J.L. / ICAL
Castilla y León cuenta en la actualidad con dos granjas de visones americanos en las localidades de Peguerinos (Ávila) y Lubia (Soria), en plena polémica por su mantenimiento al extenderse como la pólvora la posibilidad de que estos animales se contagien con facilidad del COVID-19 y sean transmisores de la enfermedad hacia los humanos y viceversa, una situación que dificultaría el control de la pandemia.
El Registro Estatal de Explotaciones Agropecuarias contabiliza 32 centros de este tipo en España, 26 de las cuales se encuentran en Galicia, dos en Castilla y León y País Vasco y una en Aragón y Comunidad Valenciana, en cada caso.
Las organizaciones ecologistas han instado a las administraciones a cerrar estas plantas, como han optado países del norte de Europa, por ser una “bomba sanitaria” y haberse “comprobado contagios a humanos en Países Bajos”. Además, recuerdan que los visones americanos considerada especie invasora, provoca un “daño en muchos casos irreversible” cuando existen escapes accidentales.
Gemma Rodríguez, responsable del programa de especies de WWF España, explica en declaraciones a Ical que, por ejemplo, en Castilla y León aunque se limpian los ríos gracias a programas de erradicación, “cada año vuelven a encontrarse grandes población”. Con este escenario de granjas “es imposible luchar por la supervivencia del visón europeo, en situación crítica”.
Con la explosión del COVID-19 la polémica ha rodeado en mayor medida a este animal por razones sanitarias. “Ya sabíamos que tener animales hacinados en condiciones poco propicias disminuye su inmunidad. Ya sabíamos también que podían contagiarse de la gripe humana. Ahora se ha demostrado que son una bomba en un contexto de pandemia que afecta al ser humano. Por proximidad a este tipo de animales se ha propagada como la pólvora”, denunció.
A día de hoy hay 300 granjas en siete países diferentes en las que sus animales han dado positivo por COVID en los muestreos. “Se ha visto la gravedad de que aparezcan en granjas”, expone Rodríguez, quien recuerda que primero saltaron las alarmas porque afectaba a los visones de forma masiva por el hacinamiento, un escenario donde “es fácil que el virus se quede latente dentro y que, incluso, pasados unos meses, se pueda transmitir a humanos”, una cuestión que ya “se ha comprobado” en Países Bajos. “Un estudio realizado analizando visones americanos cautivos en 16 granjas de este país evidenció la mutación del SARS-CoV-2 y su transmisión de humanos a mustélidos y viceversa, incrementando el riesgo de contagio desde estas instalaciones hacia la población”, justifica la responsable de WWF.
Asimismo, explica que en Dinamarca se observó que los visones contagiaban una mutación de COVID-19 que “se había transformado en el organismo del animal y que ya circulaba entre la población local de una región concreta”. “Se está estudiando que esta nueva variante sea más fuerte que la conocida porque puede darse el caso de que sea más resistente incluso a las vacunas nuevas que pronto se podrán aplicar”. Por ello, el país danés ha tomado la decisión de sacrificar a todos los visones, concretamente 17 millones de animales, tras detectar más de 200 contagios por esta mutación.
Preocupación en Europa
En este sentido, remarcó que son varios los países europeos que han mostrado preocupación. De hecho, añadió que “cuando se empezó la campaña” WWF comprobó que otros estados “hacen esfuerzos muy grandes por identificar brotes en las granjas, donde se hacen PCR, independientemente de si tenían síntomas o no”, tanto entre los trabajadores como entre los visones, animales sobre los que, habitualmente, se registran muertes en granjas todas las semanas.
Mientras, en España “no se hace nada, solo cuando había síntomas”. Por ejemplo, Galicia “ha hecho pruebas en cuatro de sus 26 granjas, algo que no es suficiente”. WWF explicó que España no es ajena a esta dinámica del coronavirus, “como prueba el sacrificio de miles de visones americanos en una granja peletera de Teruel”.