Dice el refrán que 'de casta le viene al galgo'. Y parece que con María Miano esa máxima se cumple a todas luces. Esta zamorana de 37 años, licenciada en Geografía, y que dirigía un gran equipo de vendedores de la multinacional Parfois en Salamanca, cambió el estrés y las grandes cargas de trabajo del 'store mánager' por hacerse cargo de uno de los negocios más reconocidos de Zamora: El Sayagués.

La histórica tienda de artesanía lleva desde antes de los años 50 impertérrita en la calle Costanilla de la capital, en pleno corazón del casco viejo zamorano. Un coqueto establecimiento, en la endemoniada cuesta que lleva a la Casa Consistorial de Zamora, y que huele a cuero, a tradición, a manos trabajando y a la más pura esencia de la provincia. 

Baltasar Miano, llegado de Torregamones, se hizo cargo de esta tienda durante 50 años. Una época en la que la mecanización del trabajo del campo apenas existía, por lo que las tornaderas, palas, cencerros y todo tipo de aperos de labranza "se vendían muy bien". En aquellos años el trabajo artesano estaba íntimamente unido al agricultor y ganadero, ya que la mayor parte de las herramientas que necesitaban estos sectores se hacían a mano. 

Con la entrada de los 2000, Manuel Miano toma el relevo de su tío Baltasar, en una época ya bien distinta. La mecanización del campo había comenzado, por lo que Manuel reformó la tienda e introdujo otro tipo de productos, que suplieran la caída de ventas de los aperos. María, su hija, explica que "seguía vendiendo este tipo de cosas, como yo ahora, pero cada vez menos".

María Miano en la puerta de El Sayagués, en la Costanilla

Y es que si El Sayagués es un negocio familiar, la ganadería también, y como les ocurre a ellos "pasan de padres a hijos". Así que sus clientes llevan generaciones acudiendo a su tienda en Zamora, en busca de todo lo que necesitan para seguir luchando por sacar adelante sus explotaciones. Algo que la familia Miano ha visto muy de cerca cómo ha ido cambiando y malográndose. "Hemos conocido muchas explotaciones que han cerrado y lo hemos notado en la tienda", explica María. 

Así que ya desde hace 24 años, esta mítica tienda de la Costanilla ofrece también todo tipo de elaboraciones en cuero como cinturones, collares para animales o calzado; además de otros productos como castañuelas, mantones de lana, navajas, cuchillos, zapatos, grabados con láser, cencerros, sombreros, bastones, costales, piel para tambor, fuelles, alpargatas de Galicia, botas de vino o moldes para queso modernos (cincho).

"La gente se muere y nadie coge el testigo"

Llaman especialmente la atención en la tienda cuatro mantones de lana tejidos a mano hace años, que son los últimos de El Sayagués. Están a la venta y son casi reliquias de un tiempo pasado, cuando la producción textil de los pueblos de Zamora era próspera y muy apreciada. María explica que las artesanas que lo hacían han ido falleciendo y "nadie coge el testigo"

Algo que también le ocurrió con las populares 'cholas', que le llegaban desde Galicia. "Nadie se quedó con el negocio", por lo que El Sayagués tuvo que dejar de venderlas. Un mal que, lamentablemente, María sabe que le puede ocurrir con otro tipo de productos artesanales, que llevan décadas en sus estanterías. "El artesanado se está perdiendo", se lamenta.

María Miano en El Sayagués

De hecho, los comerciales que viajan por toda España y llegan a El Sayagués le transmiten a María que su tienda es la única de este tipo en Castilla y León. Es más, en todo el país "apenas quedan algunas en Galicia y ya". El oficio de trabajar el cuero de forma artesanal también vive una amenaza muy real de extinción y solo valientes como María se aventuran a continuar su legado familiar. 

Del estrés de las multinacionales a la calma de la artesanía

Como suele ocurrir en la juventud, María no se veía heredando la tienda de su padre. Cuando completó sus estudios obligatorios decidió hacer la carrera de Geografía, aunque reconoce que "nunca fui geógrafa". Sí ejerció como docente un tiempo, pero su trabajo durante mucho tiempo ha sido 'store mánager', en la multinacional Parfois en Salamanca. 

María tenía a su cargo a un gran número de empleados con "una enorme carga de trabajo y de estrés". Así que, hace dos años, cuando se dio cuenta de que la jubilación de su padre estaba muy cerca, empezó a darle pena "que después de toda una vida dedicado a la tienda, las horas y el trabajo que él le había echado, eso quedara en nada". 

Jamás pensó que sería ella la que se pondría tras el mostrador de El Sayagués, pero como ella misma explica, "tú tienes una idea para tu vida, pero la vida tiene otras ideas para ti". De este modo, María pidió una excedencia en su puesto en Salamanca y se aventuró a aprender este ancestral oficio, cuaderno en mano.

María Miano con una de las últimas mantas de lana tejidas a mano

Tanto es así, que la nueva gerente de El Sayagués atesora como oro en paño sus anotaciones, dibujos y esquemas que ha ido realizando sobre las creaciones artesanas que su padre le ha ido enseñando. "Sabía hacer alguna cosa porque cuando era adolescente echaba una mano de vez en cuando, pero en estos años he tenido que adquirir todos los conocimientos", detalla. Eso sí, reconoce que "me encanta" y ha sido un aprendizaje hecho con gusto. 

Además, los clientes de los que la artesana recibe encargos aprecian mucho sus creaciones. Tienen especialmente éxito los cencerros por dos motivos. El primero para su uso 'de toda la vida' para encontrar el ganado en el campo, ya que, afortunadamente, Zamora aún conserva ganadería en extensivo. Y el segundo como elemento decorativo, sobre todo en bodegas, merenderos y casas antiguas. De hecho, El Sayagués es el lugar ideal para aquellos que quieran encontrar esos antiguos elementos de labranza para decorar un lugar muy especial. 

También encuentran todo lo que necesitan los grupos de mascaradas, que con tanto trabajo y esfuerzo, están recuperando estas antiquísimas tradiciones de la provincia de Zamora. María les elabora los cencerros y esquilas tan típicos de los zangarrones y mascaradas de Villarino de los Aires, Abejera o Sanzoles. Y agradece que instituciones como la Diputación de Zamora se hayan preocupado por otorgar subvenciones a estos grupos "para que puedan mantener viva las tradiciones".

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