Bombones y vinagre en la interesante novillada semifinal de Castilla y León en Guijuelo
Como todo en la vida, siempre existe una cara y una cruz. En el festejo de los toros no podría ser menos, como bien se pudo comprobar en la novillada semifinal del Circuito de Castilla y León -que contó con la presencia del secretario general de la Consejería de Cultura y Turismo, Gregorio Muñoz- celebrada en Guijuelo en la veraniega tarde de domingo en la coqueta plaza de toros. En ella, además de los utreros -dulces y amargos-, también hubo distinta suerte para los tres novilleros que se dieron cita. Así, el salmantino de San Muñoz, Antonio Grande, salió triunfador al cortar tres orejas y, de esta manera, casi meter pie y medio en la final, y, de otra parte, el madrileño Guillermo García y el albercano Valentín Hoyos se fueron con un trofeo cada uno. Un festejo, al igual que el resto de novilladas, transmitido por La 7 de Castilla y León que dirige el crítico taurino Carlos Martín Santoyo.
La diferencia estuvo, al margen de la técnica y la estética de cada uno de los novilleros -ninguno igual a otro-, en los hierros que saltaron al coso chacinero. Estos utreros marcaron el festejo de manera crucial. Así, la diferencia fue abismal en cuanto a embestida de los novillos de Domingo Hernández -los bombones del amigo Rober, el concejal de Festejos de Guijuelo que desea repartir también en los festejos de agosto-, y la amargura por la que llevaron las faenas de los tres novilleros los astados de Hoyo de la Gitana -puros santacolomeños-, esos que pastan en la vaguada donde nació un gitanillo y que da nombre a la finca.
El que supo aprovechar la bonanza de la embestida del cuarto de la tarde, del hierro de Domingo Hernández -no podría ser de otro-, fue Antonio Grande, en una faena con mucha torería, bien hilvanada, con gusto, temple y que, en muchos momentos de la misma, surgió como un halo que hizo recordar a algunos grandes maestros de su zona. El nombre no viene a cuento, pero sí el perfume del toreo con gusto que tuvo en La Fuente de San Esteban su manantial. Además, mató bien -una de las grandes alegrías-, y el público, entregado a la estética, le pidió las dos orejas que el bondadoso presidente no negó. Por cierto, al animal se le premió con la vuelta al ruedo, que en Guijuelo es tan normal como la gran feria que organiza todos los agosto. En su primero, de Hoyo de la Gitana, tuvo que lidiar con un encaste hecho para otro tipo de toreros, porque el utrero manifestaba peligro, el propio de Santacoloma, nada extraño, para el que Grande no está forjado. Aún y así realizó una faena más de ganas que de toreo y el presidente fue más que bondadoso y le regaló un trofeo. No sabemos qué pensará el jurado, si el pase a la final se dirimirá por trofeos o por su puntuación. He ahí la cuestión que quedó en el aire.
Por su parte, Guillermo García y Valentín Hoyos, también sufrieron la falta de experiencia con ganado que precisa fajarse mucho y tener cuajo para arrancar muletazos, porque algun novillo de Hoyo de la Gitana hubiera servido para algo más que poner ganas, que se presuponen a todos los novilleros. Sí, que los novillos vislumbran peligro, ya es conocido, que requieren de mucha técnica y arrojo, también es conocido. Porque con los dulces de Domingo Hernández, las faenas se hacen más bonitas, ¿pero igual de interesantes? Cada cual puede pensar al gusto personal. Así, ambos novilleros lograron arrancarle una oreja cada uno a dos novillos de Tranguntía con faenas dignas, con disposición y alguna serie de interés.
En esto quedó la novillada, en el dilema de toda la vida en el mundo taurino. ¿Toros dulces a manera de los toreros actuales, digamos figuras -que no maestros-, o la técnica, el arrojo, el cuajo y el valor que requieren encastes como Santacoloma, que, en su día, los grandes maestros no dudaban en torerar y les ofrecían tardes de inmensa gloria? Cada uno con sus preferencias, pero lo que desean los 'Robertos', el alcalde y el edil de Festejos de Guijuelo, para su agosto de feria grande, es repartir bombones, y si son 'Mon Cheri' de París, mejor que mejor, ay!