Abrir armarios o, quizá, recoger el montón de ropa que se acumula sobre la silla de la habitación, hacer acopio de los enseres necesarios para las largas horas de playa o montaña, así como de víveres y de ganas, sobre todo, muchas ganas de llenar el coche de maletas y bolsas, por falta, en ocasiones, de las primeras. Son sólo algunos de los condicionantes que aceleran el deterioro normal de los vehículos. Máxime, en periodos vacacionales puesto que, añadido al exceso de peso al que se le somete, es necesario añadir a esta circunstancia el desgaste que soporta por la cantidad de atascos a las que es sometido, con sus correspondientes frenazos y acelerones.
Cabe destacar que, en el caso concreto de los neumáticos, único nexo de unión entre toda la carga del vehículo con el firme, éstos son los encargados de sufrir cualquier desgaste de elementos como la barra de dirección que, en caso de encontrarse mal equilibrada, genera un desgaste acelerado de las gomas. Es necesario recordar que, en este único vínculo del pasaje con el asfalto, al circular a 90 kilómetros por hora la superficie de contacto de cada rueda es el equivalente a una cuarta parte de un folio, es decir, durante esa marcha, los más de mil kilos se unen al suelo a través de la superficie que ocupa un Din A4.
Todo esto genera que, tras la vuelta de las ansiadas vacaciones veraniegas, más de la mitad del parque automovilístico del país vea necesaria una revisión, necesidad alimentada, también, porque, en muchos casos, tampoco se lleva a cabo esa comprobación de los reglajes antes de iniciar la marcha. Eduardo Salazar, director general del ‘Grupo Andrés’, taller con más de treinta años de experiencia en el mundo del automóvil, asegura que, por otra parte, acrecienta la frecuencia de las reparaciones la nueva limitación de velocidad a 30 kilómetros por hora en muchos de los cascos urbanos del país. “Estas restricciones de velocidad para las que los coches no están preparados aceleran más, si cabe, el deterioro de los mismos”, asegura.
Considera, asimismo, que se debería gravar esta responsabilidad no sólo a los coches sino, también, a los peatones, entre los que se incluye, que, en muchas ocasiones “cruzan cuando no toca, por lugares no habilitados para ello y que generan tantos accidentes como deterioros en los vehículos”.
También, es reseñable la opción de las gomas calificadas como ‘All Season’, en detrimento de los compuestos específicos de invierno ya que, además de no requerir el uso de cadenas al circular sobre nevado, se puede dar la circunstancia de que, en un mismo trayecto haya de bregar con “tres agentes climáticos adversos, ante los cuales, al montar estos neumáticos, no sería necesaria la preocupación por cambiarlos”.
Por otra parte, sobre la incipiente ola de ayudas a la financiación de los turismos eléctricos, cuyas adquisiciones serán bonificadas, en función de las comunidades autónomas y por parte del Gobierno, opina que “se intenta paliar el grave problema de la contaminación con la mirada fijada en el corto plazo puesto que, las baterías de los eléctricos y de los híbridos enchufables poseen una vida útil muy breve, y, al desecharlas, son las que más contaminan, con diferencia”. Así, propone la alternativa de aplicar esa ayuda económica a los híbridos no enchufables, que emplean baterías con mayor vida útil al regenerarlas a medida que avanza la circulación.
Acerca de los últimos datos de matriculación del mes de agosto, que han hecho de él el primer mes, desde el comienzo de la pandemia, en el que, al compararlo con el mismo periodo del año anterior, la cifra de nuevas inscripciones ha decrecido -hasta un 29% menos-, el director del grupo estima que se debe “no sólo a la falta de microchips sino, también, a la latente espera de muchos a quienes no les urge la compra de un coche nuevo y prefieren esperar a las ayudas autonómicas y estatales”. Destacable es, por otra parte, el caso de las empresas de alquiler de coches que, en muchos casos, por el azote económico de la pandemia y la falta de viajes “han optado por devolver todos sus efectivos y esperar un año a renovarlos, para sobrevivir”. Subraya, en este sentido, las preferencias de las grandes marcas, que han llevado a cabo una seudo subasta por la cual “han favorecido a las empresas de alquiler por encima de los particulares”.
Salazar, de entre las “muchas falsas creencias” establecidas en torno a la preservación de los turismos, destaca la de que “las gomas de los coches nuevos son mejores”. La desmiente, categóricamente, y explica que “al recibir, los neumáticos, todo sobresfuerzo generado por cualquier mal funcionamiento de cualquier pieza, éstos se desgastan más en el caso de los coches más longevos, mucho más desmejorados que uno recién salido del concesionario”.
“No nos volvamos locos”, asegura, al hablar de las revisiones ya que, si bien son necesarias, sobre todo en los mencionados momentos previos a los trayectos largos, “sería suficiente con comprobar las presiones de los neumáticos y que la barra de dirección se encuentre equilibrada”. Así, a este último respecto, destaca la manera “de andar por casa” de comprobar el balance de esa barra “al introducir la palma de la mano entre el neumático y la parte de la carrocería que lo cubre, de este modo si, al pasar la mano por esa zona, se raspa la mano, será necesario un nuevo equilibrado de la barra”.
Salazar se despide con la mirada y la cabeza pensando en la ruta que este apasionado del motociclismo y de su moto acomete este fin de semana, rodando, con amigos, desde Salamanca hasta el pleno Pirineo aragonés, del que sólo espera “frío, cansancio y, sobre todo, disfrute”.