una condena que equivalía a una especie de excomunión para toda la población. La magnitud de esta medida puede ser difícil de entender en la actualidad, pero en aquellos tiempos, el temor al castigo divino era real y omnipresente.
La ciudad de Zamora, en un intento por reparar el daño causado, envió al funcionario Andrés Canelas a Salamanca con la suma de 300 maravedíes para levantar el 'entredicho' que pesaba sobre ella. Finalmente, el 1 de julio de 1495, la sanción fue levantada ante el representante del Arzobispado de Santiago de Compostela, cerrando así este oscuro capítulo en la historia de la romería de La Hiniesta, que hoy recordamos como anécdota.