Cuando alguien pregunta a un zamorano donde poder ir de tapas en la ciudad, seguro que, entre las diferentes opciones, está el mítico bar 'El Lobo-El rey del pinchito'. Este es un local con mucha historia, ya que, los primeros registros que se conocen son de hace aproximadamente 90 años.
Aunque ha pasado por las manos de varios zamoranos, desde hace poco más de un año, lleva sus riendas Nuria Bautista. Esta zamorana ha pasado más de 10 años trabajando en el local detrás de la barra, los últimos años como encargada, y cuenta que "cuando el anterior el dueño me avisó de que dejaba el negocio y me lo ofreció, por lo que lo acepte".
La decisión de hacerse cargo del bar se debió, por una parte "para que este no desapareciese", y confiesa que "ya lo sentía como algo mío, especialmente por todo lo que he sufrido aquí y lo mucho que he trabajado".
La historia de este bar es, cuando menos, peculiar. El fundador, Manuel Lobo abrió este mítico local de la perla del Duero, situado en la calle el Horno de San Torcuato, cuando volvió de hacer la mili en Melilla, fue en esta ciudad donde aprendió a hacer lo pinchitos morunos.
Cuando Manuel Lobo volvió a Zamora decidió, junto a su mujer, montar un bar donde vender los productos que aprendió a hacer durante el servicio militar obligatorio. Para ello, cuenta Nuria "compro unas cuadras justo donde se encuentra hoy en día el local, lo cambiaron todo para adecentarlo y convertirlo en el bar". Además, confirma que para elaborar el producto "trajo las especias típicas de Melilla con las que se elaboran los pinchos".
Algo que llama la atención a todo aquel que entra en el local, ya sea la primera vez o no, es la forma en las que gritan los pedidos: 'uno que sí, uno que no'. Un grito que es casi un emblema en Zamora y Nuria expone que "algunos clientes se asustan y otros, generalmente los niños, se ríen, les hace gracia". Esta llamativa forma de gritar los pedidos "dicen que se debe al jaleo que había en el local, y de esta forma se facilitaban las comandas a la cocina". Una manera de gritar los pedidos que "aprendí aquí cuando empecé a trabajar" afirma Nuria.
El secreto de los pinchos, afirma la propietaria, "está en el gran trabajo y cariño que ponemos al hacerlos", pero recalca que "todos los productos son caseros, el picante lo hacemos nosotros, carne la limpiamos y adobamos aquí", y subraya que "por supuesto" todos los productos son de la tierra.
Este local, siempre lo encontramos lleno, y eso "se debe a una buena organización". Nuria expresa que de las 8 personas que hay en plantilla, "cada uno tiene su papel". Por ejemplo, cuenta que si una persona se centra en escuchar las comandas, hace eso todo el tiempo.
Desde sus inicios en la hostelería zamorana, la carta de este bar ha variado, ya no solo vende pinchos morunos, también vende pinchos de panceta, chorizo o vegetal. Este último se introdujo porque "hay mucha gente vegetariana" y ofrecen esa opción para aquellos que no comen el pincho tradicional.
Este local, aunque pequeño en tamaño, tienen unas ventas de aproximadamente mil pinchos diarios, algo que confirma su dueña "se puede duplicar y triplicar en fechas como Semana Santa o San Pedro".