El despertador suena a las 05:00 de la mañana. Momento en el que Vicenta Hernández se prepara para comenzar un nuevo día en su panadería. No es un negocio cualquiera, sino que es un lugar repleto de historia. Una empresa familiar que perdura después de 304 años, lo que le hace convertirse en la más antigua de Castilla y León, e incluso de las más antiguas de España. Su origen se sitúa en 1719, que es desde cuando tienen papeles, pero antes "lo que hubiera estado funcionando, no se sabe".

Ella-entre risas- reconoce que ha perdido la cuenta de qué generación es: “Fue mi bisabuela, abuelo, mi madre y antes mi tatarabuela”. Aunque está segura de que le faltan generaciones por contar, pero recordar más de 300 años no es nada fácil. Está ubicada en San Felices de los Gallegos, un pueblo que cuenta con apenas 355 habitantes. Una localidad salmantina que está limítrofe a Portugal, y a dos horas de la capital.

Este lugar nació con la intención de que los habitantes de este pueblo, y de los que están próximos, “pudieran cocer la masa que ellos mismos fabricaban en sus casas”. Un horno que perdura tal y como lo crearon en sus orígenes, y “ese es el secreto” de que lleven tantos años abiertos. “Se calienta con escobas silvestres. Exige mucho trabajo porque hay que ir a buscarlas, pero esta es una de las esencias que tiene”, afirma Vicenta.

Sin embargo, este es uno de los pequeños detalles que hace que el pan tenga un sabor de lo más especial y que pueda durar más sin ponerse duro. El horno, por su parte, está fabricado con piedras de barro y una bóveda arriba. Lo más importante es la masa madre. Es uno de los secretos para que este pan siga siendo uno de los mejores de la provincia.

Los panes en el horno de piedra

Vicenta no tiene un cálculo de cuántos panes realiza al día porque “depende un poco de la cantidad de gente que vaya a venir”. El verano es una época buena porque “viene gente de fuera y tenemos más clientes”. Cierto es que los propios vecinos del pueblo no van siempre: “A veces lo compran por ahí cuando van a otros sitios. Sin embargo, cuando vienen turistas nos dicen que el pan está buenísimo. La gente que vive aquí igual se cansa más porque lo tiene todos los días. Creo que valoras más las cosas cuando te vas del sitio o cuando no lo tienes”.

Fabrica distintos tamaños. Tiene el pan muy grande de 1 kilo, el de medio kilo, la barra de pan de medio kilo y otra de tres cuartos. Tamaños que se adaptan a las necesidades de sus clientes.

Probablemente sea Vicenta la que ponga punto final a la historia familiar. Tiene 58 años y aún le quedan unos cuantos en esta Panadería Vicen de San Felices de los Gallegos, pero no hay relevo detrás. “Mis sobrinos no van a coger el negocio y no tengo hijos, así que yo creo que conmigo terminará la historia”, asegura. Pero hasta que eso suceda, todavía quedan muchos años donde todos los salmantinos, castellanos y leoneses y, en definitiva, todos los ciudadanos del mundo que vayan a este pueblo, pueden disfrutar del sabor de un pan único, tradicional y que perdura tras 300 años de historia.